"Cohesión y coherencia textual: perspectiva lingüística y cuántica".
La palabra texto significa tejido. Toda construcción verbal surge de tejer un pensamiento con otro, una idea con otra en forma lógica y significativa. El texto escrito o verbalizado surge del interior de la persona, de su mente, del espíritu. En otras palabras, del corazón (“de la abundancia del corazón habla la boca”, enseñó el Divino Maestro).
Para que un texto logre ser convincente; es decir, conforme a la verdad, tiene que haber correspondencia entre lo que uno piensa y dice y hace. Primero ser una luz para uno mismo, y luego sí, quizás, iluminar a los demás.
Coherencia, es decir, correspondencia entre arriba y abajo, entre lo de adentro y lo de afuera. Esta honestidad le da fuerza al texto y credibilidad al mensajero o emisor. Es difícil engañar a las personas, pues todos tenemos, aunque en diferentes grados, dos dones: percepción y consciencia. Así, alguien puede hablar maravillas, pero si no es coherente, alguna señal lo va a delatar.
Una persona despierta capta dicha incoherencia. En este sentido, quien emite un texto lo hace desde determinado campo vibratorio. Esta vibración de alguna forma es percibida por el público o receptores.
Cambia tu mente, tu corazón, tus pensamientos, tu mundo interior y el mundo de afuera cambiará. Coherencia es lógica, sentido, significado o semántica textual. También es la ley, la norma gramatical del lenguaje aplicada.
La cohesión es el elemento de enlace, de conexión, el enganche. Esto es lo que permite que una palabra, una oración, una frase, una proposición o idea (etcétera), se encadenen unas con otras hasta formar un discurso igualmente dotado de lógica y sentido. Por eso coherencia y cohesión van de la mano. Sin coherencia no existe cohesión y viceversa.
Son dos caras de la misma moneda que revelen una sola esencia: el texto.
Cuando existe armonía entre coherencia-cohesión, los textos emanados de pensamientos puros, limpios y verdaderos conectan con mentes que estén vibrando en la misma tonalidad.
Aristóteles lo explicó magistralmente: “Lo semejante atrae a lo semejante”. Es la ley de la atracción. Todo sucede a un nivel cuántico. La interconexión es una realidad evidente. Todo es relativo a todo. Todos estamos interconectados. La cohesión significa conectar correctamente.
Nuestro ser funciona como un tejido; es decir, como un texto. La gente lee e interpreta ese texto que va reforzado con un lenguaje no verbal (gestos, posturas físicas, vestuario, actitudes y distintas expresiones corporales). Que cuando la gente te vea, lea y escuche perciba tu coherencia y cohesión. Así conectarán contigo conforme a tus rectas intenciones y a la Voluntad Divina. Los grandes maestros espirituales, más que hablar de paz y amor, eran la paz misma, eran o son el amor. Su sola presencia es un Texto que comunica sin emitir una sola palabra. Y cuando hablan ya tienen “fascinado” al público. Un maestro o maestra espiritual “es”.
• La construcción del texto escrito o verbalizado:
El origen del texto es la necesidad de comunicar algo, tener algo que decir, un mensaje. En consecuencia, se revela en palabras.
Los pasos son:
1. Qué decir: el mensaje enviado por un emisor con destino a un receptor, a través de un código (sistema de signos, lengua o lenguaje) usando un canal (medio de comunicación, plataforma real o virtual). Si el receptor interactúa con el emisor (respuesta, diálogo) se da el fenómeno denominado retroalimentación.
2. Cómo decirlo: es la aplicación de técnicas de comunicación conforme a un conocimiento previo o autoconocimiento del emisor. En un nivel más avanzado existe la teoría literaria para elaborar o interpretar textos artísticos.
3. Dónde decirlo: lugar, contexto o situación de habla.
4. Cuándo decirlo: buscar el momento oportuno. Esto es fundamental, porque todo tiene su tiempo. Sólo una persona habituada a "observar" elige el momento justo para emitir un mensaje o texto. Es el mensaje del Universo a través de él.
