Si hay un suceso que ha copado las planas de los principales periódicos a nivel nacional es el aberrante crimen de Jhonier leal en contra de su hermano y su mamá, con tanta saña que lo hace un excepcional merecedor de todo el bombo publicitario dado alrededor de todo el país.
Este caso tan sádico nos hace reflexionar sobre el componente criminológico, psicológico y mental que tenía este hombre al momento de cometer el doble homicidio, en especial por el grado de parentesco que poseían las víctimas con el confeso actor material del crimen.
Las fuentes confiables mencionan que el móvil del crimen fue el dinero, el extenso número de cuentas rellenas de riquezas sospechosas del célebre estilista Mauricio Leal, las cuales ya están interceptadas por la fiscalía, además de los ostentosos bienes inmuebles que estaban en su poder, asunto tratado con la extinción de dominios.
Los detalles del crimen son a todas luces desgarradores, en la diligencia judicial, según el relato del representante de la fiscalía, el señor Jhonier Leal, propinó una puñalada mortal a su mamá en el abdomen, luego procedió con el homicidio de su hermano Mauricio leal, quien ya no estaba en sus cabales, debido a que este señor lo drogó con zoplicona, un medicamento que provoca el sueño de la víctima.
Habiendo vencido la resistencia de Mauricio, procedió a realizarle heridas con el mismo arma corto punzante con la que previamente había matado a su mamá, amén de causarle heridas contusas en su rostro.
La imputación fue de homicidio agravado, en razón a la sevicia y al parentesco con las víctimas, además de un ocultamiento de pruebas, puesto que, con las livideces cadavéricas que mostraban ambos cuerpos se pudo comprobar que habían sido cambiados de lugar y el sitio fue desinfectado con productos de limpieza para provocar la idea de un suicidio, a eso se suma la premeditación del crimen 4 meses antes.
Lo que de verdad ha sorprendido, luego de las dos sesiones de audiencias concentradas, es que el 18 de enero de 2022, Jhonier Leal se declaró culpable de todos los cargos, además, con “sentido” pesar pidió perdón, una jugada bastante desesperada para mi gusto, pero bueno.
A pesar de los motivos para cometer el crimen, la sevicia con la que fue ejecutado, es un indicador alarmante de que algo no está bien en su psique, a eso sumémosle que no mató a desconocidos, sino a su propia familia, con una saña tal que es digna de los más repudiados asesinos seriales.
Esperemos que el sistema penitenciario actúe de manera diligente y funcione como agente reformador; estas conductas tan degeneradas tienen un trasfondo psicológico, pueden ir desde trastornos paranoides hasta enfermedades graves como una esquizofrenia, claro está, en ningún momento se hace apología a que se justifica su comportamiento.
Que este caso nos sirva como un llamado para que los sistemas de salud y el sistema de justicia opere correctamente, que se cumplan los principios de la política criminal y el poder penitenciario actúe en su calidad de buscar un tratamiento ideal para personas con estos comportamientos salidos de las peores películas de terror; aunque, la realidad siempre supera a la ficción. Y si existe el perdón, solo el tiempo lo dirá, cuando las heridas abiertas por los actos sanen.