Pregúntense, sean sinceros con ustedes, ¿de verdad creen que Petro necesita mandar a unos encapuchados a que vayan a sabotear una misa? Esto no es más que otra prueba del miedo, de la incontenible diarrea que tiene todo el uribismo encarnado en el títere mejorado que es Federico Gutiérrez. Están absolutamente cagados porque ven el final del régimen nefasto del uribismo. Entonces, quieren alarmar a los religiosos y llenarlos de un pavor infundado contra Petro. Todo porque el desprestigio es la única forma que tienen para ganar votantes.
A los encapuchados ni se les entienden sus arenas. No importa, la consigna es que todo lo que es contra Dios parece obra de Petro. De inmediato salió Federico, sí, porque Fico le dirá su mae, a decir que nos quieren expropiar la fe. ¡Qué avispadito salió el paisa!, qué facilidad tiene para meter en una misma oración dos palabras con las que quiere ensuciar a Petro: expropiación y fe. Mentir, no hace más que mentir.
Petro, por su parte, rechazó el hecho y pidió a la Iglesia católica investigar e iniciar acciones legales contra los encapuchados. Investigar es lo mínimo que deben pedir nuestros líderes para llegar a la verdad de la situación. Por el contrario, y lo que le parece más fácil al nuevo payaso del uribismo, es decir que los pendejitos de la misa los mandó Petro. Para completar la campaña de desprestigio, revista Semana asegura que una de las encapuchadas es de la primera línea. Claro, porque ellos tienen visión de rayos X y viendo el video ya pudieron reconocer la identidad de los encapuchados. Pero ya sabemos que esa revista no informa, sino que se dedica a hacer suposiciones convenientes al uribismo.
¡Qué tal si nosotros los que votamos y votaremos por Petro nos dedicáramos a suponer cosas! Fácilmente podríamos suponer que Álvaro Uribe llamó a Federico Gutiérrez y le dijo que le iba a consignar una platica para que le pagara a cinco desocupados que estuvieran dispuestos a sabotear una eucaristía. Mientras unos lanzaran arengas contra los feligreses y su fe, otro los grababa y subía el video a redes sociales. Apenas el hecho empezara a viralizarse, Federico Gutiérrez tenía la orden de decir que los saboteadores eran petristas. Mientras tanto, Uribe iba a llamar a Vicky Dávila para que culpara a la primera línea y a su vez todos los medios arrodillados empezaran a replicar la farsa. Claro, eso podríamos hacer, pero no necesitamos estrategias de desprestigio tan bajas como la de la catedral que se inventaron la mañana del domingo. No necesitamos mentiras para saber que Uribe, Duque y ahora Federico Gutiérrez son la misma mierda: el cáncer de este país.