El autocandidato Rodolfo Hernández, solo conocido por su lenguaje procaz y por los soplamocos que le descargó a un concejal de Bucaramanga, no ha expuesto una sola idea coherente de gobierno, de políticas o de metas para dirigir esta desvencijada nación. Afortunadamente, por ahora en temas internacionales los candidatos han sido parcos. Meterían las patas a las primeras de cambio. Don Rodolfo ya lo hizo y en pocas palabras mostró lo agropecuario de su concepto de la arena internacional, además de un total desprecio por la Carta, por las leyes, por lo que ha sido la política internacional del país y por los conceptos elementales de diplomacia.
Propone que nombrará en los cargos diplomáticos a gente que resida en el exterior. Así ahorra en gastos de viaje, salarios, primas. Añadió que no habrá gastos de representación. Habría que hacerle ver que desde tiempo inmemorial la diplomacia se ejerce mediante el envío de representantes personales del Soberano (cuando el concepto de nación no existía) y más adelante del Estado, al organizarse las naciones. La diplomacia profesional exige personal preparado, bien remunerado, con recursos para ejercer la digna representación del país.
La Carta dice que en el servicio público los cargos son de carrera y la ley establece cuáles son de carrera diplomática. El candidato Hernández propone saltar a la torera por sobre todas las normas y nombrar gente ajena al acontecer nacional, que vive en la sede y tiene intereses personales en donde vive, que no son funcionarios del gobierno, que desconocen totalmente las leyes y reglas que van a aplicar y que carecen del entrenamiento para servir en el ramo de la diplomacia. Por regla general, los países en donde se aposentan no los consideran diplomáticos; por lo que devengan como diplomáticos pero son fantasmas en donde supuestamente trabajan. Es axiomático que mientras menos viable sea un país, peor será su diplomacia. Parafraseando a Cantinflas, no son diplomáticos del tercer mundo, sino del mundo de tercera.
El daño que esta irreflexiva locuacidad puede causar es irreparable. Ya en el mundo entero se debe estar movilizando un ejército de intrigantes que aspirarán a encabezar las listas de nuevos diplomáticos, no importa a quién tengan que desalojar. Nuestro servicio exterior se ve gravemente afectado por estas personas que rondan buscando medrar. Pues, muy lamentablemente, la diplomacia siempre ha sido botín burocrático.
Entre los disparates que se han adoptado en este país está el del representante de los colombianos en el exterior. Ha sido objeto de las más vergonzosas intrigas, pues es una posición envidiable: vive en el exterior, devenga como parlamentario, no hace nada ni rinde cuentas. La posición no se usa para defender a los colombianos ni qué ocho cuartos, como diría otro candidato: es para servirse. Al punto de que el último, que fue descabezado en las pasadas elecciones, hizo nombrar a su padre como agente consular en España. En videos se ha conocido la vulgaridad y prepotencia con que papicónsul atendía con cajas destempladas a gentes de la colonia, y las expresiones soeces y totalmente inaceptables que tuvo con una compatriota.
La defensa de las repúblicas tiene dos pilares: la milicia y la diplomacia. Siguiendo el desorden de las ideas del candidato, así como la diplomacia la quiere depositar en cualquiera que viva afuera, también le encargará la seguridad y la defensa a cualquiera que tenga armas: BACRIM, GAO, GDO, GAOR, ELN, disidencias Farc, vigilancia privada, rubicundos “soldiers” de nuestro Aliado Principal Extra-OTAN (EE. UU.), rusos infiltrados, mas vándalos, agitadores o terroristas castrochavistas… el combo completo; gente descomunal, bien apertrechada, que no requiere uniformes ni comida ni barracas, pues se procuran todo a mano armada.
Supongo que también pensará ahorrar en el ramo de la justicia, suprimiendo juzgados, tribunales y cortes. Que los pleitos se arreglen a los coñazos, siguiendo su ejemplo y evangelio. En cuanto a las extradiciones, pues que los muchachos de la DEA se lleven al requerido y dejen en una notaría copia auténtica y traducida del temido “indictment”, avisando la fecha y hora de la partida. Total, todo lo demás no es más que trámite burocrático.
Un ahorro exorbitante que podría ofrecernos el candidato Hernández es retirar su candidatura. Y si es que sabe algo de ingeniería, que tanto se hace tratar de ingeniero, pues que se las ingenie pera trabajar en lo que estudió. Porque como dirigente es tan ocre y mediocre que ni siquiera los mandarines del fútbol lo acogerían.