La Guajira, una frontera ante el mundo

La Guajira, una frontera ante el mundo

La posición geográfica de esta península puede ser una oportunidad

Por: Mauricio Enrique Ramirez Alvarez
noviembre 10, 2014
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La Guajira, una frontera ante el mundo
Foto: profesionalesdelturismo.es

“La Guajira, es la puerta de entrada de Suramérica, no su patio trasero”.

La Guajira es uno de los departamentos con una posición geoestratégica envidiable, se ubica al norte de Colombia que la enfrenta al caribe con más de 403 kilómetros de frontera marítima y 249 kilómetros de frontera terrestre con Venezuela y un clima seco que es benigno para muchas actividades comerciales e industriales.

Esta posición privilegiada hace que presente fronteras vivas e inmemoriales con el Mar Caribe y el Golfo de Maracaibo, con Venezuela, las Islas de Aruba, Bonaire y Curazao, y a nivel interno con los Departamentos del Magdalena y el Cesar.

En la actualizada cuenta con una zona especial aduanera conformada Maicao, Uribía y Manaure y dos puertos multipropósitos, uno en Puerto Bolívar con dos muelles de gran capacidad de cargue dedicado a exportar carbón del Cerrejón y otro en Dibulla recientemente inaugurado en Puerto Brisa, mas uno en desuso en Manaure que pertenecía a Salinas de Manaure, sin mencionar los puertos naturales como Puerto Portete y Puerto Nuevo con más de 30 años a los cuales arriban pequeñas embarcaciones provenientes de Panamá, San Martín, Aruba, Curazao y otras islas del Caribe.

Cuenta también con puertos pequeños e históricos como Puerto Estrella, Poportín, Auyama, Carrizal, el Cabo de la Vela, Puerto López y Castillete.

A esto sumémosle la cercanía con el complejo portuario de Maracaibo que le genera un gran potencial exportador e importador de gran escala.

Esta amplia frontera real y viva con el caribe y Venezuela hacen que La Guajira deba ser vista de forma diferente por la nación y el empresarismo colombiano e internacional para comenzar a apostarle a una región que tiene mucho por ofrecer.

Sin embargo, y pese a todas estas potencialidades que no tienen ninguna otra región de la Colombia caribeña, La Guajira marítima no prospera porque el país y la sociedad nacional insiste en darle la espalda, pese a tener ventajas comparativas frente una ciudad como Barranquilla, quien pesar de su gran desarrollo depende del Rio Magdalena al cual hay dragarlo constantemente y limita por lo tanto el tamaño de embarcaciones que pueden llegar, o Santa Marta, con su puerto natural que tiene una capacidad limitada,

La Guajira es un departamento que no tiene industria y su comercio es excesivamente local, la falta o pésima calidad de servicios públicos ha servido de desestimulo para el crecimiento económico, es nuestro “espanta inversiones” condenando al Departamento al subdesarrollo. La minería, principal actividad económica del Departamento es de enclave, excesivamente especializada, cerrada hacia sí misma y no promueve ni impulsa al resto del Departamento en su crecimiento y desarrollo.

Esta minería de enclave, que representa el 60% del PIB Departamental, ve a La Guajira como su patio trasero, así de sencillo, no le compra a La Guajira, no invierte en La Guajira, incluso los cargos técnicos, profesionales y directivos de sus complejos mineros los traen de fuera de La Guajira, y en las noches los regresan a sus ciudades de origen, sin parar por las tierras de este hermoso departamento.

La nación debe entender que La Guajira no es sólo un límite norteño colombiano en donde se incorporan mojones y puestos militares, es una frontera que se concreta en la existencia de espacios culturales, sociales y económicamente dinámicos, una subregión que va más allá de las cuestiones de soberanía nacional porque la Guajira es más antigua que la misma República de Colombia, dado que a pesar de ser considerada como un departamento joven, fue la más antigua gobernación de la América continental (PP2014-2015).

También es un espacio de integración, donde confluyen sociedades distintas que no se crean, ni permanecen iguales a los ideales del centro del país, ya que las fronteras son espacios de vida y zonas liminales. En esa frontera por la vivencia de cinco siglos de historia, se creó una forma de vida particular sobre la sociedad reconocida como “criolla”, y que corresponde a la cultura fronteriza guajira.

La Guajira es sin duda alguna el Departamento con mayor riqueza étnica, en ella conviven siete etnias indígenas conformadas por el wayuu, con cerca de 500.000 miembros, los arahuacos, los koguis y los wiwas y cancuamos, y recientemente se incorporaron números miembros de la etnia zenu e ingas.

