Doctor Petro:
El país está viviendo un momento de gran esperanza ante la cercana posibilidad de que sea el pueblo colombiano el que se haga al poder: sería uno de los sucesos más maravillosos en la historia republicana de nuestra nación. El respaldo a este programa de gobierno crece cada día. La gente en los barrios y las veredas más apartadas se organiza en comités para sumar apoyos para hacer de este momento el suceso más grande de la que se conozca en nuestro país.
Cuando esto suceda, será el pueblo el que salga a celebrar el triunfo en las plazas y las barriadas, agitando banderas tricolores y banderas de victoria. Colombia no será igual que antes: empezará el momento de transición a un país más amable, donde las personas serán la prioridad y la educación será el instrumento de progreso de la sociedad; los campos volverán a florecer porque la prioridad será producir comida. Los ríos empezarán a recuperar su caudal y volverán a ser cristalinos, porque es más importante proteger el agua para el consumo que la minería voraz.
Estamos convencidos que el programa Colombia potencia mundial de la vida nos llevará a la sustitución paulatina de combustibles fósiles por energías limpias, pasar de una economía extractivista a una economía productiva.
Indudablemente que ese no será un proyecto inmediato, llevará algunos años su implementación, pero es el momento de despegar para replantear la relación del ser humano con la naturaleza con la finalidad de garantizar la sostenibilidad.
Un factor fundamental de este programa conlleva a pensar en el enfoque de género, es por ello el compromiso de hacer un gobierno con la participación de la mujer de manera amplia, pero sobre todo impulsar una sociedad hacia una vida libre de violencias contra las mujeres y por la garantía efectiva de sus derechos sexuales y reproductivos.
El compromiso, en igual manera, se establece en hacer una democracia multicolor: pasar de la desigualdad a la justicia social. El 54 por ciento de la población sufre inseguridad alimentaria y más de medio millón de niños desnutrición crónica y la desigualdad económica perjudican aún más el desarrollo infantil.
Doctor Petro: estos compromisos, expresados aquí en pocas palaras, son un gran reto para transformar el país. Se necesita de manera urgente empezar por acabar con la corrupción, que es uno de los mayores males que no permiten avanzar en bienestar para la gran mayoría de la población, sobre todo los sectores marginales que reciben los peores coletazos por robos descarados, como el de la conectividad o el Plan de Alimentación Escolar (PAE) de niños, niñas y adolescentes.
Los contratistas participan de un circulo vicioso de corrupción con el propósito de obtener jugosos “dividendos”, mediante mecanismos non sanctos, con los cuales se financian campañas políticas.
Estamos convencidos que las cosas no son fáciles; nada de lo valioso podrá hacerse con un denario, requiere del esfuerzo de toda Colombia con el liderazgo de una mente inteligente en el nombre de Gustavo Petro. Pero, claro, tenemos que prepararnos para sortear las celadas a las que nos tiene acostumbrado un régimen perverso que no quiere desprenderse de los manantiales del Estado, y que usufructúa sin piedad.
Vemos con esperanza esta oportunidad que tiene el pueblo colombiano de convertirse en alternativa de poder. Pero para atajar el paso de grandes multitudes, las élites acuden a celadas como el engaño, las mentiras y las difamaciones.
A ellos no se les ocurre presentar propuestas de gobierno; ya sabemos que no les hace falta, porque su intención es clara, seguir beneficiándose de lo que no les pertenece y que el pueblo aguante hambre, como los niños de la Guajira.
Esta vez no será como lo acontecido con Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa, quienes, con una oratoria conmovedora, logran encender la tea del conocimiento entre miles de personas en la plaza pública, dispuestas a abrazar el nuevo país.
Pero también el carisma de Carlos Pizarro Leongómez, quien se la jugó toda para hacer de Colombia un país en paz. O la gran frustración vivida por el pueblo colombiano, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla, el 19 de abril de 1970, se fue a dormir como nuevo presidente de Colombia, y despertó con un fraude electoral. Debemos estar alerta para que esto no vuelva a ocurrir.
En esta oportunidad, el pueblo colombiano no se da por vencido. Estamos muy próximos para llegar al poder con uno de los líderes más brillantes que ha parido esta nación; es el líder que mejor interpreta la sed de cambio de la Colombia mancillada.
Doctor Gustavo Petro, “¡salve usted la Patria!”, el pueblo colombiano, como lo señala nuestra gesta histórica, está dispuesto a entregar hasta el último aliento para sellar nuestra lucha por la democracia.
Con sentimientos de respeto y admiración,
Aníbal Arévalo