Tendría más o menos ocho años cuando sufrí la amenaza de un compañerito de escuela y nunca supe por qué me decía que me daría una pela que se hizo realidad; bueno, es lo que hoy día es lo más cercano al bullying.
Luego recuerdo que otro compañerito un día se me acercó y me dijo que me daría protección a cambio de dinero o parte de la lonchera. Entonces en mi niñez aprendí lo que significa estar amenazado y sufrir al mismo tiempo lo que podría ser perfectamente pequeñas extorsiones.
Aunque en todas partes hay personas que reciben amenazas contra la integridad física, me he convencido de que Colombia es el campeón mundial de las amenazas.
Amenazan por todo: porque alguien dijo algo supuestamente indebido, o alguien hizo algo que a otro no le gustó y un sinfín de excusas absurdas con tal de generar terror psicológico.
Es en este punto que quiero llamar la atención. Existen gobiernos que saben amenazar a poblaciones enteras. Hay casos de dictadores que emplean la fuerza de las armas para intimidar y crear terror de Estado para un único propósito: sostener en el poder al dictador.
Los colombianos han aprendido a tener ese trillado término que es la resiliencia, pero yo diría que es valentía a toda prueba. Los líderes sociales, ya sean rurales o urbanos, han demostrado que es posible enfrentar las amenazas.
Muy seguramente las próximas elecciones presidenciales estarán inundadas de amenazas por las redes sociales y los medios de comunicación, ¿El objetivo? Mantener en el poder a los mismos de siempre
¿Logrará el pueblo colombiano enfrentarlo o se dejará intimidar?, y ¿quiénes son los mismos de siempre que desean permanecer en el poder? Blanco es, gallina lo pone y frito se come.