La avaricia de querer pasar los umbrales de la historia ha hecho que innumerables personajes como Federico Gutiérrez, alias Fico, o Iván Duque vendan su criterio al mejor postor por solo una bocanada de protagonismo que termina siendo humo, ya que es la misma historia la que los recordará en los anaqueles como los títeres con los que han gobernado otros en cuerpo ajeno. Son, serán y han sido simples pasquines.
Lo dijo Dostoievski hace más de 150 años en su libro El príncipe Idiota: “La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión”, y parece ser que la política tradicional encarnada en los últimos años por el uribismo acérrimo ha decidido seguir inconscientemente, porque el uribismo nunca seguirían el pensamiento de un ruso del sigo XIX, ni si quiera si fuera un nazista, los paradigmas del engaño, promocionando debajo de las cuerdas a un candidato que sea igual de idiota a sus votantes.
Para ningún colombiano es un secreto que Iván Duque fue el títere de Uribe, ni siquiera sus votantes lo niegan y, por el contrario, se alegan que haya un personaje que se deje manejar de Uribe como él quiera, porque si por ellos fuera elegirían a Uribe indefinidamente.
Para quienes pensamos en una democracia vemos con preocupación cómo la política sigue manejada por las mismas personas que han gobernado este país y su nueva táctica es ofrecer un cargo publico y la maquinaria para llegar a el por el precio de prostituirse políticamente y que una vez el elegido por Uribe sea escogido este haga todo lo que los demás le ordenen.
El turno le ha tocado a Federico Gutiérrez, quien no solo quiere llegar a ser presidente por la gracia y obra de la maquinaria del gobierno actual, que está dispuesta a votar por él incluido el mismo Iván Duque, sino que ya ha tenido experiencia en ser la marioneta de los poderosos.
Mientras el desastre de Hidroituango pasaba en su gobierno, Fico no intervenía de manera audaz para recuperar los dineros públicos de EPM, estuvo en riesgo la economía de cientos de miles de hogares que iban a ser los que iban pagar la deuda que estaba dejando el desastre de Hidroituango mientras Federico Gutiérrez escondía información valiosa que permitiría cobrar los dineros públicos que la siguiente alcaldía logró recuperar, alrededor de 4 billones de pesos, lo que representa casi el total del presupuestos anual de la ciudad de Medellín.
Federico, en pro de representar los intereses de quienes lo eligieron, iba a hacer que cada medellinense pagara el aproximado de 1 millón de pesos para cubrir la cuenta de Hidroituango.
Cómo olvidar cuando su alcaldía estaba al servicio de la oficina de Envigado, en cabeza de su secretario de seguridad, hoy condenado por sus vínculos, en donde pactaban con los diferentes combos para no alterar el orden público de la cuidad. Evidentemente, la estrategia no les funcionó dado el alto índice de violencia que incrementó en su alcaldía.
Sin duda Federico ha demostrado de lo que está hecho: de paja y barro, un muñeco moldeable que se adapta a cualquier circunstancias, sea dominio de las mafias o dominio económico de los grupos empresariales, sin duda su falta de criterio será su mejor arma para ser el nuevo Iván Duque, el nuevo que diga Uribe, la nueva marioneta, el nuevo títere.