La Madre Tierra le pide a la humanidad actuar de manera consecuente y responsable con ella, tratarla con cuidado, con afecto, con admiración y respeto. Cuidarla implica ponerse del lado de la vida y asumir responsabilidades éticas, estéticas y de sentido común, orientando todo acto humano individual y colectivo a crear condiciones favorables para vivir como seres humanos comprometidos con los otros y con el entorno.
Cuidar y proteger a la madre tierra, se aprende y si se entroniza en la cultura, cuidar la Tierra es preservar la vida humana, la de las demás especies y los bienes naturales que son la base de la riqueza material colectiva, y cada recurso ha de ser adecuadamente utilizado.
El cambio climático destierra a las aves, agita los mares, derrite los hielos y genera desequilibrios que rompen la armonía del universo y se junta con las enfermedades causadas por abuso de contaminantes, fármacos, agroquímicos, drogas sintéticas, armas y venenos que degradan la tierra y enriquecen a pocos acumuladores a costa de daños en humanos frágiles y desprotegidos en ámbitos de desigualdad.
Las consecuencias del letal modelo neoliberal resultan devastadoras. En menos de cinco décadas han propiciado la destrucción humana y de la tierra, que nunca ocurrió siquiera por sumatoria de los últimos 10 siglos y a cambio del bienestar global esperado dejan malestar a 3/5 partes de los seres humanos excluidos, sobrevivientes con carencias vitales, en un lado del desastre sin retorno a la vista y del otro transnacionales, inversionistas globales, gobiernos despóticos y partidos en el poder, promotores de la guerra y de la muerte que hacen cuentas a su favor y las festejan.
De la salud de los ecosistemas depende en buena medida nuestra salud humana. De lo que da la tierra dependemos, y ello exige solidaridad, generosidad, sentido de humanidad. De cuidar del planeta dependerá poder contar nuestra historia de existencia.
El 22 de abril, reconocido por la ONU como el día de la tierra, constituye el momento más indicado para reflexionar sobre los derechos y el bienestar solo posible si se cuida el planeta, tanto de repetir las causas que la tienen enferma, como de sus depredadores: los dueños del capital, que sacan riqueza para ellos y dejan horror para todos.
Es también momento para rendir homenaje a pueblos y comunidades que protegen con su vida y, dignidad a toda prueba, la herencia cultural, las tierras ancestrales, la biodiversidad del mundo y salvaguardan recursos genéticos y conocimientos tradicionales. Sus luchas merecen admiración y reconocimiento, defendiéndose día a día del asedio y la muerte con fortaleza y valentía tratando de impedir que continue el genocidio y ecocidio sin freno ejecutado en impunidad por los poderosos.
El compromiso de pueblos indígenas, afros y campesinos de Colombia con el cuidado y defensa de la tierra ha sido determinante para seguir creyendo en el buen vivir, que es lo que nos merece todo ser humano.
El día de la tierra llama a señalar con nombre propio a los depredadores locales y a sus asociados en el poder del estado y a develar y enfrentar las nocivas políticas y programas de gobierno que envenenan con glifosato y bombardeos, rompen las entrañas con el fracking, cambian el curso de los ríos en beneficio de explotadores de carbón, destruyen poblados enteros para sacar oro, coltan, esmeraldas.
Es momento de hacer compromisos para defender la seguridad alimentaria y ponerse del lado de la defensa de la vida con dignidad y de la unidad naturaleza-cultura.
Deforestación, violencia, despojo, muertes por hambre y sed en el norte wayú, ejecuciones extrajudiciales en el sur, masacres en el occidente pacífico, terror en la frontera oriental, tienen en común usar las prácticas y retoricas del modelo del capital extractivista y saqueador que afecta a la madre tierra con connivencia del estado y estrategias de terror y adulteración de la legalidad, que no están dispuestos a cesar en el proyecto de poder, basado en apropiarse de los territorios y sus riquezas, someterlos, controlarlos y saquearlos, porque para los depredadores, territorio no es no cultura y vida si no despensa económica para llenar con arbitrariedades, fosas comunes y víctimas.
P.D. Por la V semana del planeta en la UPTC, gratitud hacia profesores, profesoras, estudiantes, grupos de investigación, y apoyo de organizaciones, instituciones y colectivos que mantienen esta iniciativa, en el marco de la cátedra bicentenario 200 años de biodiversidad, en defensa del planeta tierra. Gracias por ponerle nuevas ideas al campus universitario en el que los muiscas habitaron y enseñaron a habitar con respeto y admiración por la madre tierra y el universo.