Francia ha asumido, quizás sin planearlo, la ardua tarea de recordar y consolidar el camino de las mujeres en la política, incluyendo en ella la diversidad discursiva, identitaria y de trayectorias que nos caracteriza.
La bandera de la reivindicación de los derechos de las mujeres y el posicionamiento disruptivo en escenarios de poder masculinos nunca han sido caminos fáciles, siempre vienen con ellos los desafíos de la violencia para frenarnos, la estigmatización, la minimización de nuestras capacidades y la constante invitación a retirarnos para volver al lugar que nos asignaron en el campo de la subordinación.
En medio de la construcción del Pacto Histórico se ha estructurado como eje central el diálogo entre la diferencia, la posibilidad de unirse en un solo propósito de cambio para el país sin importar ninguna otra variable más allá de la decisión de transformación real en un proyecto alternativo, progresista, incluyente y sobre todo garante de derechos para todos y todas.
En un proyecto político en donde tienen cabida desde quienes defendieron la paz bajo el liderazgo del santismo hasta quienes en sus creencias religiosas difieren de algunos consensos contemporáneos con acogida en toda Latinoamérica, tendrá que haber un lugar central para las mujeres en toda su diversidad, con sus voces enaltecidas, sus roles resignificados y con el respeto absoluto por las críticas que hagan a las formas patriarcales que han dominado hasta hoy, el mundo.
El Pacto Histórico debe tener como propósito garantizar que las diferentes voces que se han sumado a este gran acuerdo nacional por el cambio sean tenidas en cuenta, sean valoradas y tengan garantías para la permanencia en medio del sano debate que debe ocurrir para entender y diseñar un país que acabe con la desigualdad reinante.
Por eso realizo este llamado al Pacto, desde mi posición de militante del Partido Alianza Verde, que ha llegado a aportar en este proyecto para lograr la primera presidencia alternativa en este país, lejos de quienes han ostentado el poder por siglos y puesta en manos de la gente.
Hago un llamado al Pacto para que las mujeres tengamos cabida, para que consecuente al país que proponemos, nuestros debates sean escalados como prioritarios y para que se construya una política feminista que no solo esté en el discurso sino en las prácticas cotidianas.
A Francia mi admiración y petición respetuosa para que continúe en el Pacto Histórico. Su voz y las banderas que representa son fundamentales en este sueño colectivo y solo se hará realidad de la mano de las mujeres. Competiremos con altura, respeto y valorando la otredad.
Antes que acabe el año queremos pedir a Francia que en el 2022 no permita que el Pacto se haga sin las mujeres.