Después de trabajar en peluquerías de barrio donde empezó a aprender del oficio de la belleza, Mauricio Leal, a sus 20 años, ya siendo un niño genio del corte de pelo y del maquillaje, empezó a trabajar en la peluquería de Fredy Marín, afamado peluquero de Cali, ciudad a la que llegó Mauricio Leal, su mamá y dos de sus hermanos, entre ellos Jhonier, el hombre que lo asesinó, tras el divorcio de sus padres, a sus 15 años.
Mauricio trabajó por casi un año en la peluquería de Marín, donde aparte de aprender técnicas más sofisticadas, empezó a codearse con gente del jet-set criollo de Cali que frecuentaban la reconocida peluquería.
El talento de Mauricio Leal era muy notorio en las cuatro peluquerías donde trabajó en Cali, donde siempre fue el más exitoso. Los clientes hacían fila y esperaban largas horas a que el niño maravilla se desocupara.
Según lo dijo el mismo Mauricio Leal, en una de las últimas entrevistas que dio, al lado de Fredy Marín aprendió también a manejar una peluquería como una empresa y a cómo tratar al personal.
Luego de su paso por la famosa peluquería caleña, el niño genio montó su peluquería y el éxito lo llevaba consiguió a la espalda. Un par de años después de estar independizado y de saborear lo más alto de la gloria en su Cali del alma, abrió su peluquería en Bogotá a donde también le llegó el éxito que lo acompañó hasta el día de su muerte, cuando su propio hermano Jhonier Leal, a quien le dio trabajo y comida y techo, terminó asesinándolo, justamente por la envidia que le generó el éxito que el niño genio siempre tenía detrás de él.