Las pruebas contundentes de la masiva presencia de visitantes al Hay Festival Jericó 2022 se reflejaron en lo lleno que estaba cada evento, en el parque principal y en el imponente Teatro Santamaría, ubicado en el centro histórico, cuya construcción data de 1920, varias veces reestructurado y con capacidad promedio para 550 personas.
También en el Museo de Arte Religioso, que está en los bajos de la catedral, y en la plaza mayor atiborrada de espectadores de distintos puntos de Colombia, Antioquia y Medellín, y de visitantes del exterior, como sucedió con la espléndida velada musical que ofreció el ensamble de la Orquesta Filarmónica de Medellín y la Filarmónica Embera.
Dos días antes de iniciar la cuarta edición del Hay Festival Jericó, la ocupación hotelera estaba al tope, no se conseguía un zaguán, y por las calles adoquinadas del precioso municipio (casonas centenarias de flamantes balcones y fachadas multicolores de vigoroso acervo cultural, reconocido como la Atenas del Suroeste) se veían pasar turistas apresurados preguntando a los lugareños por casas de familia dispuestas a alquilar habitaciones.
Por fortuna, el jericoano no solo goza de un amplio espíritu hospitalario, sino de un marcado arraigo por las expresiones artísticas y culturales, y del admirable conocimiento de la historia y la tradición de su entorno, y los que estaban sin techo se fueron acomodando.
La organización del Hay Festival Jericó, que cuenta con el patrocinio de Comfama, registra que este año se incrementó la cifra de público en un 10 % con respecto a 2020: un promedio de 8.000 personas, que refuerza el interés y el auge de esta fiesta de las ideas y la imaginación, que en la apertura de calendario precedió al de Medellín (que avanza esta semana) y al de Cartagena, entre el 27 y el 30 de enero.
Célebres invitados
Por los escenarios de Jericó desfilaron prominentes figuras de la narrativa, el pensamiento, la crítica y la ilustración, para destacar el politólogo manizaleño Mauricio García Villegas, que en conversación con Juan Diego Mejía disertó sobre "El país de las emociones tristes", agudo ensayo inspirado en el pensamiento del filósofo holandés Baruch Spinoza, y en la revolución cognitiva, con una gran reflexión, que nos atañe, a manera de colofón: "El mal existe, es una realidad inexorable, pero cómo evitar que se sobredimensione". Uno de los coloquios más aplaudidos.
El renombrado cronista y escritor argentino Martín Caparrós, en amena tertulia con Luz María Sierra, directora de El Colombiano, trajo a colación en Ñamérica, su más reciente publicación, esa diversidad del continente que paradójicamente nos une (excluyendo a Brasil) como lengua, el español, y de la que Argentina —se lo cuestionó Sierra con picardía—, no sale tan bien librada.
Pilar Quintana, galardonada con el Premio Alfaguara el año anterior por su novela Los abismos, conversó con Marta Nebot alrededor de las familias fracturadas, y del lastre de las mujeres, madres e hijas, que terminan marchitándose como las hojas de esa exuberante vorágine que la autora caleña pinta en su obra.
Pablo Montoya, presentado por el cronista y coordinador editorial de la Comisión de la Verdad Karim Ganem Maloof, escarbó en La Escombrera, ese Hades de las almas sin redención que dejó la Operación Orión, uno de los 17 operativos militares de la guerra urbana de la Comuna 13 de Medellín, entre el 16 y el 17 de octubre de 2002, que después de años de una ardua labor de investigación y trabajo de campo con víctimas y victimarios desembocó en La sombra de Orión, su aclamado libro.
Y, en ese periplo, el poeta y ambientalista de la comunidad camëntsa del Putumayo Hugo Jamioy Juajibioy, el bioquímico y columnista Moisés Wasserman, el periodista, escritor y experto en ciclismo Matt Rendell, la bióloga y ambientalista Brigitte Baptiste, el antropólogo Carl Lagenbaek, la educadora Claudia Restrepo, los escritores colombianos Santiago Gamboa, Sara Jaramillo Klinkert y Esteban Duperly, los ilustradores y narradores gráficos Tyto Alba, Valentina Toro, Anna-Lina Mattar y Gala Ricabert, entre editores, editoriales, firmas de libros y proyecciones cinematográficas, protagonistas de esta cuarta edición del Hay Festival Jericó, que colmó las expectativas del público, y lograron que esta cuarta versión culminara exitosa y superior a las anteriores, y con una tarjeta de invitación para el próximo año.
Tierra de promisión
Jericó, municipio enclavado en una cuchilla de la cordillera occidental, que llegó a ser departamento, tuvo banco y moneda propia, es territorio de promisión, orgulloso punto turístico de la nación, cuna de maestros de la guarnielería (fabricantes del típico carriel antioqueño) como la familia Agudelo; donde el desayuno con calentado de fríjoles, huevos revueltos, carne de cerdo o de res, arepa, queso y chocolate, como lo sirven en La Ceiba o en la Casquería Mi Chocita, pasa por un almuerzo, y donde la imagen de la Madre Laura aparece hasta en los salones de belleza, y algunos viejos todavía cierran negocios de palabra y echan los dados sobre las vetustas mesas de los cafés del parque principal como El Carriel, el Luna Park y El Ganadero.
"La mayoría de las personas que han venido al Hay Festival se programan para volver a Jericó en vacaciones. Y aquí los ve uno de nuevo", dice don Alejandro Moncada, propietario de Mi Chocita, "porque el jericoano se distingue por atender con amabilidad al turista y orientarlo para que disfrute todo lo bello que ofrece nuestro municipio, empezando por la casa de la Madre Laura, de permanente peregrinación; la catedral diocesana, sus veintiún capillas, el Santuario del Morro, las rutas de senderismo, sus museos, como el Maca, que es el de Antropología; y la gastronomía, que está siempre a pedir de boca con la experiencia y el sazón de nuestras cocineras jericoanas, de tradición en Antioquia. Ah, y si les gusta el guarito, los cafés y las cantinas que no paran de botar tangos, milongas, guasca y carrilera, o guascarrilera, como la pidan. Aquí bienvenidos, cuando se les ofrezca y con la bendición del Santísimo y de María Purísima", remata Moncada, y con esa tarjeta de un jericoano de ley, pues que no se diga más: agendados desde ya para una próxima visita.