Sí, amigas y amigos fanáticos hinchas a morir de nuestra gloriosa Selección: perdimos por culpa del centro. Colombia cero huevito, cuando los del Centro Democrático auguraban que serían tres. Perú: una diana, anotación o tanto.
Veamos: la versión futbolística-política del caso. Wilmar Barrios, cerca de la bomba central, le pone un pase a Yimmi Chará. Barrios es el gran medio de contención del Zenit, de San Petersburgo. Sí, la misma Stalingrado, donde la codicia de Hitler tacó burro en una de las batallas más crueles de la Segunda Guerra Mundial, en combates casa por casa entre el Ejército Rojo de la Unión Soviética y la Wehrmacht de la Alemania nazi.
Yimmi Chará, metido a centrocampista, le pone un comprometido pase centralizado a Luis Díaz. Ahí fue que tuve la sensación de que los de la Coalición Centro tenían algo que ver con el partido.
―¿Vei, primo, y qué no la ponei a tu izquierda? ―vociferó en su hablar wayú el gran jugador del Oporto de Portugal, al parecer nueva súper contratación del Manchester United.
―Ve, viejo Lucho, tú sabés que ahora mismo soy centrista ―responde Yimmi en su tono populo-valluno, a manera de excusa.
De ahí se origina un contragolpe y allá, en el Palacio de Taulichusco, el profe Pedro Castillo se pone de pie. Aclaración: los Fujimori y aliados, y sus medios que no son pocos, le dicen “Palacio de Pizarro” al palacio presidencial, a fin de ensalzar al brutongo conquistador analfabeto del Imperio Inca. Unos amigos peruanos, a quienes acompañé a ver el partido, me dicen que hay que rescatar el nombre del dueño ancestral del predio donde se construyó el palacio, o sea, el curaca Taulichusco. Curaca es como decir cacique en quechua.
Acá en nuestra patria bomba, digo, boba, en la Hacienda El Ubérrimo, Uribe hace lo contrario: estaba de pie y se sienta, preocupado. Toda su derecha está llena de gente y, como también estaba parada, también se sienta: los movimientos del jefe son órdenes perentorias para ellos. A su izquierda no hay nadie. Está terminantemente prohibido sentarse en las pocas sillas de la izquierda.
―¡Eh, avemaría, se nos vienen encima esos indios patirrajados! ¡No quiero ni imaginarme la cara de mi Paloma, que tanto los adora!
El ataque por la izquierda tiene visos de peligro. El artillero de la selección inca, Edison Flores, encara a Ospina, portero oriundo de la ciudad de la feria de las flores. Uno de los mejores del mundo.
―Pues hombre pues, no te preocupés, tú Tolita, ni tú Marujita ―dos criticones, invitados de honor en la uberrimoníaca sala―. Seguro, como buen seguidor de nosotros, protegerá su madero, el de su derecha, o sea el de nosotros.El delantero rojiblanco Flores patea. El tiro va a la derecha para Ospina, quien se lanza, ¡pero no a su derecha, sino hacia el descuadernado, desbarajustado y deshilachado centro!
―¡Goooool! ―gritaron los hinchas de la franja roja a mi lado.
Insisto, por todo lo anterior, que la culpa es del centro, de los centristas, de los centralistas, de los centralizados, y, por tanto, de la colisión, disculpa, de la coalición Centro Esperanzocrática, que no tiene nada de socrática y sí mucho de pseudodemocrática, por su cercanía al Centro... Democrático.
Ya que menciono a Sócrates, debo decir que nos gustaría que jugadores de la selección, y otros deportistas famosos y artistas de la gran farándula, promovieran el cambio social y político en nuestro país, así fuera con breves comentarios afectos al cambio. La mayoría, si no todos, proviene de estratos sociales uno y dos, que son los más afectados por las pésimas decisiones de nuestros actuales gobernantes.
Y no me refiero a Sócrates, el filósofo, uno de los primeros pensadores de nuestra civilización en tocar temas de igualdad social, sino a Sócrates, el gran futbolista y médico brasileño, un impulsor de movilizaciones izquierdistas para la vuelta a la democracia en Brasil, que allá por la década de los ochenta estaba bajo la bota de una dictadura militar.
Es así que se han alejado nuestras posibilidades de clasificación al mundial de Catar. Por las debilidades manifiestas del centro.
Íngrid es la única que parece que está reaccionando en el sentido que el “centro” se está llenando de los mismos con las mismas. Se lo está echando en cara a sus compañeros precandidatos, pero ni Robledo, ni Galán hijo, ni los otros, nada que reaccionan.
Quién sabe si todo eso no será más que pura pantomima. Porque la política por regla general es así: teatro, maquiavelismo, quítate-tú-pa-ponerme-yo. Tienen tiempo de hacer un fuerte viraje a un verdadero cambio.
Como dije, fue por la bulla centrista que Yimmi Chará tiró al centro. El cargo de conciencia por tanto no es de ellos, ni de Ospina, ni de ninguno de los jugadores, sino del palo en la rueda que representa la cháchara vacía de los centristas. Eso fue lo que vi escrito en el cielo del estadio Metropolitano al salir cabizbajo del partido.
No se me notaba porque llevaba puesto el tapabocas. ¿Y mis amigos peruanos a los que serví de guía y compañía? Jalando risa y celebrando con sus botas de vino y fría va fría viene, ya por acá en un estadero de la Ciudadela 20 de Julio, el barrio inmediato al coloso Roberto Meléndez.
Este martes primero de febrero tendremos la oportunidad de meterle cinco goles a la selección argentina, allá en el Gran Buenos Aires.
Aquí sí cabe anotar que la esperanza es lo último que se pierde.
