En el 2011, luego de haber venido por un año a hacer un trabajo a Medellín encontré urbam, y pensé que lo que hacían era exactamente lo que yo quería hacer cuando me fugué a Paris huyendo de la ingeniería. Busqué y busqué la forma de vincularme, hasta que lo hice con el proyecto Bio 2030 y sigo hasta hoy. Intento ser coherente con el discurso. Vivo al lado del río, voy al trabajo en bicicleta o en bus. Intento vivir de acuerdo a lo que les voy a contar.
Me apasiona que todos los días estamos con biólogos, con sociólogos, con grafiteros. Tenemos la idea de que la ciudad no se entiende sólo desde un plano, sino que acudimos a fotos históricas, al poeta que hablaba en los años setenta del barrio, a los líderes que lo viven hoy. Me parece genial ser parte de un espacio en que encuentra gente interesante, desarrolla proyectos interesantes y además le alcahuetean a uno proyectos artísticos, o el apoyo a colectivos que promueven el uso de la bicicleta.
El proyecto de urbam está asociado a los grandes empresarios de Medellín, que han jugado un papel determinante, no sólo en la transformación de la ciudad, sino en la historia de la segunda mitad del siglo XX, haciendo una veeduría para que la ciudad funcione bien.
Se ha logrado en cinco años un enorme reconocimiento en la ciudad, sobre todo si se compara con facultades de arquitectura que tienen más de cincuenta. No se basa en una oferta académica tradicional, sino en la conformación de un espacio multidisciplinario, es decir, no se reúnen tres arquitectos a hablar de lo bueno de la arquitectura, sino que se confronta el arquitecto con el político y el biólogo. La ciudad es muy compleja y ninguna rama del conocimiento puede dar todas las respuestas.
Este año se lanzó la maestría en procesos urbanos y ambientales, abierta a cualquier profesional que tenga un interés en la ciudad como tema, que busca contar la transformación de Medellín, pero no encerrados en el aula sino con la ciudad como laboratorio. No se enseñan las viejas teorías europeas del urbanismo sino cómo se hacen las cosas en un contexto tropical, latinoamericano y con un alto nivel de informalidad, lo que ha traído gente de la costa Caribe colombiana hasta chilenos.
Los estudiantes están en contacto con la realidad, la realidad es ir al barrio a hablar con la gente, y aunque parezca muy obvio es un enfoque muy diferente al que ha tenido la academia tradicional, que encierra a la gente en un salón de clases para darle un diploma.
