La adhesión de César Gaviria a la campaña de Federico Gutiérrez genera mucho temor en Colombia, por lo que se ve venir en los próximos cuatro años. Hagamos memoria de quién es Gaviria: fue presidente de Colombia del 7 de agosto de 1990 al 7 de agosto de 1994, en reemplazo de la candidatura Luis Carlos Galán, quien fue asesinado por la mafia del narcotráfico ante los anuncios de combatir y extraditar a los vinculados con el negocio ilegal de las drogas.
Fue el propio hijo del líder inmolado Juan Manuel Galán, en plenas exequias de su padre, que le pide a César Gaviria que asuma la candidatura en reemplazo de su papá. Pero Gaviria no es Galán en asuntos políticos, ni en nada. La política de César Gaviria consistió en promover el neoliberalismo, que no es lo mismo que lo que planteaba Galán. Es decir, el Nuevo Liberalismo, con el cual se proponía moralizar la sociedad colombiana y promover mayor productividad combatiendo la ilegalidad.
Gaviria tuvo un lema de campaña que rezaba: “Con Gaviria habrá futuro”. En su discurso de posesión, el 7 de agosto de 1990, anunció la apertura de la economía y mayor productividad, el respeto a la orden legal, un país más competitivo. Y remató diciendo: “Colombianos, bienvenidos al futuro”. Pero lo que vino posteriormente fue un gobierno de la oscuridad, empezando porque había una crisis energética ante el desabastecimiento de agua en los embalses de las hidroeléctricas, que obligó a suministrar energía eléctrica de manera racionada y con cortes de energía en el día y en la noche; lo que trastornó el país por completo. Sumado a ello, para poder aprovechar el día se adelantó una hora, la llamada ‘hora Gaviria’, haciendo madrugar más a la gente, generando un caos.
Per lo más grave del gobierno Gaviria es que impulsó unas reformas tan lesivas para el pueblo colombiano que llevaron a la ruina a vastos sectores de la población colombiana con el impulso de los Tratados de Libre Comercio, sobre todo al campesinado. Se privatizaron y se acabó con importantes empresas del sector estatal como Telecón, Caja Agraria, Banco Cafetero, Banco Ganadero, Banco Popular, Banco Central Hipotecario, Inscredial, Incora, Instituto de Desarrollo Rural y un largo etcétera de empresas públicas que se liquidaron o se vendieron al mejor postor.
El neoliberalismo había entrado a Colombia, una política nefasta que solo beneficia a los grandes empresarios nacionales, a las multinacionales, y obedece a políticas económicas del Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, la Fundación Rockefeller, la OMS, entre otras; que se encargan de trazar políticas que garanticen el endeudamiento, y, con ello, aumentar los impuestos y abolir los subsidios para garantizar los empréstitos.
Gaviria llevó el país a la ruina dejando a miles de personas sin empleo al liquidar o vender las empresas públicas. Con los Tratado de Libre Comercio emigraron millones de campesinos a la ciudad a mendigar en las calles, ante la imposibilidad de competir con los productos importados. Es decir, el neoliberalismo es el peor de los males que le puede ocurrir a una nación. Para facilitar las cosas, y no tener mayor obstáculo en su programa nefasto, con la Constitución del 91, permitió el paso del Estado empresario al Estado regulador. Se abrió campo a la prestación de servicios públicos y sociales por el sector privado.
Ahora, con la supuesta alianza programática entre Gaviria y ‘Fico’ Gutierrez, según el propio Rodolfo Hernández, el compromiso del presidente del Partido Liberal es que, de ganar las elecciones ‘Fico’, le deberá entregar a Gaviria el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Hacienda. Allí está representado el máximo poder. Con lo que se concluye que, si las cosas resultan del lado de ‘Fico’, en ultimas el presidente sería Gaviria, porque se llevaría consigo todo el poder y retornar a los tiempos más oscuros del neoliberalismo.
Oído, colombianos: con ellos viene la ruina y la pobreza, y no seremos como Venezuela, sino como Haití.