Ser de izquierda en los ochenta: del 'mundo libre' y el testarudo socialismo juvenil (II)

Ser de izquierda en los ochenta: del 'mundo libre' y el testarudo socialismo juvenil (II)

La revolución tal vez estaría temporalmente desvertebrada dando origen a nuevas clases sociales variopintas: los ‘mamertos’, los transpolíticos, los multipartidos...

Por: Harold Hernán Marín Fernández
mayo 09, 2022
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Ser de izquierda en los ochenta: del 'mundo libre' y el testarudo socialismo juvenil (II)
Foto: Pixabay

Cómplices

La luz nos brilla distinta una herradura,
y cómplices, aunque la mar erupcione espinas;
al asalto del inesperado vacío
que se elude en tus formas, natural esclavitud…
mensajeros de la distracción
maquillan el drama
con sodas y dulces…
la manzana sigue siendo la ventana rota
que a pesar de tanta vileza
sigue creciendo…

 

1981. Beto ya leía los clásicos a los 10 años, citándolos en su adolescencia con fortuna y sin dejo de erudición alguna, sin pose, con la altura suficiente que pronto sería modelo a seguir para nosotros, o por lo menos, nos impactaría por mucho tiempo; poseía una voluntad arrolladora, un carisma indiscutible, y ya desde los catorce años se perfilaba cual efebo criollo que traía muertas a las niñas del conjunto residencial donde vivía, el apartamento de Lusitania en Tuluá que fuera nuestra guarida durante estos años intensos…

De aquellos años el brillo y la risa, el absoluto desapego y la calma de hogares clase media donde madres y padres voluntariosos se partían literalmente el espinazo para poder que nosotros gozásemos del ocio que nos hizo tan uno mismo aunque transitoriamente, juntándonos para proponer a la vida con el rumor furtivo del murmullo profundo, con el aleteo del verso no perfecto pero pretendido certero, el argumento agudo y el amor por todo lo bello que componía universos múltiples, en inmensas polifonías verbales.

Humberto se embarcaría en la aventura de cambiar al mundo agitando las banderas y la voz en las plazas públicas, intentando sacar a astazos al imperialismo gringo y enarbolar la igualdad para todos, …en estas alzó conmigo para las mismas; mientras Jhompo se divorciaría de un hogar matriarcal que no soportaba, se alistaba a recorrer el país con más que una mochila y sus dieciséis años, sumando compañías en el camino, aunque en principio no partiese solo, lo animase un alter ego que fuese guía espiritual para la vida práctica...

Un episodio de su vida que nos citará en muchas ocasiones sin entrar en el detalle. Con esta vida trashumante entintaría líneas magistrales compartiéndolas más adelante en intensas tertulias a la linterna de una ‘Luna nueva’ y en la complicidad de unos poetas de los lunes entre los cuales, quien escribe no fuere más que un infiltrado… esta luna del poeta Ortiz, un rolo de Tuluá, nos alcanzó publicidad chiquita, nos hizo notorios y posibles en la adversidad de la pluma entre otros como nosotros, nos dio la tertulia con esos otros y su brillo igual perfiló algunos eclipses personales.

Estábamos creciendo. A futuro serían muchas lunas y lunes, aunque la vida nos desperdigaría en sus ritmos irrefrenables a calendas distintas

LOS ASESINOS TRANSITAN LOS ROSTROS / en busca del imperceptible desafío, / de la amenaza que los incite a detenerse, / desenfundar el revólver y sentir que su índice / es otro falo copulador, aunque siniestro, / para culminar en el breve orgasmo de las detonaciones /  ante un grupo que se estremece titubeante /  mientras se desploma como un muñeco de aire / que un niño pinchara a hurtadillas” (Jhon Jairo Guzmán Abella, tulueño)

En el pueblo que aún era Tuluá, había de ver a Humberto tomar la palabra en las tarimas de los parques a sus 15 años, era un fenómeno realmente. Su pasión y argumento encendían incluso a los más fríos de intelecto y corazón.

Llenamos buses por decenas para manifestaciones de la UP y el M – 19 en Cali, eran tiempos de la paz de Belisaurio, conocimos a Braulio Herrera, Antequera, Pardo Leal, disfrutamos con ellos en reuniones públicas de recintos cerrados o en las plazas, estábamos en la hora del Bateman que se sucedería en Pizarro; cuando quise conocer a Navarro Wolf, sucedió justo antes el que parte de su humanidad quedase esparcida en las paredes de un lugar público de Cali.

Vendría otro capítulo de las legendarias pedreas de los estudiantes del Gimnasio del Pacífico en Tuluá, las reuniones del partido comunista se hicieron parte de mi itinerario, la propaganda se estacionaba en las casas para dispersarla en seductoras jornadas de ‘spray’ nocturnas…

Deslizábamos subrepticiamente bajo las puertas de barrios como el Victoria o el Popular, pertenecientes a una clase media engordada y ahíta en el discurso de empresas-tentáculo de transnacionales, en época cuando existía entonces algo raro hoy que se llamaba empleo formal, de cuando en vez, y sin duda y sin falta cada año por diciembre repartían en esas casas a modo de espejos y baratijas coloniales, a cual indios sudacas, chucherías o lencería personalizada para hogares estándar promedio, con el nombre de la empresa en los culos de tazas, la cara de relojes de pared, ceniceros, cafeteras… en todo refulgía presente el sello y la marca corporativa cuyo sortilegio venía del mundo libre, perfectamente planeado por el dios del norte, la “Yunaire”;

No era raro entonces creyesen detrás de estas puertas mudas de media noche, convencidas totales sus gentes a rato por la tele o el cine, y siempre por la marca de la empresa repartida en sus rincones, en la existencia allende el mar de autopistas de ‘manjarblanco’, piscinas de miel y autos a los que pronto les saldrían alas, o tener por certeza que los supermercados acoplarían una especie de líneas “sin fin” que conectaran directamente con el refrigerador de la casa la bodega de la despensa del Supermarket.

