El Contexto Geopolítico
“Whoever rules East Europe commands the Heartland; whoever rules the Heartland commands the World-Island; whoever rules the World-Island commands the World”[1]
Rusia y China tienen varios intereses en común a nivel global y en regiones como América Latina. Comenzando el siglo XXI, ambas potencias comparten el afán de “construir” un mundo más “multipolar”, sin un único hegemón, en el que la influencia y el poder de Estados Unidos, en particular en las zonas que Moscú y Beijín consideran sus orbitas de influencia directa, disminuya sustantivamente. Sus ministerios de relaciones exteriores están alineados en ese objetivo, actúan en tándem y cuentan con aliados estratégicos en diferentes partes del globo, como Irán y Corea del Norte, y en América Latina con Venezuela, Cuba y Nicaragua, entre otros. Países que tienen también varias cosas en común, entre otras, el carácter dictatorial y autocrático de sus gobiernos.
Estados Unidos enfrenta además el reto de la economía China, que amenaza con desbancar a los norteamericanos del primer lugar, algo que algunos se atreven a pronosticar, podría ocurrir más o menos en una década (y que otros como el autor de este artículo no dan por descontado que vaya a pasar). El liderazgo de la tecnología 5G es uno mas de los tantos desafíos que enfrentan a chinos y norteamericanos en la arena económica.
¿El hegemón se debilita?
Rusos y Chinos perciben, no es difícil pensar, una “ventana de oportunidad”. Lo ocurrido con la toma del capitolio en Washington, a la que algunos medios se refieren como la “insurrección del 6 de enero”, y más recientemente lo sucedido con la dramática retirada de Afganistán, dan cuenta de una Norteamérica profundamente dividida y polarizada, y un liderazgo poco popular, entre otras cosas debido a una inflación desbordada (it's the economy stupid), que es objeto de fuertes criticas en el frente doméstico. Un gobierno demócrata además percibido tradicionalmente como “débil” en materia de política exterior. Los norteamericanos parecen cuestionarse su papel en el mundo (“adalid de la democracia y los derechos humanos”) y han abandonado, a punta de malas experiencias, aquello del “institution building”. Los confusos mensajes a sus aliados en Europa durante la era Trump pusieron a pensar a la Unión Europea si había llegado la hora de replantear su estrategia de seguridad para no depender de Washington en la medida que dependen hoy.
Democracias versus totalitarismo
De tiempo atrás, las democracias occidentales parecen experimentar un gradual desgaste. El “sistema” parece con frecuencia desbordado por las expectativas de sus ciudadanos. El manejo de la pandemia ha acentuado las diferencias entre Dictaduras y Democracias. La inequidad social y la concentración de la riqueza crecen en occidente, y se evidencia la necesidad de re-direccionar el sistema económico, quizá hacia lo que algunos llaman un “capitalismo mas consciente”. Los “hombres fuertes” y el populismo, que se eternizan en el poder, están de moda.
El “patio trasero”
Latinoamérica es llamada por algunos el “patio de trasero” del Tío Sam. Guardadas las proporciones, lo que el Cáucaso o Ucrania representan para Rusia, o, lo que el mar del sur de China y Taiwán para la China continental: un “corredor de seguridad” para la preservación de la soberanía territorial y la supervivencia de la nación. Algo así como un “espacio vital” que debe ser parte de su órbita de influencia inmediata, y que en poder o bajo el control de un tercero implica una debilidad estratégica que no es tolerable. Si alguien se acerca mucho a ese espacio vital está invadiendo una zona muy intima, lo que genera bastante mas que simple incomodidad.
LA OTAN viene moviéndose gradualmente hacia el este. El corredor de seguridad de la “madre Rusia” se viene reduciendo sustancialmente desde la caída de la URSS . Un posible ingreso de Ucrania a la OTAN, desde la perspectiva de Putin, implica un riesgo para la integridad del territorio Ruso. Es tener al enemigo demasiado cerca. Algo similar sucede con el mar de indochina y Taiwán, los patios traseros y la orbita de influencia “natural” de Beijín, patrullados por grupos de batalla naval norteamericanos, que producen una profunda incomodidad en la China continental.
