Le dijeron que había un papel perfecto para ella en El Inútil, la novela que estrenó RCN en el 2001. Catalina Sandino tenía 20 años y estudiaba sexto semestre de comunicación social en La Javeriana. Había tomado clases de actuación en Bogotá no porque soñara aparecer en la televisión sino porque su sicólogo le había aconsejado hacerlo para vencer su timidez crónica. Impulsada por una fe que no conocía Catalina accedió a hacer el casting. Al director Tony Navia no le gustó lo que vio. Incluso le recomendaron olvidarse de la televisión: no era bonita y lo más grave, no tenía talento.
Dos años después se encontraría con el realizador norteamericano Joshua Marston y su vida cambiaría para siempre. No sólo conocería a su esposo, David Elwell, quien fuera el asistente técnico de María llena eres de gracia, sino que conseguiría su primer papel protagónico. Una de las razones de su escogencia fue precisamente porque Sandino parecía una no-actriz Sandino empezó a tomarse la actuación en serio. Se fue a Nueva York a matricularse en el Actor Studio, la academia fundada por Lee Strasberg y donde salieron talentos como Marlon Brando, James Dean, Robert De Niro o Al Pacino. Para ganarse la vida, mientras venía la consagración, fue mesera de un restaurante italiano en Tribeca y luego acomodadora en un teatro público en donde vio, gratis, obras de David Mamet y Tennessee Williams.
La campaña de publicidad de HBO, la productora del filme, fue agresiva. María llena eres de gracia no fue un éxito de taquilla –apenas alcanzó los 8 millones de dólares- pero su actriz protagónica sorprendentemente había ganado el Oso de Plata en Berlín. Invirtieron todo para convencer a la academia y lo lograron: la bogotana estaba en un ramillete de lujo conformado por Annette Bening, Imelda Staunton, Kate Winslet y Hillary Swank.
El haber estado nominada le presumía empezar una carrera esplendorosa en Hollywood. Pero durante dos años apenas le llegaron ofertas. Tuvo participaciones fugaces en Paris Je t’eaime al lado de Sam Mendes y en Fast food nation de Richard Linklater en el 2006 y dos años después hizo de Aleida March, la novia del Che en el magnifico biopic que hizo del guerrillero argentino Steven Sodenbergh. Ese sería el cenit de su carrera.
Su agente en Hollywood Hylda Queally, quien manejaba también a Kate Winslet y Cate Blanchett, intentaba ponerla al frente de los mejores directores pero nadie quería saber de Sandino. En el 2010 consiguió lo insospechado: que Woody Allen la aceptara en uno de sus casting para Medianoche en París que se convirtió en un clásico inmediato. Sandino todavía recuerda con horror ese casting: La dejaron sola sentada en el centro de la habitación de un hotel en Nueva York. De un momento entró Woody Allen. Sin dirigirle la palabra caminó dos veces alrededor de ella. Después salió sin despedirse. No la escogieron. Su papel de prostituta parisina de la década del 20 lo obtuvo la ganadora del Oscar Marion Cortillard.
Y ahí empezó un camino cuestabajo para Sandino quien ya ni pesa ni truena. Ocasionalmente aparece en alguna serie de tv norteamericana pero su nombre ya no sabe a nada. Pensar que, mucho antes que triunfara Sofia Vergara en Hollywood, ella tuvo para ser una de las actrices más importantes de este país.