Aunque etimológicamente, el vocablo gañán es reconocido como de ascendencia árabe, (jornalero pastor rustico), dentro de contexto del idioma español refiere a un hombre que muestra rudeza y tosquedad en su comportamiento.
Parece ahora políticamente incorrecto escribir algo sobre el comportamiento de la señora alcaldesa de Bogotá pues a la sazón de la creencia popular, escribir o exponer un punto de vista que contraríe la tendencia de la izquierda en Suramérica es a todas luces contrariar a la Santa Inquisición.
En días pasado por un medio de comunicación Juan Roberto Vargas entrevistó Claudia López y escuché atento. En uno de sus apartes el periodista le preguntaba si pensaba que su arrogancia y actitud pendenciera le podría traer más problemas que beneficios: “No, mi querido”, fue su respuesta tajante y agregó: “directa, pendenciera, rústica, tosca, las personas conocen que no evado una confrontación…”
Señora alcaldesa, salir con esa actitud de gañán dirigiendo una ciudad, que se ha tornado huraña para con sus residentes, poniendo de ejemplo a los muchachos que es mejor el uso de la acción pendenciera (y a todas luces de confrontación) que el dialogo constructivo es el perfil que ha marcado su gestión.
En ese orden, la ciudad rehúye con sus políticas el trato amable y cordial hacia otras personas y rechaza las atenciones y muestras de cariño; porque Bogotá, bajo su dirección, amedranta al ciudadano, el silencio ronda las calles, al tenor de los que pueden ser escuchados y no alzan su voz, porque en la esquina un gañán controla el paso.
Señora alcaldesa, no tiene pretensión este breve escrito de ataque desde cualquier esquina ideológica, son más las letras de un ciudadano que observa con preocupación cómo los debates de fondo y los problemas de concepción de ciudad son disfrazados por sus constantes peleas de esquina.
No, señora alcaldesa, el ejemplo constante crea corrientes de actuación y permítame traer a colación una frase de uno de nuestros más grandes exponentes de folclor popular:
Porque de nada sirve el doctor
Si es el ejemplo malo del pueblo