Por experiencia propia y después de haber laborado en una empresa por algo más de 43 años (para algunos toda una vida y para otros una corta experiencia en la infinidad del universo) se me preguntó cuál era mi intención al entrar a trabajar y en esa época por allá en 1978, respondí que el deseo de trabajar y ganar dinero, suficiente aliciente para ser nombrado y posesionado a un cargo público.
Durante ese lapso y a medida que ascendía en cargos y funciones la entrevista se convirtió en una herramienta para valorar habilidades y aptitudes, igualmente se utilizaron valoraciones psicológicas, test de medición etc., ello con el fin de ubicar y garantizar la prestación de un buen servicio, cosa que no fue así, pues algunos aspirantes salieron más temprano de lo esperado y otros se quedaron a esperar su jubilación sin dejar huella en la empresa, claro que hay algunos que fueron reconocidos por su capacidad de trabajo, liderazgo, es decir olvidaron el principio de eternidad, ser recordados por sus ejemplos e ideologías.
Si bien es cierto la entrevista de ingreso a la empresa es importante, también lo es la entrevista de salida, pues “las entrevistas de salida son las gran olvidadas en la mejora de la experiencia del empleado, algo ciertamente paradójico porque, de todas las etapas de la relación entre empresa y empleado, la salida es el momento que nos puede proporcionar información más valiosa acerca de aquello que no funcionó y podemos/debemos mejorar” (Jordi Alemany).
Valga decir, que en la primera se conoce al individuo y sus intereses, en la segunda se conoce de los resultados, el aporte a la empresa pero lo más importante esa historia experiencial que queda flotando en el ambiente y no se dice, ni se pregunta.
Se apuesta entonces por “por preguntar/escuchar a quienes se ha despedido o han decidido marcharse. Sus respuestas, defiende Alemany, siempre serán más honestas porque ya no están sesgadas por el miedo a perder su empleo”.
Es un conocimiento que se lleva el empleado para continuar con su vivencia, acumulada a través de los años de prestación de servicios, enriquecidas por un lado de la experiencia laboral y por el otro por la relación interpersonal con sus compañeros de labores.
Indiqué al inicio mi función como servidor público, igualmente que en desarrollo de esa función dediqué mis mejores años, sin que ello signifique que al momento de retirarme no eran mis mejores años, siguen siendo los mejores, pues ahora hay una felicidad que oscila entre esa soledad que retorna cuando se mira al horizonte y no entiende cómo puede estar en esta vida, en esta forma de habitar sin que esa experiencia acumulada se dé a conocer, no se multiplique y en donde ese momento de salida solo sea de un golpecito en la espalda si es que se lo dan, o pasa inadvertido el retiro para muchos y no para recursos humanos.
Se exige entonces una mejora de esa experiencia del empleado, pues lo paradójico es que preexiste el silencio cómplice de pensar que todo es bueno, que no hay información para compartir, que se cubrieron todas las etapas de la relación entre empresa y funcionario; y es precisamente ese momento de salida el que proporciona información valiosa acerca de aquello que no funcionó, de los procesos que se pueden mejorar y que los procedimientos utilizados y complementados por la experiencia no se reconozcan como importantes.
Desde mi forma de ver la entrevista, es más importante la de salida que la de ingreso, pues esta facilita la transferencia de conocimiento y se evita la pérdida de este; entender en qué momentos y procesos se cometen más errores o se toman las peores decisiones; establecer medidas para la rotación del impacto tangible e intangible; reconocer los errores, racionalizar y minimizar las emociones negativas y mejorar la calidad de la empresa, pues casi siempre se sale de esta con conceptos alejados de la realidad.
Queda en el ambiente un aire de amargura cuando nos retiramos de la empresa, llevándonos una cantidad de información y conocimiento que no se pudo compartir, y dejando a otros adivinando procesos y procedimientos, sin reconocer "la manera más fácil de mejorar nuestras relaciones futuras, es entender por qué se rompieron las que fracasaron en el pasado."
¿Hora de reflexionar?