Y en medio de un tenso momento social y político, emerge a paso lento pero seguro nuestro estimado presidente etéreo. Digo etéreo por su ya desgastado semblante, y eterno en otros sentidos. Quizás a nivel de lo simbólico y discursivo; pues puede que incluso en estos dos planos el señor Álvaro Uribe nos acompañe mucho tiempo después de que su existencia física concluya.
Ahora bien, me interesa mucho más el saber si el expresidente Uribe logrará conciliar el sueño en su casa, en estas frías noches previas al juicio.
Me lo pregunto en calidad de ciudadano preocupado, claro está. Pues me preocupa el bienestar emocional y la higiene del sueño de este gentil y siempre confiable adulto mayor. Dicho esto, cómo olvidar todo lo que este buen hombre ha aportado a la mágica pero otras veces cruenta tierra en la que por la "Divina providencia" nos tocó vivir.
Vale la pena pensarlo.