Fue una tragedia. Nikol, de 13 años; Paula de 10 y Santiago, de 12, murieron ahogado después de haberse metido a las frías aguas de la laguna de Tota, en el municipio de Aquitania, en Boyacá, donde se cultiva el 80% de la cebolla que se consume en el país.
Los tres niños estaban felices, junto a su toda su familia, celebrando a orillas del lago el día de la madre. En medio de la celebración, que básicamente se trataba de un almuerzo familiar, terminaron metidos en el agua, en el sector La Peña, una zona, donde no está permitido nadar, prohibición que se extiende a toda la laguna, una de las mayores atracciones turísticas del departamento.
Todo marchaba bien. Los niños disfrutaban del chapuzón hasta que de un momento a otro las traicioneras corrientes de agua empezaron a llevárselos y a alejarlos de la orilla. Los niños, poco nadadores empezaron a ahogarse y fue su tío Jeison Camilo Alarcón, quien se lanzó al agua con la intensión de rescatar a los niños, pero también terminó ahogado en el fondo de la laguna, convirtiéndose en un héroe que entregó su vida por sus tres sobrinos a quienes no pudo salvar.
Jeison, profesional en salud y especializado en Epidemiología, y sus sobrinos vivían en la región, conocían los peligros de la laguna y las indicaciones de que el nado en esta no estaba permitido. Y tal vez por conocerla se confiaron y tal vez esa confianza fue la que los llevó a la trágica muerte.