Muchas veces, cuando se habla de urbanismo y de la transformación de Medellín, se ilustra con la foto de la Biblioteca Santo Domingo, con la del Metro Cable, la de algún parque, pero lo realmente interesante fue lo que pasó detrás, lo que no es físico. La coordinación interinstitucional, la participación de los líderes locales, en fin, los factores humanos son los que garantizan que perdure, la mezcla de las políticas con el activismo.
Me vinculé con urbam trabajando en el Plan Director - Bio 2030 para el Valle de Aburrá. Este plan a diferencia de un Plan de Ordenamiento Territorial, pretende dar una visión estratégica. Es decir, de todo lo que hay que hacer, qué es lo que detona la transformación. Es la lógica de lo que sucedió en la Comuna Nororiental, que no se traduce en que todo está perfecto y todos están felices, sino en como se tejieron una serie de proyectos con los habitantes.
El plan se puede resumir como la propuesta de una ciudad estructurada por lo natural y en torno al transporte público, en especial al no motorizado: el peatón y la bicicleta. Todas las ciudades deberían estar estructuradas por sus elementos naturales, pero en el caso de Medellín, por estar en un valle justamente, donde quiera que estés a máximo quinientos metros hay una quebrada, donde quiera que estés ves la montaña, además está edificada a lo largo de un río.
El entorno del Jardín Botánico de Medellín es uno de los espacios renovados.
El río Medellín era tan pantanoso que la ciudad creció al lado de la quebrada Santa Helena, la que después se volvió un vertedero de aguas residuales y luego fue tapada por una avenida. Eso habla de cómo fue nuestra concepción de la ciudad en el siglo pasado, un irrespeto total por los elementos naturales y una idea sobre que el progreso estaba en construir vías.
Una movilidad barata y de calidad es de lo que más aporta a la equidad social. Si un muchacho no puede salir de su barrio después de las 9 de la noche porque no hay en qué, si una señora tiene que gastar el cuarenta por ciento de su salario en cuatro o seis buses diarios, quedan desconectados de la ciudad, así que se pueden hacer parques hermosos o grandes bibliotecas a las que la gente no puede acceder.
Igual debería haber una reflexión patrimonial que en Colombia ha sido escasa y que particularmente en Medellín no ha sucedido, porque a diferencia de Bogotá, Popayán o Cartagena que son ciudades coloniales, ésta se convirtió en ciudad hace 150 años cuando surgió como enclave industrial.