Tenemos afrodecendientes, árabes dentro de los cuales se distinguen cuatro grupos diferenciales, los blancos y los criollos y toda clase de mezclas étnicas.

El guajiro originario no reconoce fronteras, eso es invento de los Estados modernos de Colombia y Venezuela, los wayuu, por ejemplo, son binacionales, sus fronteras reales cubren la guajira colombiana y la guajira venezolana donde comparten sus cementerios, familias y relaciones naturales y comerciales. La frontera política colombo venezolana se ha convertido en el “Muro de Berlín” para el pueblo wayuu, donde si no es la guardia venezolana quien los maltrata, es la policía colombiana quien los afrenta, porque solo ven en los indígenas gente generadora de problema y delincuentes potenciales y no lo que realmente son, los dueños originales de estos territorios, binacionales por naturaleza.

La Guajira se halla inmersa en una serie de paradojas y ambigüedades, jurídicamente es una entidad territorial formal pero a la vez es vista como un territorio por conquistar e incorporar a la modernidad; ante el centro del país surge como el revés de la nación; es considerada un rincón de Colombia, pero sus habitantes la perciben como una esquina Caribe en el mundo; por las grandes inversiones que recibe, parece moderna como sus proyectos mineros y energéticos, e igualmente milenaria como sus pueblos originarios; es un paraíso que guarda cuantiosos recursos naturales y grande potenciales turísticos pero su población es de las más pobres de Colombia; en lo continental es una emersión desértica con vegetación xerofítica gravemente expuesta al cambio climático mientras que en su mar se encuentran extensas praderas y otros ricos ecosistemas pesqueros; es una tierra que ha recibido significativos recursos de regalías, pero la necesidades básicas de la población no se han cubierto; es una entidad territorial cuyos gobiernos han agenciado múltiples planes de desarrollo, pero a través de ellos no ha sido posible construir y legitimar una visión societaria común.” (PP2014-2015).

Para la nación, La Guajira ha sido un departamento calificado como “problema”. El Antropólogo Weildler Guerra Curvelo, comenta que a lo largo de la historia la soberanía ejercida por la corona y la república fue más bien de carácter nominal y, pese a los esfuerzos por incorporar a sus habitantes a un imaginario ideal de nación, lo cierto es que aún hoy el proceso de colombianización puede considerarse inconcluso.

Se requiere generar oportunidades y estímulo para que los actores del sector privado vean en La Guajira oportunidades de negocios y crecimiento, esto genera empleo, dinamiza la economía, dinamiza el mercado, genera efectos inmediatos en otros sectores de la economía, pero se requiere mejorar la infraestructura básica de servicios públicos, reducir costos de la energía eléctrica, mejorar la red vial primaria, secundaria y terciaria, mejorar y aprovechar los puertos con fines multipropósito como el proyecto Puerto Brisa, recuperar la industria de la sal en Manaure, acelerar la terminación del proyecto de la Represa del Ranchería, visionar proyectos productivos de gran escala en los desiertos de la media y alta guajira en los cuales las comunidades indígenas se puedan vincular y convertirse en generadores no de pobreza sino de riqueza, y apuntalar el Turismo como la primera apuesta competitiva de la región, etc., pero para ello se requiere del apoyo y el compromiso de la nación y la sociedad civil.

Se requiere con urgencia que tanto los propios como extraños dejen de ver a los pueblos indígenas como barreras del desarrollo y comiencen a verlos como lo que realmente son, como fuente de oportunidades.

De la Pedraja (1980) ha señalado cómo a finales del siglo XIX dos regiones de Colombia: Panamá y La Guajira, presentaban tensiones frente al gobierno Central. En tanto que la primera optó por la separación, la segunda optó por la clandestinidad de sus relaciones comerciales con el Caribe, percibido éste como un espacio de limites flotantes entre islas y continentes, entre estados independientes y sociedades incluidas (Losonczy, 2002).

Comunidades de pescadores marinos, comerciantes de perlas, corsarios, militares, colonos, misioneros, contrabandistas y grandes empresas mineras han girado en torno a La Guajira, una región considerada por la nación frecuentemente como el fin del mundo pero donde sus habitantes la ven como el comienzo del mismo.

La Guajira, a pesar de ser pluriétnico y pluricultural, de ser una zona de frontera que interactúa dinámicamente con Venezuela y las islas de Caribe, e incluso con la misma región caribe con la cual comparte una fuerte identificad regional y cultural, y pese a las grandes diferencias entre el sur, centro y el norte del país mantiene un elemento de identidad que la hace única e indisoluble, enlazado por un sentimiento de guajiridad, identidad que nace de la influencia indígena sobe el concepto de familia, de la solidaridad, la unión y la cohesión social.

