Parece que hubieran pasado siglos desde los años en los que James Rodríguez era uno de los mejores jugadores del mundo. Su paso al Real Madrid, en 80 millones de euros, después de salir goleador del mundial de Brasil, lo puso entre los mejores. En España calló muchas bocas hasta que empezó la lesión que lo terminaría acabando futbolísticamente. Mucho se ha hablado de la presunta irresponsabilidad de James pero nadie sabe que el Real Madrid, su equipo, lo dejó completamente solo en esa lesión de la que incluso Rafa Benitez, que siempre le tuvo ojeriza, se alegró de que James se lesionara para darle más minutos a Marco Asencio y a Isco.
James ya tenía esa lesión en el soleo que terminaría reduciéndolo y convirtiéndolo en un jugador en donde incluso, desde el fútbol de Catar, ya empieza a verlo como un hueso. Pero James, a los 25 años, en el 2016, pudo revertir la tendencia que hoy, a punto de los 31, lo tiene cerca del retiro. Con una preparación acorde y el tratamiento indicado lo hubiera conseguido, pero el de James fue un caso parecido al de Nairo Quintana y los españoles de Movistar en el que lo abandonaron a su suerte.
Hoy todos le dan palo a James pero nadie se pone a pensar, así sea un momento, en que el colombiano hizo todo lo posible para brillar a pesar de tener, siempre, un ambiente adverso. A veces es difícil pelar contra el viento.