La amenaza explícita del candidato del Centro Democrático Oscar Iván Zuluaga de mandar 'a la mierda' al alcalde de Cali y a la ciudadanía que lo eligió, para imponer su estrategia de sangre y fuego contra los ciudadanos y las ciudades que se levantaron en legítima protesta contra el régimen de Iván Duque solo produce consternación.
Luego de haber sido asaltada por fuerzas paramilitares que, en compañía de agentes públicos extendieron la muerte contra jóvenes en condiciones de total indefensión, el candidato Zuluaga convierte el terrorismo gubernamental en promesa de campaña.
Las más respetadas organizaciones internacionales, incluyendo a la ONU, han responsabilizado a los agentes del actual gobierno de varias decenas de asesinatos contra ciudadanos que ejercían el legítimo derecho a la protesta, lo que avizora en el corto plazo una cascada de condenas contra el Estado colombiano por crímenes de diversa índole.
No obstante, en contra de cualquier sentido de respeto por la democracia, la ciudadanía y los derechos humanos, el candidato promete mandar a la mierda a un alcalde, cuya posición negociadora permitió levantar los puntos neurálgicos de la protesta social y los bloqueos en Santiago de Cali.
Y es que una de las explicaciones de los prolongados bloqueos fue justamente la respuesta armada del gobierno de Duque a su derrota frente a la ciudadanía cuando presentó su tercera reforma tributaria en condiciones inaceptables para todos los colombianos de bien.
Cuando el comité de Paro celebraba el retiro de la reforma, Duque lanzó una arremetida descomunal contra Cali que dejó más de doce asesinatos en la primera noche y prolongó el terror durante dos semanas más.
Los jóvenes que hacían parte de los grupos de protesta entendieron que venía una operación de persecución y exterminio que se extendió a periodistas, enfermeras, cocineras y demás ciudadanos que apoyaban el rechazo general contra el zarpazo del gobierno a los bolsillos de los más necesitados.
Entendieron que si abandonaban los puntos del paro donde se podían proteger mutuamente, serían cazados a sangre y fuego por los cobardes sicarios del gobierno.
Solo los amigos de Duque y el Centro Democrático respaldaban una reforma que en plena pandemia incrementaba impuestos para los ciudadanos de a pie, mientras ofrecía multimillonarias ayudas para el Jet-Set de banqueros y especuladores de capital.
En medio de una pandemia de covid y hambre, ofreció multimillonarias ayudas para AVIANCA, una aerolínea que hace rato dejó de ser colombiana por pagar impuestos en Panamá, pero en la que María Paula Duque -hermana del mandatario- ejercía como vicepresidente.
La propuesta de Zuluaga apenas dibuja el talante fascista y terrorista de su partido.
Mientras se acababa de celebrar un acuerdo de paz con grupos armados que llevaban cincuenta años combatiendo en el monte, decidieron convertir a la policía y el ejército colombiano en los brazos del terror. Lo más preocupante del asunto es que Zuluaga no es el único candidato del uribismo para estas elecciones.
Sus consignas antidemocráticas son enarboladas por otros candidatos que también se camuflan en el centro con propuestas más desteñidas; allí están Rodolfo Hernández, Enrique Peñalosa, Federico Gutiérrez, una facción sectaria de los cristianos, y Alex Char.
Por eso, la consigna de los caleños, del Valle del Cauca, y de toda Colombia para las próximas elecciones es evitar a toda costa que los candidatos del terrorismo gubernamental capturen de nuevo las instituciones del Estado y continúen haciendo trizas nuestra frágil democracia.