La selección hoy contra Argentina se pareció muchísimo a James Rodriguez. Indolente, inconsciente, sin garra. Sin amor propio. Cayó sin atenuantes, como el equipo chico que es, contra una versión B de la poderosa Argentina de Scaloni. Los gauchos jugaron a media máquina, ahorrando nafta, como dirían ellos. Colombia sin ambición, bajando los brazos desde el arranque. Pechos fríos, como siempre. Una nueva decepción.
Y en el fondo deberíamos estar felices. Este equipo de James se parece a él. Siempre de espaldas a la realidad del país. Con excepción de Falcao, durante la masacre policial de septiembre del 2020, ninguno de sus jugadores salió a dar la cara por el pueblo que era golpeado, desaparecido y torturado por la policía. Incluso figuras de la vida pública como Matador se declararon abiertamente enemigos del combinado nacional. Hoy debe estar celebrando. Tuvieron la oportunidad de estar en el lado correcto de la historia y la desperdiciaron.
Estos muchachotes ricos tuvieron su baño de realidad desde el viernes pasado, cuando el laborioso equipo peruano les pintó la cara en el Metropolitano. Siete partidos sin anotar goles y todavía hay periodistas que quisieron vendernos la mentira, el humo de que se le podía ganar a Argentina. Entonces salieron con el mentado y desafortunado #YoMeMonto. Que vergüenza.
La felicidad que sentimos de ver a este equipo eliminado tiene que ver con que estos periodistas, oportunistas, son los primeros afectados por la eliminación a Catar. Muchos tienen seriamente comprometidas las posibilidades de conocer Asia hablando babosadas. Ahora será centrarnos en un semestre vital para el país, las elecciones presidenciales. Llegó la hora de que los noticieros se enfoque en la realidad y no en jamesito, en el baile de jamesito, en las lágrimas de jamesito.
Se acabaron los distractores, lo que tenemos es nuestro reflejo frente al espejo, lleno de amargura, de realidad de equipo y de país de tercer mundo. Y pensar que todavía habían periodistas que hablaban del clásico contra Argentina, un equipo al que la última vez que se le hizo un gol en su territorio fue en 1997 y lo hizo el Pibe. Veinticinco años de derrotas, de no marcar un solo gol.
Me alegro además porque nos ahorraron el sufrimiento y la humillación de ir a un mundial a quedar eliminados en primera ronda. ¿Mañana que se inventarán los Refisales para mantener viva la ilusión? Cualquier cosa funcionará. La realidad es algo demasiado horrible en este país para pasarla sin alguna de las drogas que ofrece la televisión. El fútbol, al fin y al cabo, es la más barata de todas.