Pagando con la misma moneda
Si la OTAN y USA, como dice el adagio popular, se están “metiendo en la cocina” de Rusos y Chinos, los hechos recientes muestran que ambos se están moviendo en el tablero de ajedrez global para “devolverles el favor”. Mientras Beijín ha optado por un acercamiento mas blando (soft politics), enfocado en inversiones en infraestructura y demás (siendo el estandarte de la estrategia el “one belt one road”), Moscú, por otro lado, parece inclinado a usar tácticas mas agresivas, como jugar a la desestabilización, apostar al cambio de regímenes mas acordes con su “forma de ver las cosas”, vía la insurrección si toca. Y, por supuesto, respaldar militarmente a sus aliados actuales, especialmente si están ubicados en zonas que pueden incomodar al Tío Sam.
La crisis de los misiles en Cuba es un antecedente que explica con claridad aquello de “tu te metes en mi patio y yo me meto al tuyo”. Rusia sacó sus plataformas de misiles de Cuba y en contraprestación Estados Unidos hizo algo similar en Turquía.
Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros representan una oportunidad para Rusos y Chinos. El pronunciamiento reciente de Sergei Lavrov, en medio de la crisis de Ucrania, en el sentido de que Moscú planea fortalecer sus cooperación militar con todos los anteriores, da cuenta de la intensión Rusa (y China su partner) de multiplicarle los escenarios de atención a Estados Unidos, obligándolo a tener que mirar de reojo y comprometerse en varios frentes de manera simultanea. El mensaje de Lavrov parece claro: si la tensión geopolítica escala en el ámbito mundial, rusos (¿con la ayuda de los iraníes?) podrían contemplar la opción de “calentar el patio trasero del Tío Sam”. Y en este sentido, un espacio geográfico que parece, dadas sus dinámicas actuales, una buena opción para una posible confrontación regional es la volátil frontera entre Colombia y Venezuela. O, por qué no, el diferendo marítimo entre Nicaragua y Colombia.
Arauca: franquicias y franquiciantes
En el epicentro de la inestabilidad actual de Arauca están las economías ilegales. La lucha fratricida por las “franquicias” otorgadas por el cartel de los soles (dueño de la franquicia). Después de todo, nada se mueve en un régimen dictatorial sin la venia del tirano. Los generales venezolanos y por supuesto miembros del mas alto rango del gobierno de ese país controlan el negocio del narcotráfico, la explotación del oro, el tráfico de armas y todo lo ilegal que se mueve en la frontera, que era, hasta hace un par de años atrás, un caos relativamente organizado.
La situación comenzó a cambiar alrededor de agosto de 2019, cuando Márquez, Santrich y el resto del cartel de las Farc anunciaron que salían del proceso de paz y que nacía la Nueva Marquetalia (y de manera menos formal: que regresaban al narcotráfico, del que en la practica, nunca se fueron pues algunas evidencias sugieren que, seguían traficando descaradamente estando en La Habana). Lo que alias el Paisa y sus secuaces no calcularon era que su “participación en el mercado” ya había sido ocupada por la “competencia”.
Disidencias de las mismas Farc, como el frente 10 y los frentes 28, 1, 14 y demás, bajo el mando de Gentil Duarte, que no fueron parte del proceso de La Habana, aprovecharon esos años de whisky y ron del secretariado para afianzar su dominio y control del negocio, y por supuesto las rutas y corredores hacia Venezuela. El ELN hizo por supuesto lo propio, después de todo, “a rey muerto, rey puesto”.
La llegada, o mejor, el retorno de la Nueva Marquetalia al negocio alteró el caos organizado de la frontera. El detonante de lo visto a ambos lados de la frontera en los últimos meses y semanas tiene todo que ver con el control de las economías ilegales, el territorio y la población, y las alianzas de unos y otros con el régimen de Caracas. La violenta disputa entre las mismas disidencias, disidencias y ELN, que cuentan con las Fuerzas Armadas Bolivarianas como aliado de quienes gozan de la franquicia da cuenta de varios carteles en pugna que luchan por quedarse con el negocio y el beneplácito del régimen.
