Entre la charlatanería positiva y el renacer en Colombia

Entre la charlatanería positiva y el renacer en Colombia  

En el país no hay salvadores ni los habrá, pero hay grandes seres humanos, a los que lastimosamente, por su honestidad, atacan inmisericordemente,

Por: Antonio Segundo Vargas Mendoza
abril 29, 2022
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Entre la charlatanería positiva y el renacer en Colombia  
Foto: Pixabay

“Hablo con la autoridad del fracaso”

Scott Fitzgerald

La canción Piano Man, del compositor y cantante Billy Joel, cuenta historias de personas que van a los bares sumidos en los pensamientos de sus pesarosas historias, tal vez, víctimas de unas circunstancias de vidas que eligieron por ellos; y uno de los momentos más triste en la tonada se da cuando se presenta a John, el amigo de la barra, cuya virtud es conseguir bebidas gratis, contar chistes y encender los cigarrillos de los clientes. Pues es él quien pronuncia la frase: “Esto me está matando”, refiriéndose a lo que hace, mientras una sonrisa se le escapa de la cara, porque “él creyó” que “podría ser” una estrella de cine.

Este episodio me hace pensar en mi país, sus agudos problemas sociales y en las vidas atrapadas de centenares de personas que no tomaron sus decisiones de vida en pleno uso de la libertad y en democracia, sino que fueron las circunstancias propias de una historia pletórica de desigualdad, injusticias y maldad las que lo hicieron por ellos.

En Colombia son millones los que claman por ayuda, pero simplemente no pueden transformar sus vidas sin la generación de unas condiciones sociales y políticas para que ello ocurra. Mientras, los demagogos de la positividad se la pasan diciendo: “Querer es poder”, expresión dispuesta a levantarnos el ánimo. “El que persevera alcanza” oración que promete una meta (dinero, amor, felicidad, etc.). Ahora, y ¿qué pasa cuando una persona da lo mejor de sí, pero no lo logra?

Entonces salen los campeones de la positividad a decir: te falta “esfuerzo y sacrificio”, y el culpable eres tú resentido social, que quieres todo regalado. Argumento que ha utilizado la oligarquía anacrónica colombiana para excluir a la mayoría de la sociedad. Y a esa farsa no le falta su comité de aplauso proveniente de un sector retrogrado e ignorante.

No siempre somos culpables de nuestras caídas, en ocasiones la espesura del bosque es muy agreste, en otras es la felonía, de los hombres las que salen avante; los políticos profesionales que nos gobiernan, y a veces es el azar o la peste la que nos da un revés y nos deja tendido en la lona.

Dicen que, Alejandro Magno, después de pelear en más de un centenar de batallas, con los huesos rotos y partidos por todo tipo de armas, con el cuerpo lleno de cicatrices, al sentirse traicionado y desmoralizado, gimió en las lejanas tierras de Asia. El valiente Aquiles, una noche, aún con el cuerpo, ensangrentado y caliente de su heroico contendor, Héctor (domador de Caballos), se arrodilla y deja escurrir las lágrimas al darse cuenta que en la mañana todo seguiría siendo igual.

Entre tanto, el tiempo pasa y nuestra energía vital se va perdiendo, los sueños se van diluyendo y no cambiamos la vida. Muchas veces nos quedamos esperando una falsa esperanza, como aquel coronel Macondiano que tenía la ilusión de recibir su pensión de veterano y que nunca llegó, o Florentino Ariza esperando el amor de Fermina Daza, 51 años, 9 meses y 4 días, que por lo menos consiguió.

¿Cuánto tiempo vamos a esperar? ¿Será que un día sí cambiamos?  ¿Será que podríamos hacer algo más grandioso con la vida si nos brindasen las oportunidades que necesitamos los dé a pie? O ¿Colombia está condenada a ser una tragicomedia eterna?, ¿triunfará nuevamente la banalidad del mal de que hablaba Hanna Arendt? ¿Ganarán los mismos tramoyeros y rufianes de siempre?

En Colombia no hay salvadores ni los habrá, pero hay grandes seres humanos, a los que lastimosamente, por su honestidad, atacan inmisericordemente, para desmoralizarlos, satirizarlos y conducirlos al corazón de las tinieblas a vivir el horror -Joseph Conrad-. Pero con todo y ello, hay una luz que crece cada vez más en favor de un asomo de libertad, de democracia y de un cambio con un gobierno progresista, y quizás, quizás, Juan, Catalina, José, Álvaro, María, Valerie, Julián, Pedro y millones de jóvenes y pueblo en general “puedan ser”.

 

 

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