Es un tema común en los radios, en los periódicos, en las conversaciones de pasillo. Avianca, la aerolínea que alguna vez fue el orgullo de Colombia, está rota en mil pedazos. No cumple con los horarios de sus vuelos, el servicio no puede ser peor, las cancelaciones se cobran en oro y la gente no para de quejarse. El declive de Avianca tiene un momento de partida: abril de 2016.
En esa fecha Germán Efromovich hizo pública su decisión de aceptar unilateralmente, a través de la sociedad Synergy Aerospace, de la que es accionista mayoritario en Avianca, un préstamo de USD 800 millones de United Airlines. Con el préstamo, Efromovich buscaba solventar un lío personal que le permitía mantener a raya a acreedores como Elliott Management, un fondo de cobertura liderado por Paul Singer, con foco principalmente en la operación del Brasil. Roberto Kriete se enfureció. Lo consideró un abuso. Con esta decisión echaba por la borda una oferta de USD 1.000 millones que había puesto sobre la mesa la aerolínea estadounidense Delta Airlines, además de una fusión de USD 2.000 millones con la Copa de Panamá. Su socio en Avianca, el salvadoreño Roberto Kriete, no estuvo de acuerdo con que decidiera poner en peligro la compañía para salvar su pellejo, por eso lo demandó.
Empezó un espiral al propio infierno de las finanzas, incluida una caída en las acciones y en la credibilidad que desembocó, en septiembre de 2017, en una huelga de más de 700 pilotos. El objeto de su pelea fue el capitán Jaime Hernández Sierra, presidente de ACDAC, la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles, un sindicato que puso en jaque a Avianca por un paro que le costó la cancelación de cerca de 400 vuelos y 2 millones de dólares diarios en pérdidas.
Entró a la aerolínea en 1996 y desde el 2011 hizo parte de su junta directiva. Entonces arrancaron los roces que se hicieron bastante visibles en el 2013 cuando empezó una negociación con el brasilero que no llegó a buen puerto. Hernández Sierra afirmó que Efromovich “no tenía derecho a hacer lo que está haciendo con nosotros. Si pudiera tenerlo al frente otra vez le diría que se sentara y que arregláramos esto ya. No por mí; por los pilotos; por Colombia, por la empresa. Hemos recobrado la dignidad, ya ganamos. Nunca fue la plata, era una problemática de fondo. Podemos mirar a los colombianos y pedirles disculpas pero era algo que teníamos que hacer. No nos pueden pisotear. Por más que se levante la huelga, la huelga moral sigue. Va a tocar vivir otro proceso, no de huelga, sino de reconciliación más adelante. Efromovich ha dejado en los pilotos heridas muy profundas…”
El escándalo fue de proporciones monumentales e incluso se habló claramente de que el empresario le había impuesto escuchas ilegales al sindicato de pilotos, un tema por el que el brasilero tuvo que ir a la Fiscalía a hacer sus descargos. Desde que la aerolínea, en el 2019, pasó de ser de Efromovich como socio mayoritario, teniendo el 51.53% de las acciones, cuando perdió todo por el incumplimiento de préstamos a United Airlines, Avianca entró en un limbo que la puso en el infierno en el que está. Por decisión de la Comisión de Bolsa y Valores (Stock Exchange Commission-SEC), las acciones le fueron confiscadas, y la aerolínea norteamericana puso el control de las mismas a nombre del grupo Kingsland Holding, liderado por el salvadoreño Roberto Kriete, quien a su vez administra la compañía. Por un acuerdo con sus pilotos, United Airlines no puede manejar otra aerolínea distinta a ésta. Mientras tanto la aerolínea echa por la borda toda su credibilidad y confianza.
| Te puede interesar:
El templado capitán Hernández, uno de los chuzados por el contratista de Avianca