En 1789 los franceses hicieron la revolución contra una monarquía que controlaba el Estado de una forma totalitaria y despótica, en la que no existían los poderes públicos, la democracia, ni mucho menos las libertades.
La única libertad que emergía fue la que asumió el pueblo francés ese año a través de una revolución que los libertó de un rey y su ascendencia reinante, revolución que fue el germen de la siguientes revoluciones, independencias y libertades de pueblos enteros que conocieron de primera mano la auténtica libertad, esa que constituye los verdaderos derechos y garantías para el pueblo.
La libertad de pueblos genuinos que asumieron suya esa palabra y la hicieron verbo con el fin de ser soberanos del futuro colectivo que les deparaba la historia.
Dirán los críticos y estudiosos de los fenómenos sociales actuales que, entre el pueblo francés habitó un ánimo de liberación popular expresado en empatía, solidaridad, lucha e imaginación y que de allí surgieron las premisas fundamentales de la Revolución: liberté, égalité et fraternité: libertad, igualdad y fraternidad.
Desde 1789 hasta 1821 pasaron 33 años en los que germinó la libertad de la mayoría de los países latinoamericanos con sus épicas batallas de independencias, las luchas en los territorios colonizados y los pueblos esclavizados que asumieron ser libres como una premisa fundamental y una utopía lista para concretarse en la realidad.
En ese 1821, 10 capítulos y 92 artículos crearon el Estado colombiano como nación independiente y libre, primera carta política que se distinguió por abolir la esclavitud de ese pueblo que nacía para la historia como pueblo libre. De allí sucedieron nuevas constituciones, la Primera y la Segunda República, los partidos políticos, la hegemonía de los partidos, nuevas luchas y nuevas gestas.
Pasaron 200 años entre ese año fundacional hasta nuestros tiempos, un tiempo presente que nos convoca a nueva gestas y épicas contiendas, ahora electorales y basadas en las ideas como antes, nuevos tiempos para nuevas batallas que hoy se ganan desde el impulso del corazón de quien expresa una idea con la fuerza de su imaginación.
Las elecciones del 2022 en Colombia se convirtieron en esa nueva oportunidad que la historia le otorga, a ese pueblo que otrora fue libre, independiente y soberano de conquistar esa libertad arrebatada por quienes la tienen capturada desde hace 2 siglos.
Una libertad que otorgue definitivamente los derechos universales a ese pueblo trabajador, a la mujer, a la infancia, el anciano y la juventud los derechos negados a lo largo de las décadas y los siglos. Derechos tan fundamentales y universales como la salud, la educación, la alimentación, la jubilación, el derecho a la felicidad colectiva.
No se trata ahora de la libertad en el sentido material de las cadenas opresoras de un monarca, se trata hoy de una libertad orgánica que convierta los derechos fundamentales expresados en la Constitución del Estado en bienes tangibles y cuantificables, más no mercantilizados como los vemos actualmente, para la felicidad de todos los habitantes de una nueva sociedad política que se abre paso en la historia humana.