Estamos inmersos en la campaña por la Presidencia siendo testigos de los posibles escenarios que enfrentaremos de acuerdo con el espectro ideológico que gane. Y en el caso de la extrema izquierda veo, quizá, el más incierto escenario, propio del populismo que recorre Latinoamérica por estos tiempos.
Desde frases desobligantes a históricos líderes políticos, insultos a los opositores a su plan de gobierno, adjetivos insultantes, hasta el uso de un léxico más cercano a la verborrea y a la incultura. Sin embargo, curiosamente veo que para un amplio porcentaje de la sociedad, este tipo de personajes son los que más le llegan a su idea de “nuevo país”.
Me refiero en este caso a la candidata escogida por Gustavo Petro para su fórmula vicepresidencial: Francia Márquez.
Una mujer perteneciente a una minoría racial, lo cual no la hace especial en una sociedad multirracial como la nuestra. Pero que, sin embargo, ha sido escogida precisamente porque a ese porcentaje de la sociedad le atrae su incultura, quizá porque entiende que apoyarla es una forma de insultar a la otra parte de la sociedad que trabaja, que hace los esfuerzos necesarios para conseguir lo que necesita para vivir, pero también se esfuerza por tener una buena educación.
No lo digo como forma de defenestrar a Francia Márquez. Porque nadie la podrá señalar de pícara, corrupta o mafiosa, como se acostumbra en este país para desacreditar a alguien sin pruebas. Tampoco por el hecho de que sea negra.
Me explico, es la preocupación de cualquier colombiano respetuoso de las ideas ajenas y de las personas por el solo hecho de ser.
Es que el vicepresidente reemplazará al presidente en caso de falta absoluta; y es pensando en eso que me preocupa en las manos de quien podría quedar un país lleno de problemas. Y, claramente, el país estaría ante otro problema que agravaría más los que arrastramos de tiempo atrás.
La Francia escogida por Gustavo Petro no tiene en su ser la esencia de la Francia del siglo XVIII de la libertad, igualdad y fraternidad. O esa, Francia de mayo del año 68 con la revolución de los estudiantes y los obreros. Considero que la Francia de Petro tiene el alma envenenada, llena de odios y resentimientos, y con ese estado de ánimos no puede llegar al gobierno para presentar cuentas de cobro. En tal sentido, la Francia colombiana es la antítesis de la de Europa, y así no se puede.
La Francia de Europa, con todos sus problemas y desaciertos históricos, es una República que inspiró a las naciones cuando se independizaron de España. La que inspiró a la naciente Colombia del siglo XIX, es el espejo en que aún se ven muchos Estados del mundo como un ejemplo de grandeza e ilustración.
La República francesa es noble y grande, promotora de los derechos humanos y con una rica historia de búsqueda de la igualdad entre sus habitantes, que acoge a todo el que pisa su suelo, arriesgándose a ser violentada y, sin embargo, no cierra sus puertas a todos lo que allí quieran estar.
Por el contrario, la Francia de Petro va pasando por los micrófonos insultando y malhumorada, amenazando con saldar cuentas pendientes que, en su criterio, todo un país tiene con ella y los suyos; encarna la rabia en el corazón de la que habla Íngrid Betancourt, esa colombo-francesa mundialmente reconocida.
Ojalá que alguien le explique a Francia Márquez que hay otra Francia que enorgullece a los suyos.
Puntoaparte. Termino de escribir esta columna y se conoce que el prestigioso médico Rodrigo Lara Sánchez, hijo del mártir de la patria Rodrigo Lara Bonilla (qepd) fue escogido por Federico Gutiérrez como candidato a la vicepresidencia.
El médico Lara Sánchez no necesitó militar en ninguna primera línea ni apoyar ningún movimiento de vandalismo para que fuera reconocido como el mejor alcalde del país cuando dirigió al municipio de Neiva.
Puntoaparte. Daniel Estiven y Salomé, dos niños muertos en el atentado terrorista contra un CAI en Bogotá. ¿Cuándo entenderán que nada puede ser superior a la vida humana?
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…
@LColmenaresR
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