La avalancha de Armero: Sepultados vivos

La avalancha de Armero: Sepultados vivos

Un relato de lo que pasó el día del desastre que sepultó a 25.000 colombianos

Por: j. arturo sánchez t.
noviembre 13, 2014
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La avalancha de Armero: Sepultados vivos
eltiempo.com

NOVIEMBRE 13 de 1985

Todo gemía en la tierra de dios, volcanes encabritados, suspiros de la flora seca, arrasada, vientos, huracanes del odio despeinaban una verdad escondida: tanto laceraba el invierno como el verano. Seres alimañas de un reino enano y corroído. Tránsfugas, mentirosos y ladrones. En la diestra había zurdas y en estas derechas. Y arriba de todo, vecinos a la luna, desechos de los viajes espaciales, meteoros y cometas hacían sus espeluznantes rondas para caer en algún momento, como ladrón de noche, sobre las cabezas del infortunado planeta.

—Esto se va a desfondar o a explotar en cualquier momento —caviló Samza.

Ya el descalabrado país en noviembre de 1985 había perdido la vergüenza con el asalto al Palacio de Justicia, donde luego de la arremetida a sangre y tanques de los militares, murieron hechos carbón y coladores sus más selectos jueces; y de nuevo tuvo perdida la inocencia una semana más tarde, cuando explotó un volcán y se produjo la avalancha de Armero, un anunciado evento que sepultó vivos a 25.000 colombianos después de tragarse el sermoneo y la bendición del sacerdote del pueblo:

— ¡Calmados! ¡Tranquilos! Nada va a pasar, confíen en nuestro señor y no miren arriba. Y en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.

Pronunciada esta última bendición, el pastor tranquilo se puso a salvo, salió brincando cercas unas horas antes de la erupción. Y el volcán despertó y su lava hizo camino por las laderas, se confundió con la nieve derretida y los ríos, que arrastraron piedras, árboles y fueron recogiendo, casas, carros, animales, gente; en su curso devastador. Los crédulos feligreses murieron como ovejitas encerradas en los potreros, escuchando consoladores boletines de las autoridades en la radio, sin mirar al cielo.

Crecía el tremor, pronto caería la montaña, era hora de olvidar los paraísos, cerrando los puños, el futuro se golpeaba el alma seca, no habría membrete en la correspondencia...

j. Arturo s.t.
DE "CUENTOS POR COBRAR"
TRAGIMETÁFORAS DE UN VATE ORATE EN LA BELLA VILLA
(1954-2005)

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