Senado, Pacto Histórico y protesta social

Senado, Pacto Histórico y protesta social

Las elecciones permitirán ver el grado de influencia de las protestas y explosiones sociales en la reconfiguración de las instituciones políticas

Por: Horacio Duque
diciembre 27, 2021
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Senado, Pacto Histórico y protesta social
Foto: Flickr

El proceso electoral en marcha en Colombia marca el ritmo de la sociedad en estas últimas semanas de 2021 y en las de 2022, hasta casi terminar el primer semestre. El 13 de marzo, el 29 de mayo y el 19 de junio serán fechas claves para el curso posterior de la nación.

A pesar de que la participación electoral apenas se acerca al 50 % del censo electoral, con un alto porcentaje del voto en blanco, el debate político gravita en las tendencias que presenta el conjunto de la sociedad sumida en una profunda crisis social, pues casi el 70 % de la población vive en condiciones de pobreza y miseria, mientras una opulenta oligarquía amasa descomunales fortunas mediante la explotación de los trabajadores, la manipulación monetaria, el despojo del Estado con la corrupción y la acción violenta de los aparatos armados estatales y las bandas paramilitares que hacen uso de la masacre y el exterminio de los líderes sociales como lo acaban de certificar y documentar varias entidades internacionales que han resaltado la responsabilidad de la policía en las matanzas ocurridas en las protestas sociales de los últimos años, particularmente en Bogotá y Cali.

Los eventos electorales venideros permitirán esclarecer el grado de influencia de las protestas y explosiones sociales ocurridas desde 2019 en la conformación y reconfiguración de las instituciones políticas; en otros términos, como lo anota Castells, se da el reflejo institucional de los movimientos sociales a propósito de las potentes acciones populares ocurridas en Chile desde el 2019 que se tradujeron en unos acuerdos para la paz, la convocatoria de una convención constitucional, la emergencia neonazi (como reacción violenta de la extrema derecha), el reciente triunfo de la centroizquierda socialdemocratizante de Boric y la consolidación de una transición estructural que permita hacer el corte histórico definitivo con el pinochetismo neoliberal consumista.

La elección del próximo legislativo colombiano integrado por 102 senadores y 171 representantes en la Cámara baja es el evento más cercano de los cinco previstos (legislativas, consultas en coaliciones, primera vuelta y el balotaje).

Téngase en cuenta que el parlamento colombiano es un poderoso dispositivo institucional reforzado con las reformas constitucionales de 1991 que atenuaron el histórico régimen presidencialista de 1886, aunque no en los términos de lo que ocurre con un sistema parlamentario como el español y el peruano de hoy.

Así que las expectativas inmediatas están colocadas sobre la integración del nuevo legislativo que actuara entre 2022 y 2026 y que hoy está plenamente controlado por la ultraderecha y la derecha.

El gran interrogante es por la cuota que alcanzará el Pacto Histórico que ha organizado y proyectado el candidato presidencial Gustavo Petro, quien ha retomado la esencia de la alianza del M-19 en 1991 cuando la recién desmovilizada guerrilla integro una lista heterogénea de candidatos a la Constituyente para llevarse la mayoría de constituyentes y avanzar en un acuerdo que permitió la expedición de la Carta Política de 1991 con importantes avances en lo que se conoce como Estado social de derecho y la democracia participativa.

Como las encuestas están indicando que Petro tiene altas probabilidades de ser el próximo jefe de la Casa de Nariño, su estrategia se orienta a conquistar el mayor número de curules senatoriales con el Pacto Histórico para contrarrestar el conocido sabotaje de la ultraderecha que pretenderá paralizar el Estado y precipitar destituciones como se da hoy en Perú con Pedro Castillo y muy probablemente en Chile con la abultada representación senatorial del pinochetismo.

Hay varios pronósticos sobre la eventual representación del petrismo en el Senado que se escoge el 13 de marzo. Unos sugieren 13 senadores, otros entre 14 y 17, otros 20 y los encargados políticos del tema en el PH sugieren 40 legisladores con una votación de 5 millones de ciudadanos.

Esta última cuota sería un buen reflejo institucional de las protestas y huelgas populares que en los últimos tres años han involucrado millones de personas.

En el pasado un fenómeno así se dio con la Anapo del general Gustavo Rojas Pinilla en los años 60 y 70 cuando la inconformidad popular cuajo en una gran subienda electoral a favor de dicho proyecto que después se transformó en la guerrilla urbana del M-19.

Lo especifico de la presente coyuntura es el peso constante del bloque popular que se estructuró desde las votaciones presidenciales del 2018 cuando Petro obtuvo casi 9 de millones de votos, que posteriormente se trasladó al referendo contra la corrupción, mismo que fue acogido por más de 13 millones de ciudadanos.

Ese Bloque popular contra hegemónico ha sido el que en los últimos tres años ha realizado una fuerte presión, acción y oposición extraparlamentaria al gobierno del señor Duque.

Es muy probable que la representación del Pacto histórico alcance una cifra que se mueva entre los 20 y 30 senadores, pero todo va a depender de cómo se organice la movilización en los territorios, tal como acaba de suceder en Chile. Esa movilización espacial debe articularse a las corrientes de las protestas sociales que se conserva latente, aunque con algunas manifestaciones ocasionales. La agitación electoral del Pacto Histórico debe levantar con mucha fuerza las demandas populares de los sectores urbanos y agrarios. La conformación misma de la lista es ya un mensaje muy contundente que sirve de contraste al clientelismo y la corrupción imperante en las otras listas de la derecha, el Centro de la Esperanza y la ultraderecha.

Un diálogo y una comunicación permanente entre los líderes del PH y los movimientos sociales es la clave de una buena representación parlamentaria progresista. Es, además, la receta para contrarrestar cualquier intento divisionista financiado con las platas de Usaid, la agencia norteamericana de la CIA especializada en promover el fraccionamiento de los movimientos populares antiimperialistas mediante desembolsos a ciertos personajes cargados de ambición.

Para la Cámara las cosas no lucen tan claras, pues las peleas intestinas en los departamentos propician toda clase de grupismos y facciones empeñadas en obtener beneficios y figuraciones personales. Allí hay mucho caimán queriendo pescar en río revuelto, lo que no impedirá una gran votación, superior a los 5 millones como lo afirma Roy Barreras, para la lista nacional del Senado.

Nota 1. Sacrificar un proyecto histórico como el del Pacto por una curul es de una mezquindad absoluta. Ojalá la señora Francia Márquez reflexione con cabeza fría y no afecte los intereses de la comunidad afro ni las aspiraciones de las masas populares. En Chile, los intentos de división finalmente no hicieron mella en la candidatura de Boric.

Nota 2. No hay que olvidar que en los procesos políticos en curso el gran poder de los gringos tiene metidas las manos para dañar el avance popular. USAID es experta en financiar líderes divisionistas empeñados en dañar la Unidad popular.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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