La Guajira, por tradición es una región sufrida, carente de muchas de las cosas que tienen otras regiones del país, lo que la ha convertido en una región fuerte, noble y luchadora, una región donde sus hijos aprecian cada gota de agua y de tierra que la conforma, es una región conformada por familias extensas, donde el primo del primo del primo, primo es, una región donde el vínculo de sangre tiene mucho valor, donde el valor de la “palabra” dada (herencia indígena) es la base de convivencia y el respeto, donde la solidaridad es la base angular de la sociedad, una región donde los guajiros respetan y veneran a sus ancestros y sus mayores, donde sienten verdadero amor por su historia, su cultura, afectos que comparten incluso los que se consideran hoy en día guajiros por adopción.

La Guajira, como muchas otras regiones, tiene muchas verdades, verdades que hay que analizar en sus propios contextos, que hay que saber entrelazarlas, ajustarlas a la época y las condiciones en que ocurren, se debe tener la mente abierta para encontrar el hilo conductor que generan y construyen las historias que hacen que este Departamento una tierra mágica y señorial, como lo expresara el Maestro Hernando Marín (q.e.p.d.) en su canción “La Dama Guajira” quien la describió con belleza y encanto y de la cual dijo: “La Guajira es una dama reclinada, una dama bañada por las aguas del caribe inmenso, que lleva con orgullo en sus entrañas su riqueza guardada con orgullo, que se yergue majestuosa encabezando el mapa cual pedestal representando a un reino, luciendo con soltura y elegancia, una gigantesca manta y joyas de misterio”.

La Guajira de hoy atraviesa por graves dificultades, ha sido clasificada como región contrabandista, sin distinguir situaciones culturales y poblacionales que ameritan una diferenciación frente a este fenómeno.

Clasificar a los wayuu binacionales que traen y llevan mercancías dentro de sus territorios ancestrales no es justo cuando se les iguala a contrabandistas criollos tanto venezolanos como colombianos que si actúan como grupos delincuenciales.

En Maracaibo la guardia venezolana este año ha capturado mas de 500 ciudadanos de este país tratando de pasar contrabando de alimentos y combustibles hacia Colombia, el cual es recibidlo por grupos colombianos que tratan de pasarlo a La Guajira y demás departamentos de la región caribe, pero entre ellos han caído indígenas que comercian dentro de lo que consideran su territorio ancestral.

Hoy día la mayoría de estos grupos ya no son indígenas, ni siquiera guajiros criollos, aquí se ha involucrado actores de muchas otras regiones del país, y de Venezuela, incluidos los actores del conflicto interno colombiano (guerrillas, bacrim, crimen organizado) que han visto en este fenómeno un mecanismos para financiar sus actividades ilegales perjudicando profundamente a la región.

El Contrabando es un fenómeno que en el fondo nace de problemas sociológicos, nace de la pobreza, de la falta de oportunidades y del subdesarrollo en sí mismo.

Si bien las acciones policivas son importantes para controlar y erradicar este fenómeno, si no se interviene los factores que la genera y estimulan el mismo nunca se acabara, y esto solo se logra desarrollando estas deprimidas regiones, creando industrias y empresas que generen empleo, que dinamicen la economía, con ingresos dignos, es decir, generando oportunidades para todos.

Es por eso que los Departamentos y Municipios fronterizos del país deben unirse en una causa común, porque aunque diferentes en muchas cosas, comparten sin duda alguna los mismos problemas, forman parte de la misma nación, y en alguna forma afrontan las mismas patologías sociales que son caldo de cultivo para todos estos fenómenos que he mencionado.

Recientemente La Guajira se ha hecho célebre por sus números casos de morbimortalidad por desnutrición infantil y materna, este es un tema que era necesario hacer visible, que era necesario que el mundo conociera, que era necesario discutir y ponerlo en el primer plano nacional, porque desafortunadamente, este es un resultado de todas las patologías que he enumerado hasta el momento y porque un país que deje morir a su niños es un país fracasado.

Algo importante se logró con ello, por primera vez muchos altos funcionarios del país que toman las grandes decisiones conocieron La Guajira, se acercaron ella, y tocaron esta dura realidad, desafortunadamente, aun no logran entender el verdadero tamaña de esta problemática, razón por la cual, se seguirán muriendo los niños

La frontera no debe verse como un problema, debemos verla como una oportunidad, solo así es que podremos salir adelante porque tiene mucho para ofrecer, y si Colombia tiene visión y quiere apostar en grande, debe invertir en esta región porque no hay otra igual, La Guajira, es la puerta de entrada de Suramérica, no su patio trasero.

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