La papa, el delicioso e infaltable tubérculo más consumido en el mundo, el que calmó la hambruna cuando en la conquista lo llevaron a Europa desde los Andes; el tubérculo que se encuentra entre los 10 cultivos más importantes de la humanidad…
A pesar de ser Colombia un prolífico cultivador de este producto agrícola hoy su precio se encuentra por las nubes.
La papa es la alegoría de la comida, es su representación simbólica, tanto así que para dirigirnos a ella en lenguaje vernáculo decimos: "voy a conseguir la papa", es decir, la comida.
En este espiral de alzas que se ha visto envuelta, rápidamente pasó de 600 pesos a 2100 la libra, algo abiertamente escandaloso.
¿Pero de quién es la culpa? En esta tesitura se dice con facilismo retórico: "La culpa es del maldito paro que protagonizaron esos vándalos".
Es el traslado fácil, elemental y primario en un régimen de culpabilidades, previamente calculado y diseñado. Lo anterior lo dicen desde el gobierno y lo replican las bodegas que en redes sociales trabajan de manera incansable para posicionar percepciones.
¡A otro perro con ese hueso!
Decía Misia Petrona, cuando el engaño se hacía evidente.
La culpa finalmente es de este gobierno, que permite con sus acciones, que las cosas se extremen para luego estigmatizar. Con la perversidad con que actúan, obtienen réditos políticos.
Igual se hace mediante el proyecto de manipulación mediática cuya base son los sofismas de distracción y el trabajo en la desinformación.
Desafortunadamente, muchos creen esta falsa narrativa: "el alza de los alimentos es culpa del paro". Personalmente, creo que el origen del encarecimiento de algunos productos básicos está en el mal manejo de la economía, la corrupción que es un barril sin fondo y la voraz burocracia que todo se lo traga, todo lo engulle para que luego los despilfarros, convertidos en déficit fiscal, sean trasladados al bolsillo del consumidor vía alza en los productos o reformas tributarias exprés.
El culpable es el mal gobierno. ¡Por eso estamos como estamos!
Pero recordemos a la Billos Caracas Boy's, esa gran orquesta venezolana cuando en la inolvidable canción titulada "Por eso estamos como estamos", nos acentúa nuestras falencias:
Si miramos con cautela / los problemas que tenemos / merecemos una pela / porque no los resolvemos / Se han formado mil partidos/ sindicatos por montones / se la pasan discutiendo / y todo se va en reuniones / Coro: / Por eso estamos como estamos / por eso siempre nos quejamos / y tal parece que gozamos con ver las cosas al revés / Por eso estamos como estamos / por eso siempre nos quejamos / y tal parece que pensamos / con los huesitos de los pies /
Nada retrata más, nuestra realidad que esta canción. Más adelante, la canción da en un punto neurálgico: la comida y el alza en precio de ella. Envía el mensaje de por qué primero está el trago y la parranda, que la dedicación a solucionar lo que primordialmente nos afecta. Es un mensaje puntual, muy ajustado a nuestra realidad.
Y volviendo al alza de los alimentos: no solo es la papa la que subió, también la carne. La proteína, supero la altura de las nubes y anda en la estratosfera: la carne pasó de 9500 a 16 000 pesos la libra. Ni se diga el aceite que ha tenido todas las alzas posibles, en tiempo récord: un frasco de aceite mediano de 8 500 pesos paso a 14 000 pesos. ¿Culpa de quién?
Se subió la mantequilla / subieron las caraotas / el señor que hay en la casa pone tremenda carota / al llegar Paco Camino / anunciando una corrida / hasta el gato de la casa llena su bota de vino / Por eso estamos como estamos / por eso siempre nos quejamos / y tal parece que gozamos / con ver las cosas al revés /.
Y si innegablemente los llamados "cortes de ruta" o bloqueos afectaron la producción ¿por qué posteriormente, los precios se quedaron incólumes? ¿Es oportunismo? En honor a la verdad, unos precios subieron y luego regresaron a su sitio, otros se quedaron definitivamente amañados allá arriba, en un descarado contubernio gobierno-productores.
Contribuye a lo anterior la pasividad y obsecuencia de un país que le cogió miedo a la protesta: con la promulgación de la ley de seguridad ciudadana (recientemente aprobada) la protesta fue penalizada.
Agregue a todo esto una comunidad que no ejerce el mecanismo de presión que consiste en dejar de comprar todos aquellos productos cuyo elevado precio atropella al ciudadano.
La solución es salir a votar en estas próximas elecciones. No existe excusa. La situación no admite más y más equivocaciones, no admite llevar a los mismos con las mismas, no admite volver a cometer la estulticia de siempre. ¡Saber votar en estas próximas elecciones es un imperativo!