Mentes y corazones
La frontera nunca ha sido un lugar tranquilo. Desde la llegada del chavismo al poder, el territorio venezolano se convirtió en la retaguardia estratégica de los grupos armados colombianos. En parte eso evito que durante el gobierno de Uribe tanto las Farc como el ELN hubieran sido debilitadas de manera mas “definitiva”.
En Arauca convergen intereses políticos y económicos de actores ilegales, y geopolíticos incluso, y se conjugan casi todos los problemas de las zonas mas inestables de Colombia: una presencia muy débil del Estado; un tejido social inexistente o muy precario; una sociedad civil intimidada o alienada ideológicamente por los actores del conflicto; las evidencias parecen sugerir una muy profunda infiltración de los grupos armados en las estructuras locales de poder (políticas, sociales y económicas), incluyendo las ramas de la gestión pública; corrupción; problemas de infraestructura; limitadas alternativas de desarrollo y sigue lista. Fenómenos que llevan años en gestación.
Como resultado de un Leviatán débil o ausente, la batalla por “las mentes y los corazones”, el apoyo de la población, es otro talón de Aquiles y uno de los centros de gravedad de la inestabilidad en Arauca. El Estado enfrenta generaciones de insurgentes, que tienen un palpable grado de influencia sobre sectores de la población, por miedo o afinidad ideológica.
La guerra híbrida
Operacionalmente, Arauca es una pesadilla para cualquier fuerza militar. Enfrentar a un enemigo que se confunde y mimetiza con la población civil, que, a conveniencia se transforma y adopta diferentes caras, es un tipo de escenario tan complejo de entender y manejar, que ha visto claudicar a los ejércitos más grandes del mundo, como el caso de Estados Unidos y Francia en Vietnam enfrentando al, en el papel, mucho mas débil Viet Cong.
La confrontación en Arauca es una “guerra híbrida”, muy difícil de pelear, en la que los Estados, sujetos del derecho internacional, suelen estar en la práctica a la defensiva. Un tipo de guerra en la que todas las formas y métodos de lucha, rurales y urbanos, incluida la desinformación, por parte del enemigo del Estado, son válidas. Los conflictos híbridos según los entendidos, implican esfuerzos a diferentes niveles, para desestabilizar al Estado y provocar la fractura de la sociedad.
La turbulencia será el “nuevo normal”
Los rusos, Cuba y Venezuela, el Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla, el ELN, las disidencias, la izquierda radical en Colombia y sus aliados en diferentes países comparten el interés de desestabilizar a Colombia y lograr que en 2022 haya un giro en el Poder Ejecutivo hacia una opción de más afín a sus narrativas y objetivos. Colombia ha sido el aliado más importante e incondicional de Washington en la región. El único país que, hasta ahora, no ha tenido gobiernos de izquierda, y que de cierta forma ha servido de muralla de contención para la expansión del comunismo en la región. Es en pocas palabras, un “blanco apetitoso”.
Lo anterior implica en la práctica que los próximos meses serán de “fronteras calientes”. Ni las disidencias de Farc ni el ELN van a ceder fácilmente. Y Las inteligencias rusa y cubana y otros actores podrían incrementar sus operaciones de espionaje e infiltración, la financiación del vandalismo y la izquierda radical, la guerra cibernética y de desinformación. Podrían inclusive tratar de interferir en el proceso electoral de Colombia, tal como lo hicieran según evidencias durante la campaña que llevo a Trump al poder en Estados Unidos. El Estado colombiano deberá prepararse mejor para contrarrestar la guerra cibernética y de desinformación que inminente.
En esta etapa final, con las elecciones en el horizonte, el Gobierno está forzado a demostrar que la política de seguridad y defensa está dando resultados. Esto implica más bajas y capturas de cabecillas, más golpes contundentes a los grupos armados y demás. Sus adversarios quieren probar exactamente lo contrario. Las causas estructurales del conflicto y la inestabilidad en Arauca y la frontera no se van a resolver de la noche a la mañana (incluida la migración) ni a punta de incrementar del pie de fuerza. Un punto de inflexión no se ve cerca. Se requiere probablemente de una estrategia de largo plazo mas holística e integral. Todo parece indicar entonces que la turbulencia, al menos a corto plazo, será el “nuevo normal” en la zona.
[1] Mackinder, Democratic Ideals and Reality, p. 113.