Perdón por el cuadro en inglés (Wong, Global PublicHealth, 14 de octubre, 2014) pero resumo:
Principales causas de muerte en África en un año:
HIV/Sida…1,088,000 muertes
Infecciones respiratorias…1,039,000
Diarrea…603,000
Malaria…554,000
Ébola…3,000 o 4,000 en lo que va de este año
En otras palabras, anualmente 1 muerte por ébola comparada con unas 250 por sida. Si usted fuera ministro de Salud en una nación africana, ¿dónde gastaría la mayor parte del presupuesto? En la comunidad virtual académica Global Public Health se inició un debate a partir de estas cifras de mortalidad con varios argumentos interesantes.
Primero, aunque la epidemia por virus Ébola no ha alcanzado todavía las cifras de sida o malaria, su tasa de aumento de casos reportados en los últimos meses ha sido 33 %. Esto sugiere que es una enfermedad o epidemia emergente de crecimiento acelerado. Históricamente así ha ocurrido en los inicios de otras pandemias pero a lo largo de los años se estabiliza el número de personas afectadas. Por ejemplo, la peste bubónica llegó a Europa en 1347-1348 causando la muerte de una tercera parte de la población. Luego ocurrieron recidivas hasta mediados del siglo XVII con menos mortalidad. Pero el miedo social que se produjo ante los primeros embates de la enfermedad no disminuyó. Ese miedo descontrolado y aupado por algunas autoridades llevó en aquellos días de la tardía Edad Media a los primeros pogromos contra judíos de la Europa cristiana. Y en nuestros tiempos nos estamos acercando a ese nivel de histeria social. Recomiendo la lectura de la columna de Eliane Brum en El País de España (13 de octubre, 2014) titulada “El virus letal de la xenofobia”. Escribe la autora: “El primer test en Brasil dio negativo en ébola, pero positivo en racismo”.
Ahora, en países pobres como los de África con bajo nivel de educación de la población y bajo gasto en salud el miedo social tiene algunas ventajas. El ciudadano de la calle aprende ciertos hábitos de conducta higiénica, cosa que difícilmente se consigue con campañas de educación. Por ejemplo, lavarse las manos frecuentemente (la principal innovación en el cuidado de la salud desde hace miles de años). En el caso particular de la epidemia de ébola es más frecuente ahora el manejo apropiado del cadáver por la familia, quizás obligada por las autoridades sanitarias, con ceremonias fúnebres más cortas sin contacto excesivo con el cuerpo del fallecido. Estos son difíciles cambios culturales que la epidemia ha hecho obligatorios.
En el debate se discute si la epidemia de ébola ha aumentado el financiamiento de estudios de investigación en el continente africano. Parece que sí tras el diagnóstico de los primeros casos en países ricos. Pero en el limitado y difícil “mercado” de proyectos de investigación internacionales destinar más fondos a un problema supone disminuir la financiación de investigación de otros problemas. Se pronostica entonces menor disponibilidad de fondos para malaria y sida. Sobretodo considerando que estas enfermedades no son nuevas y la investigación actual está centrada en medidas más rutinarias de control y prevención. Recuerdo hace más de veinte años cuando un investigador me decía que ojalá “su” enfermedad (en ese caso estrongiloidiasis, una enfermedad parasitaria) resultara asociada a la infección por VIH pues entonces sería más fácil encontrar financiación para sus proyectos de investigación. Lo que le recuerda a uno ese negro y sarcástico grafiti de la Primavera del 68: “Más viven del cáncer que los que mueren de él”. Esta última afirmación es evidentemente falsa pero demuestra cómo ciertas frases impactantes pueden formar o deformar la opinión pública. Es importante que los medios de comunicación contribuyan a moderar lo que se piensa y dice en la calle.
En el caso de la epidemia por virus Ébola los medios nacionales e internacionales no se han destacado por calma y objetividad ante la noticia. Pareciera a veces que algunos reporteros ansían el primer caso de ébola en Colombia para dar la chiva. Convertir una enfermedad en noticia tiene diversas complicaciones éticas que los comunicadores a veces no se detienen a meditar. Todos los seres humanos experimentamos lo que en inglés y alemán se llama schadenfreude, que en español puede traducirse como regodeo o gozo en el mal ajeno. De esta y otras emociones oscuras del cerebro humano se aprovechan algunos medios de comunicación.
Volviendo a nuestra pregunta inicial: ¿De qué se muere la gente en África? Podemos responder como se hace a veces en medicina. Causa remota o mediata: pobreza y racismo. Causa directa o inmediata de la mayoría de muertes: enfermedades infecciosas, más del 60 %. El virus Ébola contribuye a menos del 0,1% de éstas por ahora.
Pero en Colombia solo el 12 % de las muertes son por enfermedades contagiosas según la OMS. No perdamos la calma ante el ébola.
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