Estos últimos días ha sido nefasta para las mujeres en Colombia, las noticias de abuso sexual y asesinatos no han parado, como el caso de Karina Blanco Durán, una menor de edad de 16 años que había desaparecido en El Playón, ubicado en el departamento de Santander y apareció en un río de la zona fronteriza.
El cuerpo de Karina fue hallado con secuelas de violencia sexual y física realizadas con un objeto cortopunzante, según relataron testigos la menor se dirigía hacia el colegio cuando identificó que un hombre la seguía, al notar la presencia del desconocido pudo realizar una fotografía que mandó a un familiar, pero minutos después la comunicación se perdió y ya se sabe cómo terminó todo.
El segundo caso, cuyo desenlace es casi que imposible describir con adjetivos, sucedió en el municipio de Galapa con otra menor, esta vez una bebé de tres meses, que murió al ser abusada sexualmente por su padrastro de 17 años. Según se relata, el hombre aprovechó que la madre de la menor no estaba en la casa debido a su trabajo.
Los dos casos lejos de ser acontecimientos aislados hacen parte de una compleja situación a la que nos enfrentamos las mujeres en Colombia, el riesgo inminente que representa ser mujer en esta sociedad donde nuestros derechos están, en muchas ocasiones, relegados.
Según datos de la investigación “Delitos sexuales a menores en Colombia: la educación sexual como principal herramienta”, realizada por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE), de la Universidad Javeriana, durante el 2021 se presentaron en Colombia aproximadamente 43.993 denuncias asociadas a delitos sexuales, en las cuales el 85,4 % de los casos la víctima era una mujer. Se estableció también que, del total de las denuncias, 27.000 denuncias, que representa el 61 %, tienen como víctimas a niños, niñas y adolescentes.
En la actualidad en cualquier lugar las mujeres podemos ser víctimas de algún tipo de agresión sexual o incluso de homicidio, en el colegio, el sistema público, la calle, o un centro comercial… el saber que no se están garantizando los mínimos derechos a las mujeres y que está vez fue Karina, pero en otro momento puede ser cualquiera de nosotras nos deja a la deriva.
De nuevo se hace énfasis en que no es solo una cifra más, en que se hace necesario exigir una y otra vez, aunque hasta momento poco se haya hecho, políticas publicas efectivas por parte del estado que protejan nuestros derechos fundamentales, pues, ¿Qué clase de sociedad se permite soñar con un cambio cuando permite que se aniquilen las vidas de las mujeres de esta forma?