Si se toma la intención de voto en primera vuelta de los candidatos más opcionados a la Presidencia de la República, por regiones, según la encuesta del Centro Nacional de Consultoría para la revista Semana, publicada el 21 de abril, la sorpresa es mayúscula. Aparte de Antioquia y el eje cafetero, donde lidera Federico Gutiérrez, con 41 %, en todas las demás regiones, Bogotá (47 %), Caribe (50 %), Pacífico (53 %), Centro Oriente (25 %) y Centro Sur (34 %), lidera Gustavo Petro muy de lejos del segundo, que es Federico Gutiérrez, a quien le saca 31 puntos en Bogotá, 25 en la región Caribe, y 37 en la zona Pacífico, lugares donde están las mayores concentraciones de votantes.
Y la sorpresa es aún mayor si se analiza la intención de voto por estratos sociales. En todos ellos lidera Gustavo Petro: 33 % en el estrato alto (5 y 6), 32 % en el medio (3 y 4) y 39 % en el bajo (1 y 2), desvirtuando el argumento de que es el candidato de los que no tienen nada que perder, cuando en realidad es el de todas las regiones y todos los estratos. Aún, cogiéndole todo el dobladillo posible a los resultados de la encuesta, es claro que, si las elecciones de primera vuelta fueran mañana, Gustavo Petro sacaría la votación más alta, y a 12 puntos como está de obtener el 50 % de los votos (la encuesta le da 38 % de intención de voto, en ascenso, en las tres mediciones que se han hecho), es muy difícil pero no descartable que pueda ganar en primera vuelta, si sigue subiendo.
A no ser que la encuesta tenga sesgos de origen en el tamaño, la distribución geográfica y la escogencia de las muestras, que son lo que producen esos resultados. Lo cual lleva al tema complejo de si esas encuestas costosísimas y en apariencia hechas con todo el rigor estadístico, buscan crear una tendencia más que detectarla. Una conclusión un tanto perversa puesto que Semana es un órgano informativo de derecha, y habría que atribuirle la intención maquiavélica de inflar a Gustavo Petro para crear temor entre los electores y motivarlos a votar por su candidato.
Sin embargo, el hecho de que la coalición del Pacto Histórico haya sacado casi 6 millones de votos en la consulta del 13 de marzo y Gustavo Petro ande hoy presumiblemente cerca de los 8 millones (que es lo que significa tener 38 % de intención de voto sobre 20 millones de votantes), es consistente con lo que sucedió hace cuatro años, cuando obtuvo dos millones de votos más en la primera vuelta de los que había obtenido en su consulta; mientras Federico Gutiérrez con 23 % de intención de voto, mantiene los mismos 4,6 millones de votos que obtuvo la consulta del Equipo por Colombia. O sea, Federico Gutiérrez no ha crecido y Petro sí.
Si ese es el resultado de la primera vuelta, Petro ganador 15 puntos por encima de Federico Gutiérrez (que son tres millones de votos), tiene sentido el escenario que esa encuesta crea entre los dos para la segunda vuelta, en la cual Petro sacaría 45 % de los votos y Federico 37 %, 8 puntos de diferencia que son 1,6 millones de votos. Los mismos 8 puntos que según la encuesta le sacaría a Sergio Fajardo, en el caso de que su remontada funcione y pase a la segunda vuelta (la encuesta le da a Fajardo 7 % de intención de voto, que serían 1.4 millones, por debajo de lo obtenido por la Coalición Centro Esperanza en su consulta).
________________________________________________________________________________
El temor que genera Petro entre algunos sectores tradicionalmente abstencionistas, podría aumentar la participación electoral en su contra y producir desbandada de votos en las otras candidaturas
_______________________________________________________________________________
¿Qué podría alterar esa situación? Varios factores. Uno muy poderoso, que el temor que genera Gustavo Petro entre algunos sectores de votantes tradicionalmente abstencionistas, que viven plácidamente en su zona de confort, aumente la participación electoral en su contra. Otro, que esos temores produzcan una desbandada de votos en las otras candidaturas y de hecho se adelante la segunda vuelta, ante la idea de que ya las cartas están echadas. Otro más, que las expectativas de intención de voto de Gustavo Petro, que son mayores entre los más jóvenes y los más pobres, no se materialicen en las urnas, pues es una población muy numerosa que vota menos. Y la última, pero no la menos importante, que la remontada de Fajardo funcione y se convierta en una alternativa real frente a Petro y Gutiérrez, que es de lo que trata la primera vuelta electoral: escoger la mejor opción.
La segunda vuelta es la escogencia, muchas veces dolorosa, entre dos finalistas, en la cual la gente vota por el que más certezas y menos temores produzca. Pero es tapar el sol con un dedo no darse cuenta, de que para bien o para mal, por las razones que sean que expliquen su popularidad, bien sea como consecuencia de un fracaso de la actual dirigencia política o por la emergencia de una nueva que la mayoría de la gente percibe como más cercana, por el agotamiento de las actuales políticas gubernamentales o porque es el momento de la oposición, por lo que los candidatos representan o por sus capacidades intelectuales, si las elecciones fueran mañana Gustavo Petro sería el Presidente de la República; aunque se sabe que los votantes deciden a última hora por quién votar llevados por la emoción del momento, y si no llueve.