Las mujeres necesitamos que el próximo gobierno entienda y atienda las condiciones económicas, sociales y culturales que nos imponen múltiples cargas adicionales y que nos discriminan y violentan por el simple hecho de ser mujeres.
Somos más de la mitad de la población colombiana, hemos hecho posible el desarrollo del país en el mundo del trabajo, la lucha social y sobre nosotras se ha soportado el trabajo del cuidado, pero llevamos siempre la peor parte de las crisis y los malos gobiernos: tenemos una tasa de desempleo seis puntos mayor que la de los hombres[1] y es peor en las mujeres jóvenes donde la brecha es de más de 18,7 puntos, a pesar de estar mejor preparadas ganamos hasta 36% menos[2], apenas alcanzamos el 30% en la composición del Senado de la República[3] y tenemos una participación de tan solo el 22.9% en cargos directivos de las empresas[4].
Las cifras hablan por sí solas y le gritan al país que, cada día la situación se deteriora para todas y todos, pero para nosotras es peor e incluso existir resulta riesgoso, y de ello podrían hablar las familias de las 619 víctimas de feminicidio del año 2021[5].
En medio de la crisis que se profundizó con la pandemia y que no da espera, cobra especial importancia la propuesta de quienes pretenden gobernar a nuestro país ante la pregunta sobre cómo reducir las desigualdades que le cuestan cada día la vida, salud e integridad a aproximadamente 25 millones de mujeres de diversas en etnias, edades, orientaciones sexuales y en condiciones socioeconómicas.
Es claro entonces que para el 99% de las mujeres de Colombia, entre ellas Rosa: una joven de 24 años, desplazada por la violencia y en búsqueda de empleo no dará lo mismo un gobierno que otro.
Por eso decidimos dar una mirada a los programas de Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Federico Gutiérrez a la presidencia de la República evaluando tres factores que para nosotras resultan relevantes y que pueden cambiar el futuro de Rosa*: Un país productivo en el que se garantice trabajo en condiciones dignas en donde la inclusión integral del enfoque de género garantice los derechos de las mujeres, la ejecución de programas concretos que reconozcan, redistribuyan y resignifiquen las labores del cuidado, y la voluntad de respeto e implementación a los suscrito en el acuerdo de paz.
La propuesta de Sergio Fajardo resulta ser la más extensa de abordar, pues está compuesta por tres documentos específicos sobre igualdad y derechos de las mujeres, la puesta en marcha de un Sistema Nacional de Cuidados y la creación de un Ministerio de las Mujeres, de los que emanan directrices para los otros 28 documentos programáticos. Encontramos que el enfoque de género no solo se ha incorporado nominalmente, sino que se ha hecho un trabajo que, si bien es difícil, se traduce en ver los problemas del país desde los ojos de las mujeres, tener diagnósticos actualizados con fuentes oficiales y proponer medidas específicas de avance en derechos.
El candidato de la Coalición Centro Esperanza parte de la lectura actualizada sobre las brechas de género centrada en 5 ejes: 1) “Más y mejores oportunidades”, que se orienta a la política económica; 2) “Mujeres sin miedo”, que busca eliminar todo tipo de violencias; 3) “Salud sexual de calidad”, que propone una nueva relación del Estado con el sistema de salud y un enfoque desde todas las etapas de nuestras vidas; 4) “Cuidado con dignidad”, que incluye un beneficio monetario para mujeres mayores, la creación de un Sistema Nacional de Cuidado y pone la primera piedra de la decisión ubicando los elementos claves de ese instrumento: beneficiarias/os, oferta, criterios de calidad y fuentes de financiación; y 5) “Mujeres tomando decisiones”, que tiene como pivote la creación de un Ministerio de las Mujeres que vele por avance hacia la paridad no solo dentro del gobierno sino en la promoción de las políticas de todos los sectores, así como en escenarios de formación de liderazgos de todo tipo. Respecto al cumplimiento de los Acuerdos de La Habana el programa lo incluye como un compromiso de Nación y remite a las 109 medidas de incorporación del enfoque de género del mismo, sumado al fortalecimiento de la Instancia especial de mujeres para el seguimiento al enfoque de género en la implementación del acuerdo de paz.[6].
Solo por poner algunos ejemplos que profundizan sus planteamientos, la propuesta de salud sexual de calidad involucra acciones en prevención del embarazo adolescente que asciende a 17,4% entre los 15 y 19 años, cese de la persecución a la interrupción voluntaria del embarazo, el rol de la escuela en la educación en derechos sexuales y reproductivos y medidas de salud pública como extender el alcance del Plan Ampliado de Inmunizaciones del país. Reconoce el rol preponderante de las mujeres en la protección de los ecosistemas y la mitigación de la crisis climática, y además, plantea la relevancia del rol de las mujeres en el sector cultural y la necesidad del cierre de brechas en cargos directivos del sector, la cultura es transversal, así como el género.
La propuesta de Gustavo Petro separa los apartados dedicados a los derechos de las mujeres de los que en el documento se dedican a las poblaciones vulnerables y excluidas[7] e incluye objetivos en materia de participación política, empleo, autonomía económica y prevención del feminicidio en un apartado denominado
“¡El cambio es con las mujeres!” que amplía el margen de influencia del enfoque de género a otros temas relevantes de la vida nacional como el desarrollo rural, ambiente, construcción de paz (tema en el que hace especial énfasis) y centra la propuesta en dos avances concretos: 1) La creación de un Sistema Nacional de Cuidados que incluye declaraciones de integración de cuidadoras al sistema pensional, democratización de la riqueza e indemnización a “los hijos abandonados y a las madres” con “el patrimonio del hombre irresponsable[8]”.
