Santiago de Cali, la capital de los vallecaucanos se caracterizó por ser la ciudad que le dio continuidad al paro ocurrido el pasado 28 de abril del 2021.
Paro, que no hemos podido superar a causa de las fracturas sociales que se divisaron por aquellos 34 días de bloqueos, barricadas, y, represión por parte de las fuerzas del Estado.
La ciudad que por años dialogó bajo la búsqueda semántica de “caleñidad”, cuya construcción conceptual dependía de los modismos y expresiones culturales más representativos de Cali, hoy se divide en estigmas que alimentan la lucha de clases: “primera línea” y “gente de bien”.
Al momento de hallar culpables de lo que ocurre con el civismo y el sentido de pertenencia a un conjunto social, el ejercicio parte desde la revisión del crecimiento económico, poblacional, migratorio, laboral, entre otros aspectos sociales, los cuales nos darían una lectura distinta de la Cali que conocemos.
El denominado estallido social, puso sobre la mesa realidades realmente trágicas y dramáticas. Jóvenes con historias que son difíciles de creer y sobre todo que ocurran en la tercera ciudad más importante de Colombia.
Ciudad, con un posicionamiento estratégico en asuntos de productividad económica para la región, a menos de tres horas del puerto más importante del país en el pacífico y canal para el movimiento de mercancías para los departamentos de Cauca y Nariño.
Por lo anterior, Cali debe estar activamente presente en el escenario político en este 2022. La recuperación económica se tambalea nuevamente por la pandemia y la inflación naciente por ruptura de la cadena de suministros. Otro punto es la movilidad, siendo esta el mayor reto para la administración de Ospina, tenemos autopistas con obras, huecos y un sistema de semaforización descoordinado.
El sistema de transporte masivo no acaba su reconstrucción, el transporte particular “pirata” ha sacado ventaja y cada día son más lo que salen a las calles.
Jorge Iván, es un alcalde populista. Gobierna pensando en recuperar su imagen favorable a porcentaje previo a la pandemia. Además, no soporta ningún tipo de cuestionamientos a su gestión, basta con mencionar su cuenta en Twitter para tener respuestas por alguno de sus empleados.
No ha podido calmar los ánimos de la ciudad que reposan como carbón encendido, solo ventilarlo un poco para que se encienda, así estamos en Cali.
Dividida, polarizada o fracturada, está bien. Como lo quieran llamar, pero en la ciudad que había que oler a caña para enterarse que estaba en Cali se quedó en el pasado y en bonitas dedicatorias musicales.
Hoy si usted va entrando por la recta que conecta con Palmira se dará cuenta que aquí algo pasó, la estación de Paso del comercio es un monumento a la incompetencia y el vandalismo. Si por la quinta vas pasando vas a ver la estación de Meléndez destruida y así diez más.
Cali, lejos de volver a ser la ciudad de antes. sumándole que ya no están almacenes La 14. En la que el espíritu de empatía se mudó para siempre, o queda alguna duda después de lo ocurrido con el abuelo moribundo que tuvo que presenciar un procedimiento de tránsito mientras agonizaba. Lo peor fue la respuesta de Movilidad Cali.
Lamento mucho escribirlo, pero hoy se escribe separado. Ca-li
Adenda: alcalde, hubo un atentado terrorista y aún no hay capturados ¿Qué pasó con las investigaciones?
