Espero que todos ustedes hayan visto Vikingos, la serie de TV creada para History Channel, por Michael Hirst, emitida entre 2013 y 2020. Yo la vi en diciembre de 2021 y también me encantó. Fueron 89 episodios de 45 minutos cada uno, esto es, cinco días y medio sin dormir, sentado frente al TV, aunque agunos episodios los seguí en el computador y otros los repetí, esperando la Noche Buena.
Yo no sabía nada sobre los vikingos, excepto que en los equipos de fútbol de los países escandinavos (Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia) son tan idénticos unos con otros que parecen hijos del mismo padre. Ahora, creo, los entiendo menos, pero con la serie me intrigaron para siempre.
El tema del seriado es la identidad cultural, étnica y religiosa de los vikingos, enfrentada durante los siglos VIII, IX y X a la identidad de los estados nacionales europeos, en tiempos de feudalismo y de reinos en construcción. El elemento distintivo primordial de los vikingos, según Hirst, era el politeísmo, mientras los otros reinos europeos ya habían encontrado en el monoteísmo cristiano el elemento unificador de la identidad nacional. Más al sur estaban también los monoteístas musulmanes y sus saberes milenarios.
Las tribus vikingas debieron enfrentar la crudeza del clima y la aridez del suelo nórdico, templando el espíritu y azotando el cuerpo, hasta que descubrieron cómo dominar los mares y entonces emprendieron la conquista de tesoros y de tierras fértiles en poder de los infieles, en otras latitudes, al sur de la Península Escandinava. Allí desplegaron la ferocidad vikinga que la fantasía y las mentiras de los vencedores de las guerras les han endilgado, hasta nuestros tiempos.
Recién se confirmó una vez más que en la búsqueda de mejores espacios para la vida los vikingos llegaron a América, hacia 1021, casi 500 años antes que Colón y sus muchachos (1492), según Michael Dee de la Universidad de Groninga (Países Bajos). En la película, Hirst también los hace conquistar América (Canadá) pero en un cuento rosa, medio pendejo, de encuentro y convivencia. Nada como Colón, que entró violando y asesinando y esclavizando y adoctrinando en regla, como lo cuenta Fray Bartolomé de las Casas:
Y si estos tales considerasen que la guerra y mortandad de esta tímida gente dura no uno o cien días sino diez o veinte años, con increible destrucción de los indígenas, los cuales errantes y escondidos en bosques y selvas, desperdigados, desarmados, desnudos y privados de toda ayuda humana, son descuartizados por los españoles, despojados de sus fortunas, reducidos a la miseria, desterratos; andan atónitos y aterrorizados por el incríble pavor que concibieron a la vista de los monstruosos crímenes perpetrados contra ellos por aquellos tiranos; si esos que tales cosas dicen considerasen que los pechos de aquellas miserables gentes se ven agitados por tan gran miedo que quieren precipitarse hasta las más profundas cavernas de la tierra, para escapar de las manos de esos bandidos, estoy seguro de que hablarían más cauta y cuerdamente (pg. 81).
Ragnar Lodbrok (Travis Fimmel) el legendario rey vikingo, invade reinos en Inglaterra y Francia buscando tesoros y tierras, pero encuentra tecnologías agrícolas y prácticas culturales dignas de aprehender. No les impone sus dioses. Sus hijos, Björn, Ivar y Halfdan, buscan poder y aventura y reconocimiento universal por medio del amor o del terror. Ubbe, el hijo bueno en la película, fue encomendado por los dioses nórdicos (Odin, Freyja, Thor, entre otros) para descubrir el nuevo mundo. Ragnar se debate entre dos mujeres, como siempre: la guerrera Lagertha (Katheryn Winnick) y la diosa, por lo bella, Aslaug (Alissa Sutherland). Pero en mi sentir, el verdadero héroe de la saga es Floki: es el inventor, el constructor de barcos, de armas, de intrigas, de mundos; el verdadero adorador de dioses y constructor de religiones, el filósofo. El que al final no está seguro, junto a Ubbe, de si hay un solo Dios, muchos o ninguno. Floki es el hombre de las certezas que el horror de la guerra le enseñó a dudar de todo. Solo quedan la naturaleza y los sueños. Sentencia: “el mundo es más importante que nosotros”.
Vikingos es una película total, aparentemente sobre los vikingos.
Se trata de un thriller donde abundan los excesos de sexo, amor, odio, magia, intrigas, traiciones, ambiciones, fanatismo religioso, ansias de poder, muy cerca del polo norte. Para los vikingos solo vale una regla: la obligación sagrada de la venganza. Para los cristianos, el rey es la nación: “el lugar espiritual de nuestro pueblo no es un lugar sino una persona”, yo, su rey. Por todo eso vale morir y matar, para ir al Valhalla o al Paraíso, a disfrutar de los dioses o del dios. Toda esa guerra es válida, antes de descubrir, luego de la tragedia, el sentido del amor y del perdón. Descubrir que se pueden transgredir las religiones y cambiar de dioses. Por eso el thriller es también sobre la historia contemporánea: la violencia en Vikingos solo es comparable con las masacres en Colombia.
La pregunta que sigue es: en Colombia, ¿habrá también un nuevo mundo? ¿Se impondrán el amor, la verdad y el perdón? ¿Podremos transgredir nuestros dogmas? ¿Cuáles serán los personajes de nuestro thriller?