La canasta familiar: una trama falsa

La canasta familiar: una trama falsa

Las deudas pueden comenzar como una simple bola de nieve y terminar en una avalancha. Llevan a que familias estrato 4 pasen a 3, de 3 a 2, de 2 a la calle...

Por: CÉSAR CURVELO
febrero 07, 2022
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La canasta familiar: una trama falsa
Foto: Pixabay

1.67% ha sido la sospechosa bajísima cifra de inflación en enero 2022 para los colombianos. El DANE dictó sentencia inapelable al respecto en su calidad de suprema entidad jerárquica de los numeritos oficiales y por tanto no hay la menor oportunidad de réplica, ni derecho al pataleo, ni a segunda instancia, ni revisión de los datos.

Cifra miniaturizada y burlesca para mucha gente. El IPC no ha subido al Everest, pero de pronto sí al pico Simón Bolívar de la Sierra Nevada de Santa Marta.

La inflación en el mes de inicio de este complicado año electoral debería estar arañando un guarismo elevado. Pero tú sabes, se quiere guardar apariencias. Al final de año habrá otra alza del salario mínimo “por encima” de la inflación y el aumento de la productividad que, según el gobierno, volverá ricos a empleados de oficina y obreros que lo devengan.

Huevos, leche, papa, pollo, carne de res y cerdo, arroz, harinas, pan, verduras, frutas, pescado, servicios públicos, pasajes de buses y taxis, arriendos, vestuario, entretenimientos, cultura, comunicaciones y otros componentes de la canasta familiar se han disparado hacia los cirros, las nubes más altas, debido al ansia desmedida de lucro de ciertos comerciantes y, según los economistas monetaristas neoliberales, por el exorbitante salario mínimo, ahora dizque de “millonarios”.

Aclaro que soy economista tipo Thomas Piquetty, y de paso recomiendo leer su reciente obra ¡Viva el socialismo! Crónicas 2016-2020.

El caso es que hay padres o abuelos de familia que salen al rebusque, o sea a vender mercancías a la plaza. Puede ser mochilas, como lo está haciendo el abuelo y humorista Álvaro Lemmond, en Santa Marta, la Perla de Aviayala.

¿Qué hace la alcaldesa de izquierda de la ciudad o el gobernador ídem al respecto? Creo que es su deber apersonarse de lo que está pasando con este tocayo de Uribe tan metido en el corazón de los colombianos.

Lemmon, no el de las chifladas. Polilla y Barbarita, metidos a abogados del diablo y de “Chacarol”, han dado a entender que el Hombre Caimán no ha sido responsable con sus finanzas. Como si no estuvieran enterados de la indolencia de los gobiernos, de todos los niveles, frente a necesidades de muchos famosos de las bellas artes, los deportes y la farándula, abandonados a su suerte.

A lo mejor el Hombre Caimán está con el cambio y eso le choca a algunos. Con eso que el candidato a la cámara por el departamento del Atlántico, Agmeth Escaf, se ha ofrecido a colaborarle.

Siguiendo con lo de la canastilla familiar ―insisto que para los estratos uno y dos es diminutiva debido a que tiene productos esquivos por los precios―, veamos un agujero negro invisibilizado pero que salta a la vista y que no veo absolutamente por ninguna parte en los componentes de dicha canasta.

Me refiero a los préstamos y los fiados. Resulta que la canasta familiar la componen productos y servicios. ¿Y el componente deuda de la canasta familiar? No existe. El DANE supone que usted, amiga estrato dos a cuatro incluso, no fía, no se enculebra. Ellos viven en el país de Jauja o Cucaña.

Por regla general, cuando uno recibe la entrada o el sueldo, hay que pagar algo en la tienda o alguna deuda, llámese pagadiario, préstamo al 10 por ciento, o uno legal en el banco o corporación, o cooperativa, o fondo de empleados, o cancelar un atrasado servicio público domiciliario.

Esto no se tiene en cuenta para el modus vivendi de quienes poblamos el multiestrato 1-4, clases sociales de la uno a la cuatro. La gran verdad es que el deudero conlleva a que los cálculos del Dane se desplomen por su propio peso y se vengan al piso. Una familia con un ingreso de 1.8 millones de pesos no vive bien. Decir lo contrario es una falaz mentira.

Las deudas pueden comenzar como una simple bola de nieve y terminar en una avalancha alpino-austríaca. Llevan a que familias estrato cuatro pasen a tres, de la clase tres a la dos, de la dos a la uno, y de la uno... a ser habitantes de calle. Esto va para debate y alargue, así que como dice Diomedes, mejor te la dejo ahí.

Como decía, una satisfacción económica mínima para las familias de las clases menos favorecidas continuará a la mengua y merma de la bolsita en la tienda, o del saquito en la plaza, o del carrito en el supermercado.

Y como por acá llueve y por allá no escampa, el plato de la camioneta o camioncito para cargar la compra de la clase cinco tendrá menos bultos. Algunos acomodados también aprietan clavijas en sus gastos.

De tal manera que la cosa económica queda igual: cara y color de hormiga para los pobres mortales que habitamos los barrios populares. Apretémonos los cinturones.

Hagamos toda clase de estratégicas movidas microeconómicas para darle el mejor uso a nuestros ingresos, meditar sobre el futuro inmediato y tratar de comer de forma balanceada.

Vi en una tienda a una señora echando vainas del gobierno. Compró tres botellones litro de gaseosas. Yo digo que pudo llevar frutas y azúcar y preparar un excelente jugo natural de limón, maracuyá o tomate de árbol.

También vi, el fin de semana en la misma tienda, compras de tandas de cervezas. Iban a una cercana parranda en una terraza. Observaba todo esto con una escrutadora mirada socio-vecinológica, mientras me refrescaba con una fría.

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