El día era soleado, lleno de vida y luminosidad, tal como lo había sido aquella semana.
Aun así, los síntomas gripales que llegaron la noche anterior hacían estragos en mi organismo, razón por la cual la prueba era pertinente; descartar la temida infección se convirtió en prioridad. Y así se hizo.
Veinte minutos de recorrido bastaron para llegar al sitio indicado. La pulcritud de aquel laboratorio clínico no hacía sino recordarme lo molesta que es la prueba PCR. Sentir aquel isopo gigante girando en lo más profundo de tu nariz, casi tocando tu cerebro, y por tercera vez... Es todo menos agradable.
Sólo pasaron quince minutos. ¡Un cuarto de hora! ¡Oh sí, fue rápido! Una llamada me indicó aquello que, a decir verdad, no esperaba: SARS-CoV 2 (COVID-19) ANTÍGENO: POSITIVO.
No puedo negar que la sorpresa fue mayúscula y poco alentadora. Pero la tomé con calma, ya que al tener mi esquema de vacunación completo el susodicho virus no tendría mayores posibilidades en mi contra. Al menos eso espero.
Al momento de escribir estas líneas estoy en el segundo día de evolución desde la confirmación de la infección, acatando las medidas de aislamiento necesarias con la medicación pertinente.
Espero que todo marche bien teniendo en cuenta que no estoy entre la población de riesgo ni tengo factores de salud críticos. Aún ante estas verdades, no dejo de darle vueltas a una sola gran verdad: tengo en mi organismo un virus que ha matado cerca de 5,6 millones de personas en el mundo entero en menos de dos años. Alojo un asesino en mi cuerpo. ¿Suena aterrador? ¡Por supuesto que es aterrador! Si no sigo las indicaciones podría engrosar ese oscuro conteo.
Por lo pronto estimado lector, te comento que salvo unas molestias respiratorias que no revisten gravedad, me encuentro estupendamente.
Obviamente deseo salir airoso de este impase, así como quiero que el mundo entero lo haga, pues esta terrible pandemia nos ha quebrado de formas que difícilmente habríamos imaginado.
Es menester sanar y ayudar a sanar. Mientras tanto aquí está, batallando contra mi sistema inmunológico. Lo tengo vivo, pero no por mucho. ¡Ojalá!