No, no se confundan. Si, había que ganarle a Bolivia. Obvio. Si Bolivia hubiera venido a Barranquilla con su equipo titular sería una obligación ganar. Si viene con un equipo juvenil, la diferencia tenía que ser de cinco goles. Mínimo de cinco goles. A ver, con todo y la decadencia de Cuadrado, de James, son jugadores de mundiales, del Real Madrid y la Juventus. Estaba Luis Diaz, figura del Liverpool contra la nada. Contra juveniles de Bolivia. Y sin embargo el equipo sólo se aseguró el triunfo en el minuto 75. Contra la B de Bolivia. Si un ciego hubiera escuchado el partido a través de Caracol Televisión, pensaría en la Alemania de Beckenbauer, en la Colombia de Pekerman. Llegadas de gol, durante el primer tiempo, solo tuvo dos el equipo nacional. Una de ellas fue el gol de Diaz. No había juego colectivo, ni volumen de juego. Nada correspondía a la narración afiebrada, a los comentarios manidos que el famoso Refisal nos impone desde tiempos inmemoriales. Son las mismas anécdotas, los mismos conceptos tácticos trillados. Así como se necesita renovar al equipo nacional, no llamar jamás al verdadero pecho frío de la selección, Juan Guillermo Cuadrado, también necesitamos renovar a los periodistas deportivos. ¿Caracol no se dará cuenta que estamos tan hartos de Javier Hernández Bonnet como de James?
A James, cuando salió, la gente lo chifló, nadie hizo ningún comentario. Es como si estuviera prohibido, por parte de Bavaria, el gran patrocinador, decir las cosas verdaderas que pasan en el entorno de la Selección. Por eso, todo lo que digan los periodistas de Caracol, suena a mandado, a vernos la cara de estúpidos, las caras de clientes a los que nos están vendiendo un producto. En este caso no es un producto, es una ilusión.
Era lógico ganarle a Bolivia. Era lógico que Brasil aplastara a Chile, que Uruguay le ganara a Perú. Todavía no hay milagro a uno. Lo difícil, lo realmente imposible, es que el paupérrimo planteamiento de un mediocre como Reinaldo Rueda pueda derrotar al gran estratega José Nestor Pekerman que nos conoce como a nadie y que tiene la sangre en el ojo después de la afrenta que le hizo Jesurún, Alvaro Gonzalez y compañía, sacándolo como un perro de la dirección técnica que tanta alegría nos dio durante seis años. Desde 1996, cuando con goles de Valenciano y de Jorge Bermudez le ganamos al equipo de Pastoriza, Colombia no le gana a Venezuela en su casa. 26 años ya no es racha, es tradición. Pero ese no es el único problema, Perú va a enfrentarse con el peor Paraguay de los últimos cincuenta años, un equipo que no gana de visitante jamás y que, además, juega por la gaseosa. ¿Es tan fácil ser éticos por un momento? ¿Es necesario tratarnos como orangutanes o como votantes de Fico? ¿Algún día estas cadenas podrán hablarnos con la verdad?
No hay nada que celebrar. Se le ganó a un Bolivia Sub-23. Es como ganarle a las reservas del Junior de Barranquilla. Colombia no depende de sí misma. En ese sentido depende de Dios. Y Dios no existe.