Sin embargo no profundiza en cómo el sistema articularía acciones de varios sectores del gobierno, ni enfatiza en el rol del Estado como principal actor para el reconocimiento económico y la disminución de tiempo dedicado los trabajos de cuidado.
No se resuelve en consecuencia el problema de fondo, que es el de la autonomía económica de las mujeres, es decir, la generación de fuentes de empleo; y 2) la creación de un Ministerio de la Igualdad que se basa en el concepto de lograr un “empoderamiento integral” no desarrollado en el documento, que incluye enunciados generales sobre la eliminación de las violencias; pero mantiene la conceptualización de la política de mujeres como la de un grupo poblacional minoritario, junto a otros y no como lo que somos: más de la mitad de habitantes de este país que requerimos de una institución enfocada en políticas públicas para cerrar las brechas entre hombres y mujeres, transversalizar el enfoque de género en las demás instituciones del Gobierno y sus programas.
La propuesta puede resultar atractiva a algunos sectores, pero es necesario decir que no presenta al país cambios de fondo para las mujeres frente al sistema económico que permite y se sirve de las cargas que históricamente se han puesto sobre nosotras, y resulta más similar a un manifiesto de plaza pública que a un instrumento de política o una propuesta a la que la ciudadanía pueda hacer seguimiento.
Para Rosa no hay compromisos concretos en este programa respecto a un aumento en la tasa de empleabilidad de las mujeres, es bastante pobre en diagnóstico y muy pocas veces resuelve de manera asertiva la pregunta sobre cómo avanzar en derechos para todas (y de paso para todos).
El programa de Federico Gutiérrez se raja, no solo por partir de ver los derechos de las mujeres como un asunto de “minorías” y por ende de focalización de políticas, sino porque somete a la institucionalidad encargada de estas políticas a las “posibilidades fiscales”[9], lo que en pocas palabras quiere decir que viene más de lo mismo y el problema de las mujeres se despacha tan rápido que ni diagnóstico detallado merece.
Sus propuestas giran en torno a campañas educativas para la prevención de violencias basadas en género, la mejora en los canales de atención a las víctimas, la educación en derechos sexuales y reproductivos y enunciar que se incorporará el enfoque de género en todo lado, pero sin ningún desarrollo que mejore el desastre Duque: para ejemplificar, Gutiérrez habla de un Sistema Nacional de Cuidados que no es más que la ampliación de cobertura de los programas Buen Comienzo y de Cero a Siempre.
La propuesta es bastante conservadora, por decir lo menos, pero como no se atreve a hablar de inversión ni institucionalidad que la respalden no podemos afirmar que resulte viable. Por último, presenta 3 puntos de incorporación del acuerdo de paz, centrados en promoción del emprendimiento para mujeres víctimas y estructuración de PDET con enfoque de género. De nuevo recurre a lugares comunes para no comprometerse a nada. Concluyamos entonces que a Rosa, la joven a quien quisiéramos cambiarle la vida en este artículo, no le sirve de mucho la propuesta del continuismo porque profundiza el modelo económico de desigualdad que con tanta dureza nos ha golpeado.
Rosa es una mujer joven como las más de 6 millones que viven en Colombia* y merece que existan políticas que reconozcan su importante papel en el desarrollo del país, así como instituciones que transversalicen el género y rompan con el enfoque que históricamente ha primado de las mujeres como minoría.
Esta lectura nos ratifica la decisión de ser activistas de la campaña de Sergio Fajardo y de la propuesta que representa la Coalición Centro Esperanza para gobernar a Colombia.
Tenemos la responsabilidad de hacer evaluaciones sobre todas las propuestas, porque de eso debería tratarse el debate político y reconocemos, tal como lo hace el programa de Fajardo, que los avances alcanzados en materia de derechos de las mujeres son producto de las victorias de los movimientos feministas y de mujeres a lo largo de la historia.
A nosotras nadie nos ha regalado nada, y como nuestra lucha por igualdad continua bien vale la pena saber a la luz de qué gobierno habrá más comprensión, interés y garantías para que mejore la vida de la mitad de la población que se ha cargado el desarrollo social a costa de su propia autonomía.
DANE. Trimestre diciembre 2021 – febrero 2022
[2] PORTAFOLIO [Sitio Web]. Mujeres en Colombia ganan hasta un 36% menos que los hombres. [Consulta: 30 de abril de 2022] Disponible en: https://www.portafolio.co/
[3] MOE. Misión de Observación Electoral. Participación política de las mujeres en el Congreso de la República: elecciones nacionales 2022.
[4] PORTAFOLIO [Sitio Web]. En el último año cae cuota de mujeres en cargos directivos. [Consulta: 30 de abril de 2022] Disponible en: https://www.portafolio.co/
[5] OBSERVATORIO FEMINICIOS COLOMBIA. [Sitio Web]. Resumen anual 2021. [Consulta: 30 de abril de 2022] Disponible en: https://
[6] ONU Mujeres Colombia (2018) 100 medidas que incorporan la perspectiva de género en el Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera. Consultado el 29 de abril de 2022 en (https://colombia.unwomen.org/
*Los y las jóvenes representan un 24.9% de la población, es decir 12.703.390. Las mujeres jóvenes son 6.308.930, un 12.4%.
[7] Campaña Gustavo Petro presidente. Colombia potencia mundial de la vida. Programa de gobierno 2022-2026. Pp. 35. Consultado el 29 de abril de 2022.
[8] Campaña Gustavo Petro presidente. Colombia potencia mundial de la vida. Programa de gobierno 2022-2026. Pp. 10. Consultado el 29 de abril de 2022.
[9] Campaña Federico Gutiérrez presidente, (2022), Bases programa de Gobierno “Colombia: un país en orden y con oportunidades” Pp. 81. Consultado el 29 de abril de 2022.