A Bogotá llegaron a llamarla la Atenas suramericana, se supone que el nombre se lo ganó por su diversidad cultural y el encanto de sus lugares. Pero aunque la ciudad es visitada por millones de turistas, la realidad es que varios de los sitios que promocionan los planes turísticos no son tan ciertos como deberían ser.
En la bella Candelaria antigua de calles empedradas y fachadas de colores y de arquitectura colonial, que sí es de mostrara, está el famoso Chorro de Quevedo, un lugar que todos aquellos que vistan el centro de la ciudad quieren conocer.
Los que llegan al chorro buscan precisamente eso: un chorro, una fuente, un riachuelo, un caudal de agua, pero allí lo único que hay es una fuente en piedra a la que nunca le corre agua. La verdadera fuente de agua del chorro de Quevedo, que era para el uso público, fue construida hacia la mitad de 1800, por el padre agustino Quevedo, de ahí su nombre, 50 años después, a comienzos de 1900, la fuente fue destruida para darle paso a un muro y a construcciones nuevas que rodeaban la pequeña plaza que es visitada por jóvenes irreverentes y hippies que toman vino en caja de cartón, fuman marihuana y cantan canciones de protesta o rock en español, mientras que uno u otro turista extranjero pasa temeroso por aquel sector, tal vez, con ganas de no volver porque sencillamente allí no hay nada que ver.
La Plaza de Bolívar de Bogotá es otro de los lugares de la ciudad que no es lo que debería ser, la plaza más importante de Colombia. Era una bella plaza cuando fue construida a comienzos de los años 1500 y con modificaciones posteriores llegó a tener fuentes y lugares para pasar el tiempo en ella. Pero esa belleza se acabó.
Con la ampliación de la ciudad y la construcción a su alrededor de las más importantes entidades de gobierno, como el Palacio de Justicia, la Alcaldía mayor, el Senado y la Cámara de Representantes la Plaza de Bolívar que antes se llamaba Plaza mayor y Plaza de la constitución. Después de varias modificaciones en 1960 la hicieron como está hoy en día una plaza aburrida sin atractivos y pequeña a diferencia de Plazas como la de Villa de Leyva o la de Tunja o la de ciudades importantes. La seriedad y la oscuridad y la frialdad y la radiografía de tardes grises de la ciudad se la imprimieron a este lugar
El mercado de las pulgas de Usaquén es otro de los lugares que aunque sí tiene mucho que mostrarle a los turistas y a los bogotanos que lo visitan, no es realmente lo que dice ser, no es un mercado de las pulgas. Es un comercio de bellas artesanías y arte nuevos. Además es algo costoso.
Un verdadero mercado de las pulgas es una compra venta de artículos de segunda mano, casi todas de ellas antigüedades. El original mercado de las pulgas es el de San Alejo, el que queda en el centro, en la carrera séptima con calle 23, allí si venden cachivaches y muebles y ropa antigua y a precios cómodos.
