Nada tiene que ver ni que hacer en ese conflicto. El presidente Duque ha advertido que Colombia no enviará tropas a pelear en Ucrania. Faltó asegurar que no se producirán sanciones contra Rusia. Eso, que parece un chiste, tiene una razón de ser, puesto que ante el distanciamiento de Venezuela de los Estados Unidos y su aproximación a Rusia, Colombia, a pesar de que ni queda en el Hemisferio Norte ni da contra el Atlántico, entró como único país suramericano a ser Socio en la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Sin embargo, cualquier cosa puede suceder si depende del presidente Duque, y si se piensa que de acuerdo a los antecedentes de Colombia es incondicional aliado y prácticamente el único amigo que le queda a los Estados Unidos en su patio trasero; que fue el único que acompañó a los Estados Unidos en la guerra de Corea; que envió cascos azules al Sinaí; que declaró la guerra a Irak; que no se solidarizó como el resto de Latinoamérica con Argentina en la guerra de Las Malvinas; y sobre todo que ha servido de espolón para la política de Estados Unidos ante Venezuela (de la cual ya la Unión Europea sea ha distanciado).
Rusia
Fue siempre el gran imperio de Europa Oriental. Primero bajo los zares; después bajo la férula del partido comunista se formó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la cual en realidad la conformaba el mismo territorio bajo el mismo poder autocrático central. Después de la Segunda Guerra Mundial los aliados crearon la OTAN con el único fin explícito de servir de bloque de contención contra el expansionismo de la URSS. Rusia logró por su parte ampliar su influencia al llamado Pacto de Varsovia que incluía varios de los estados o naciones vecinas. Así se delimitaron las zonas de influencia de los países y lo que quedó detrás de lo que se llamó la Cortina de Hierro siguió bajo la órbita rusa.
El fin de la guerra fría con la implosión de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín alteró esa situación y rompió el equilibrio logrado entonces. Alemania se reunificó, Yugoslavia se fragmentó en 7 naciones, Walesa liberalizó a Polonia, Checoslovaquia se dividió en República Checa y Eslovaquia, etc. Y por supuesto, y sobre todo, las diferentes repúblicas que conformaban la Unión Soviética se independizaron y volvieron a ser Estados autónomos. Lo que se vive corresponde a la continuidad de un proceso de acomodamiento a una ruptura de un orden anterior, no es el comienzo de una nueva era.
Ucrania
No tiene historia como país o como Estado. Fue definido como una de las Repúblicas Soviéticas por Lenin cuando para crear la URSS delimitó como repúblicas a determinadas regiones donde existían características nacionales y territoriales que consideró lo justificaban (Ucrania fue el primer país en conformarse como República socialista y fue cofundadora de la URSS). En el pacto de la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin para repartirse Polonia se anexó y agrandó Ucrania con la parte asignada a la órbita Rusia, añadiendo población y territorios de otra cultura, otro lenguaje, y de origen nacional diferente a los rusos.
Kiev, su capital, fue la primera capital Rusa; una gran cantidad de población rusa ha compartido una historia común de odios y amores en la que las afinidades ante el mundo exterior contrastan con las diferencias internas. Con el Corn Belt americano y la Pampa Argentina comparten la mejor tierra agrícola del mundo (el 13.5% de las exportaciones mundiales de granos vienen de Ucrania). Era la segunda República en importancia dentro del bloque Soviético y allí se encontraba desplegado parte del arsenal nuclear, el cual fue entregado a Rusia. Su economía se limita principalmente a la exportaciones de granos y al peaje por el paso de los oleoductos que abastecen de gas a Europa. Comparada con Rusia no tiene la quinta parte de su importancia, política, económica y menos aún militar.
La OTAN
Con motivo de los ajustes del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial (guerra de Corea, división de Alemania y golpe de Praga) y el retiro de las tropas americanas de Europa, se consideró crear un Instrumento para contener el expansionismo soviético. Nació con el carácter militar defensivo, como sucedáneo de la Unión Europea Occidental la cual invitó a los Estados Unidos quien asumió naturalmente el liderazgo político y militar. La Unión Soviética solicitó la admisión pero le fue negada al mismo tiempo que se enfrentaban los bloques por el muro de Berlín, lo cual fue motivo para la creación del Pacto de Varsovia como su contraparte.
Se convirtió en el instrumento de los Estados Unidos para desarrollar su ‘visión misional’ o ‘Destino Manifiesto’ y expandir su poder e influencia por interpuesta persona. Dejó de ser elemento de contención y se convirtió en instrumento de expansión del poderío americano.
La única ocasión en que un país miembro invocó el artículo 5 del tratado reivindicando la ayuda en su defensa, fue Estados Unidos en 2001. En lo que sí han participado es colaborando a los Estados Unidos en las diferentes estrategias a las cuales acuden.
Con la desaparición de la URSS varios de los Estados del Pacto de Varsovia (Polonia, Rumania, Hungría, etc.) y algunas de las anteriores Repúblicas Soviéticas (Letonia, Lituania, Estonia) se salieron de la órbita de influencia Rusa e ingresaron como miembros a la OTAN.
