Este ser humano ha sido llamando con el pasar del tiempo de diversas maneras: maestro, docente, profesor e institutor.
Aunque se llame de diversas maneras, su misión no cambia, enseñar al que no sabe. En un 99.9 % los educadores provienen de familias formadas con muchos valores y principios, ya que un docente dedica alrededor de 17 años de estudio para su preparación: 5 años en primaria, 6 de bachillerato y 5 años de universidad.
Para poder acceder a un cargo de docente público, debe someterse a un tortuoso concurso y si lo gana, debe someterse a una audiencia dónde según el puesto ocupado, participa del sorteo de las plazas disponibles y el grado de dificultades para llegar al sitio dónde se encuentra dicha plaza. Posteriormente, le hacen una entrevista, para luego obtener un nombramiento en provisionalidad.
Queda entonces en manos del señor rector, para una evaluación de desempeño en periodo de prueba. El profe, o la profe, deben caminar, como en una cuerda floja, para ganar la evaluación de periodo de prueba y así obtener su nombramiento en propiedad y entrar a la carrera docente del 1278, donde para poder ascender en el escalafón hay que hacer maestrías, doctorados, especializaciones y enviar videos dictando la clase. ¡Dios santo!
El gobierno congela el escalafón, si hay recursos ascienden. Y qué decir del salario, bajísimo, con esta carestía no alcanza para nada y hay que protestar para que le aumente.
Por otra parte, el institutor, socialmente se enfrenta a circunstancias adversas, debe dejar sus hijos en manos de otro, para atender 40 hijos ajenos, de diversos estratos y de comportamientos diversos, a veces cada día se le convierte en un tormento para atenderlos.
Si este ser humano logra llegar a un contexto social armónico y civilizado, le va bien. Pero si es una zona de conflictos, ¡ay, mi madre! la pasa difícil, cuando no es la extorsión, es la amenaza y el profe le hacen la vida difícil y opta por trasladarse a donde también debe concursar.
Con justa razón, Hernando Marín Lacouture expresó en su canción: “Hay personas que, en la vida, no saben agradecer, ni le dan ese valor que en realidad se merecen”, el primero en desconocer ese valor del maestro es el Gobierno, ya que en Colombia la dignidad del maestro no existe. Con lágrimas en mis ojos, termino con la frase: No te olvides nunca, que si sabes leer y escribir es gracias a un maestro.