Cosas técnicamente posibles, ¡claro! Aunque se guardaban y se guardan muy bien en advertir esta tele y el cine: ¿cuánto? ¿a qué costo? Ah, y para ¿quiénes?

Lo mejor de todo es que el mundo libre para la gente detrás de las puertas clase media de ésta la seudo aristocracia obrera, para esta gente ¡todos estos actos de pavorosa tecnología¡, ya estarían aquí pronto por la maravilla del libre mercado y la bondad suprema de su majestad el capitalismo rampante, por obra y gracia del glorioso dios del norte, ¡encarnados en Superman y Rambo! Eran los ochenta del siglo XX.

La amenaza entonces éramos el socialismo absolutista, emparentados sin duda alguna con Stalin, Mao y Fidel Castro; todos estos iconos juntos resultaban lo mismo al discurso igualitario de los mass media, eran en todo casi monstruos que no dejaban espacio a ninguna libertad: ¡Cuidado! No eran más que bestias voraces de egoísmo infinito los que no permitían en sus territorios la luz de la verdad, el socialismo era lo peor, el capitalismo era el progreso y la luz del mundo, cualquier otra cosa sería retroceder…

La televisión, la caja mágica, esa caja idiota y la séptima de las artes, el cine, redondeaban puliendo el discurso aún como ahora y en tal intensidad, que las mentiras repetidas siguen y seguirán siendo más ciertas y certeras que todos los discursos de la más acendrada razón. No comprendíamos eso, ellos lo comprendían muy bien, lo sabían y lo saben.

Nosotros vendíamos la idea absolutamente cierta, absolutamente ciertos ya y hoy ¿extensamente comprobada?, de un imperialismo económico y economicista que cual águila-buitre devorara hasta nuestras entrañas, sin empacho y en el más absoluto cinismo… lo decíamos en caricaturas, con argumentos y cifras y hasta hechos recurrentes y presentes a la vuelta de la esquina, evidenciándolos en la propaganda que escurriésemos cada noche.

¡Qué risas o rabias debíamos causar pasando por alarmistas, extremistas, mentirosos ¡éramos de seguro una plaga fastidiosa quizás, dejando solo un basural!

Pero sin duda sí, éramos peligrosos para el estatus quo, lo éramos precisamente porque queríamos educar, sabíamos hacerlo y a lo mejor lo estábamos logrando por la respuesta visceral obtenida, no nos podían dejar pasar, no nos dejarían seguir construyendo la consciencia que estábamos despertando…

Ese vals que se trasnochó desde el bogotazo se convertiría en un folk medio polca en manos del generalote que parió al frente nacional, devino en los Carlos Lleras, el López que fue y el que era -más de lo mismo-, hasta los Turbay, espacio tiempo en donde de la mala hierba de la sierra nevada, nevó a la selva tropical la cocaína de la más alta pureza en el mundo, …a destiempos después por más de tres décadas, en medio de guerrillas surgen plagas que serían peores o iguales a lo que se decían las primeras… “La cura resulta más mala que la enfermedad”. 

Entonces fue de pronto, florecía  al calor del Plan malsano de Kissinger, los nefastos “Planes ‘chiquitos’ para las Américas”, distribuidos en versión específica, sembradas como pandemias y trazadas a veinte, cincuenta años por las oligarquías gigantes del norte y las enanas del sur, con tantas ínfulas las primeras como las últimas; el escenario está entonces creado a hidras de cartilla de cuento: las narco políticas, parapolíticos, FARC políticas, carruseles de corrupción, se maximizan a esta sombra la habilidad de los que hacen las leyes… las mismas que favorecen o enriquecen a los protagonistas de primera línea, ¿la ley con el hampa? ¿No será gringo el modelo? 

Las zonas geográficas infestadas de una u otra plaga, narco política o para política, caras de la misma moneda gastada, coinciden con la agroindustria, la agricultura o minería a gran escala, abonadas por la ultraderecha en los recovecos del país, tras convenientes desalojos de sus dueños ancestrales en desbandadas paracas siempre favorecedoras a acciones transnacionales o bien a nombres propios de gamonales, ¡¿coincidencia?!, una vez les han dado mullidas casas fiscales por casas – cárcel, con condenas paupérrimas… y sus hijos o émulos, su sucesión dinástica, nombres lavados al Congreso, con el prestigio de una  alta y solemne marca registrada en los medios: partido de don fulano ilustre patrono, padre celebérrimo y supremo de la patria… boba, “Ese es el negocio, socio”, y,  ¡el negocio debe continuar!

La revolución tal vez estaría temporalmente desvertebrada dando origen a nuevas clases sociales variopintas como los ‘mamertos’, los transpolíticos, los multipartidos, los radicales silenciosos y los malparidos, de los cuales y más de estos últimos, llegarían muchos al Congreso…

Continuar con el proyecto político en esta polifonía de vanidades perversas, era por lo menos para mí estúpido, un sin sentido, un suicidio insuficiente e irracional quizás…

En todo caso era en otra cosa en la que uno se convertiría al querer continuar en la línea de la revolución que nos trazásemos. Nos cambió el guion…

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