La reciente avalancha mediática y social de los NFT trae consigo un problema de fondo: la gran mayoría de personas no entendemos de qué se trata esta nueva tecnología. En ese sentido, abundan las sospechas sobre un nuevo fraude especulativo, una nueva burbuja que no tardará en estallar, o incluso una pirámide encubierta. Esta confusión ha sido agravada por los titulares de prensa que destacan noticias de los NFT que se han vendido por millones de dólares; asemejando esta nueva herramienta a una delirante lotería o a una nueva bonanza más que a un avance tecnológico que, creo, podría ser muy provechoso para muchos artistas del mundo.
Luego de ver docenas de tutoriales, consultar artículos de prensa y leer los interesantes libros escritos por Eva Cortez, Daniel L. Bray y Crypto Dukedom, me temo que el debate podría facilitarse si la conversación inicia de otra manera. Aunque el ser humano vive, hoy en día, rodeado de nuevas tecnologías, para muchos -me incluyo- las mismas son de cierta forma indescifrables: dudo mucho que sepamos a ciencia cierta y con precisión qué es un computador, qué es un GPS o qué es Twitter. Pero lo que si sabemos es para qué sirven estos artefactos o invenciones. En ese sentido, sería mejor, antes de definir “qué es” un NFT (tarea de por sí ingrata y compleja), sería más útil detenerse en entender “para qué” sirven -o podrán servir en el futuro.
Aunque a la fecha no se sabe con claridad los alcances verdaderos de esta tecnología, se pueden destacar un par de atributos considerables que, en mi opinión, tienen un poder transformador y beneficioso para muchos mercados artísticos y culturales. A estos, en particular, me referiré a continuación.
Una aclaración inicial: no todos los NFT son obras de arte -o buscan serlo- y los mercados en los que se negocian no son mercados exclusivamente artísticos. Es más, existen videojuegos, “wearables” de marcas deportivas, columnas de periódicos, portadas de revistas, tarjetas deportivas de colección que, entre otros, también hacen parte de este universo NFT. Sin embargo, muchos artistas, incluso el célebre Damien Hirst, han decidido involucrarse en este nuevo escenario del oficio artístico. En ese sentido, son exageradas e inoficiosas muchas de las quejas y reparos respecto al “valor artístico” de muchos de estos “activos”.
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Para cualquier artista, sea digital o no, es una alternativa -en crecimiento- para acceder a públicos que de otra manera le serían inalcanzables
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En primer lugar, los NFT son una herramienta -principalmente- económica. Para cualquier artista, sea digital o no, es una alternativa -en crecimiento- para acceder a públicos que de otra manera le serían inalcanzables. Las plataformas en las que se comercialización estos NFT como Opensea, Rareware y Binance NFT (muchas de ellas con costos mínimos de acceso) permiten que la obra, las carreras y los proyectos de los creadores puedan entrar en contacto con potenciales compradores e inversionistas. Dada la naturaleza de la transacción (similar a una bolsa de valores) las obras apenas son compradas, de inmediato, se pueden poner a la venta. En otras palabras, estos mercados están diseñados para potenciar las transacciones de las obras, las cuales pueden pasar por varios propietarios en el curso de pocos días, aumentando en cada transacción su valor.
Un segundo aspecto y de la mayor importancia, es que los mercados en los que se transan los NFT presentan una oportunidad de remuneración permanente sin precedentes para los artistas. Por décadas los mercados del arte presentaban una injusticia muy grande: el artista solo participaba de una primera transacción pero en las ventas posteriores eran otros (galeristas, coleccionistas, casas de subastas) los que se lucraban a veces de forma desproporcionada. Una obra vendida por un artista en cientos de dólares a una galería podría terminar costando millones de dólares por sus ventas subsecuentes. Una situación que, además de injusta, precarizaba el oficio del artista, quien realmente a pesar de vender sus obras, no alcanzaría la tan anhelada estabilidad económica en el tiempo. Las evidencias sobran. En cambio, los mercados especializados de los NFT permiten que el artista o creador participe en un porcentaje (una especie de regalías) en todas las ventas a futuro. Un avance trascendental que permitirá la consolidación del proyecto de vida y profesional de miles de artistas.
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Estos mercados están diseñados para potenciar las transacciones de las obras, las cuales pueden pasar por varios propietarios en el curso de pocos días
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Por último, los NFT pueden ser un auxilio esencial para la libertad expresión del mundo. Una de las condiciones más nefastas para la libre expresión es su sometimiento a los poderes económicos y políticos del mundo. No es fortuito que los grandes millonarios compren periódicos, revistas, canales de televisión y servicios de streaming: conocen el poder de controlar los discursos públicos más allá del negocio.
Por todo esto, la conexión que promueven los mercados de los NFT entre artistas y públicos, favorecen a que el artista (resolviendo sus asuntos económicos urgentes y sin la necesidad de complacer clientes o gobiernos) pueda explorar y considerar temáticas y realidades de forma independiente y soberana. Por efecto, el conocido mercado de las ideas, fundamental para la consolidación de la libertad de expresión y de las libertades esenciales, con la presencia de los NFT podrá ser más robusto, más amplio y más diverso. La sociedad entera mejorará.
Como mencionaba al inicio, queda mucho por descubrir con esta nueva tecnología y sus alcances aún están en vísperas de ser siquiera concebidos. Sin embargo y por ahora, vale la pena que cualquier artista o proyecto artístico que tenga interés en encontrar una alternativa económica para su carrera explore este nuevo espacio en construcción y, si es el caso, ingrese y experimente su participación en estos mercados. Algo grande se cierne sobre todos nosotros y, en esa medida, es mejor estar preparados y habituarse a los nuevos universos. De nada sirve cerrar los ojos.