El componente técnico del Congreso es patético. No hay un equilibrio entre vocaciones, profesiones y disciplinas. Solo culto a la personalidad.
Algo sin dudas preocupante en un país que desprecia la relación entre conocimiento y experiencia. El Senado colombiano es una evidencia más de una nación condenada entre la informalidad y el crimen. Las votaciones más altas fueron para brutistas como Uribe y Cabal o para sujetos sin ningún tenor como estadistas.
Se aclara que nada tiene que ver mi señalamiento con orígenes o características. Se trata de una lectura de condiciones y probabilidades. Una cosa es la denuncia en el quicio de la boca y otra la relación entre la ley y la legitimidad en un país empobrecido en todos los sentidos.
En medio del más bajo nivel de aceptación de Senado y Cámara, los conservadores quedan con 16 curules, los liberales con 15, la coalición entre los carteles queda con 14, Cambio Radical 11 y la U con 10. No votó ni el 50 % del censo electoral. Un país inviable en medio de una realidad insufrible para las mayorías. Las 16 curules del Pacto están repartidas: 8 nuevos y 8 congresistas experimentados aunque disímiles.
Una combinación de nombres muy interesante que contrasta con los listados de otras "colectividades" hechas de vergüenza, nepotismos e imputaciones. En el caso de los liberales, el partido del Pulgar infame y "triunfante", un listado que advierte la casi imposibilidad de un gobierno de transición, porque la configuración de la bancada cabe en la metáfora de la bandeja de los sapos por tragar; en el caso del conservatismo, conservan sus curules los representantes del ala brutista y clientelar: Cepeda, Blel, Pineda, Tamayo, etc.
Llama la atención el nombre de Esperanza Andrade, un índice de la incapacidad de realizar y superar del electorado colombiano. En tanto a la lista de Cambio Radical luce como lo que es: la relación de lo trágico en una democracia que se fue a pique.
En medio de todo, llama la atención lo sucedido con Gilberto Tobón. El profesor se queda por fuera, a pesar de ser el tercer más votado en Colombia, por ir en una lista con muy poca difusión. Y queda la lección del Nuevo Liberalismo, ¿será que el "público electoral" aprendió a hacer algo que ya ni los comunicadores son capaces de hacer? Distinguir entre figurantes y periodistas; fue evidente el error de publicitar a Mabel como una "periodista que se cansó de dar noticias sobre la corrupción" (ella no se caracterizó nunca por ser incómoda a los poderosos) y no como una mujer preparándose en gobierno.
Es tiempo de dejar atrás las confianzas supersticiosas en "el reconocimiento". Una entelequia en la que se evidencia que a la falta de proyectos de nación se le quiere llenar con golpes de mano o con la confusión entre la opinión y la sensación.