Rusia quedó arrinconada, reducida su zona de influencia y se sintió agredida por el bloque que suponía sólo servir de espacio de contención, la OTAN.
Estados Unidos
La guerra fría no se enfrió sino que se dispersó por el mundo (Afganistán, Siria, Irak, Libia, etc.) con apoyo de cada uno de los bloques, especialmente los americanos con su obsesión del ‘Destino Manifiesto’, pretendiendo ampliar su zona de poder, llegando a considerarse como Poder hegemónico y como modelo ideal y único de Estado (Francis Fukuyama).
La polarización entre los americanos y el distanciamiento de la relación con la OTAN -creadas por Trump- y lo sucedido con el retiro de de Afganistán debilitaron esa condición de fortaleza. Tras los deprimentes resultados de Vietnam y Afganistán, la ciudadanía americana rechaza cualquier tipo de participación de ‘sus muchachos’ en una guerra extranjera, sin embargo, acepta y medio respalda otra forma de participación en conflictos internacionales. También independientemente del resultado final, la población americana sufrirá muy poco en comparación al resto de los involucrados; pero sí disminuirá -o prácticamente desaparecerá - el papel de de su país como ‘gendarme del mundo’.
Putin
Por supuesto la personalidad de Putin entra en juego dentro de este panorama. Formado en la KGB a niveles de excelencia; su pensamiento según sus propios dichos es que la mayor tragedia de la historia del mundo fue el desmantelamiento de la Unión Soviética; en sus campañas para su reelección indefinida su leitmotiv era el de ‘no debemos olvidar la historia de la grandeza de Rusia’.
Se catapultó como líder con la represión violenta de los independistas chechenos con lo cual sentó su imagen de defensor de la soberanía nacional. Y se benefició del aumento del precio de los hidrocarburos, consolidando durante 20 años grandes éxitos económicos y políticos repitiendo o confirmando la historia de que líderes autocráticos gobernaron siempre a Rusia.
Con una política de ‘comprarse’ a los ‘oligarcas’ dejándolos encargarse de generar riqueza mientras él monopolizaba el poder político, y con durísimas medidas anticorrupción a nivel de los niveles intermedios, generó una gran eficiencia en la satisfacción de la población. Pero Rusia no es una gran potencia económica; el tamaño de su economía es comparable al de Polonia o Italia y menor que la de Corea del Sur (países que no tienen la quinta parte de su población o de su territorio). Su economía tiene poca presencia en el mundo y se basa en la exportación de Petróleo, de Gas y de Armas que componen casi la mitad del total de sus exportaciones. Tecnológicamente (informática, robótica etc.) son atrasados en términos internacionales, e incluso el sector industrial es relativamente primitivo (no son competitivos en fabricación de bienes de consumo como automóviles o farmacéutica). La desaceleración (causada en parte por la pandemia y en parte por la caída del precio del petróleo) y las aspiraciones de la nueva generación que aprecia menos los éxitos pasados que los faltantes presentes, disminuyeron su popularidad y aparecen como síntomas de una inminente crisis.
La reacción de Putin fue la de estimular la economía mediante creciente gasto en armas y ahora crear la solidaridad nacional acudiendo al nacionalismo y el enemigo externo.
La invasión de Ucrania es un efecto de todos estos antecedentes.
¿Qué está en juego en esta lógica geopolítica?
Ante todo la posición de Rusia como superpotencia o eje de poder. Por su historia, su tamaño, su cultura, y sobre todo por su capacidad militar aspira a conservar ese rango.
La posición de los Estados Unidos -a través o en consorcio con la OTAN- ha sido la de eliminar esa condición. La estrategia hasta el momento definida es repetir lo que hicieron con Cuba o con Venezuela de destruir económicamente el país. Es altamente improbable -si no imposible- que se llegue a una confrontación directa armada -ni en Ucrania ni en ninguna otra parte-. Pero, como en esos casos, también es altamente improbable que Rusia se someta a la voluntad de ‘Occidente’.
Lo que es claro es que es mucho el costo que va a tener para los ciudadanos rusos está apuesta geopolítica (independientemente de cuál sea el resultado). Pero, si no se llega pronto a una solución diplomática (lo más probable tipo Finlandia o una división en dos Repúblicas afines a los respectivos bloques), la diferencia de riesgos e intereses entre los países europeos y EEUU ayudarían a Rusia y consolidarán las fracturas de ‘Occidente’.
La incógnita geopolítica es la participación de China en este proceso. El poder ascendente (según el complejo de Tucídides) pasa por una guerra para desplazar al poder incumbente. China y USA ya se enfrentaron en el económico llegando a una tregua por el mismo principio del equilibrio de la capacidad disuasiva que evitó o ha evitado una guerra nuclear. Hoy se están enfrentando en el campo tecnológico. En ninguno de estos campos pesa el poder ruso.
Mientras que en todas las guerras posteriores a la Segunda Guerra Mundial han sido actores los Estados Unidos, China no ha participado en ninguna. No es probable, como algunos suponen, que China esté aprendiendo de la reacción americana ante la invasión americana para estudiar una posible invasión a Taiwán.