La urgencia de darle un mejor uso al suelo en El Catatumbo

La urgencia de darle un mejor uso al suelo en El Catatumbo

Esta es una zona con una alta biodiversidad natural, pero también un territorio copado por cultivos ilícitos. Estos son los retos de las universidades allí

Por: Jonnattan Fernando Guerrero Navarro
abril 06, 2022
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La urgencia de darle un mejor uso al suelo en El Catatumbo

La región del Catatumbo se constituye en el 50 % del territorio del departamento Norte de Santander, con una superficie de 1.100.000 hectáreas (Has.) Comprende 11 municipios: Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa de Belén, Ocaña, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú. La vocación del suelo se distribuye así: área de conservación 627.000 Has. (57,6 %), área agroforestal 209.000 Has. (19 %), área agrícola 144.100 Has. (13,1 %), área de ganadería 55.000 Has. (5 %) y área forestal 52.800 Has. (4,8 %). Fuente: Conpes 3739 del 2013

Es caracterizada por ser una zona de alta biodiversidad natural; la cuenca del río Catatumbo posee dos categorías de conservación de orden nacional, el Área Natural Única Los Estoraques ubicada en el municipio de La Playa de Belén con una extensión de 640 Has., y el Parque Nacional Natural Catatumbo - Barí, que continúa hacia el norte con el Parque Nacional Serranía de Perijá en la República de Venezuela y tiene un área aproximada de 158.125 Has.

Adicionalmente, se encuentra la Zona de Reserva Forestal de la Serranía de Los Motilones que comprende 539.215 Has., en jurisdicción de los departamentos de Cesar, Norte de Santander y Santander, abarcando 18 municipios, 6 correspondientes a la región del Catatumbo (Convención, El Carmen, El Tarra, San Calixto, Teorama y Tibú). Fuente: Dane, REDATAM-SP-Censo Ampliado-.

En lo referente a lo agrícola, dicha vocación abarca un área de 144.100 Has., de las cuales según datos de la Oficina de Desarrollo Rural Departamental, en este momento, solo están siendo intervenidas 67.765 Has. equivalentes al 47,3 % de la zona dispuesta, demostrando la existencia de un 52.3% del área aun sin intervenir, potencial que podría ser aprovechado para fomentar el desarrollo agrícola de la región.

De acuerdo con el planteamiento de la SIAC, el problema radica en que “La utilización de suelos no coincide con la aptitud de los mismos; de ahí que los impactos derivados de esta utilización sean imprevisibles y con consecuencias sobre una gran variedad de servicios ecosistémicos”, además del desconocimiento de dicha aptitud por gran parte del campesinado que en su afán por solventar sus necesidades básicas en un territorio que ha permanecido en abandono estatal a lo largo de la historia, se observa la ampliación de sus fronteras agrícolas, muchas veces sin tener el concepto de la vocación o priorizando otro tipo de variables sobre esta, como lo pueden ser la cercanía a las carreteras o el fácil riego.

Una determinante más en la zona es el cultivo de droga, que al momento según la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), abarca 40.100 Has., en su mayoría en zonas de vocación agroforestal y de conservación, lo cual ocasiona la degradación del suelo y perdida de material vegetativo, así como la mutación de ecosistemas generando un impacto ambiental negativo, como se aprecia en la siguiente imagen.

Como universidad es nuestro deber generar procesos académicos que permitan un desarrollo positivo en la región; estos procesos deben estar enmarcados en el fortalecimiento de capacidades técnicas y humanas, fundamentando el qué hacer y el por qué se hace, con el fin de crear espacios de pensamientos reflexivos que lleven a disminuir brechas de ignorancia y lograr a través del tiempo, ser generadores de cambio; dado que las comunidades instruidas no son extraídas de sus realidades y contextos.

Además de establecer herramientas desde lo académico que respondan de mejor manera a los retos que afrontan en el territorio, con el objetivo que estos puedan ser agentes transformadores.

En cuanto a los parámetros de utilización de suelo, la Academia a través del proceso de regionalización, consigue llevar a la zona distintas actividades de fortalecimiento proyectadas en espacios de construcción de conocimiento colectivo (cursos, talleres, diplomados y asistencias técnicas); que pretenden entre otras cosas, tecnificar espacios de productividad y potenciar el sector agropecuario para convertirlo en un sector competitivo que guarde un equilibrio con el medio ambiente, modificando realidades sociales y económicas con mejores condiciones de vida y así mismo, que las áreas intervenidas con distinta vocación puedan empezar un proceso de recuperación.

Algunos de los retos importantes que convertirán un eje dinamizador en la región consiste en realizar presencia proactiva por parte de la universidad, que genere estados de confianza a través de procesos de formación para afrontar conflictos sociales, económicos y/o ambientales, pero sin olvidar la premisa de: acción sin daño, estableciendo métodos que no constituyan estados de dependencia, si no construcciones colectivas que den como resultados sociedades más sanas.

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