La identidad cultural que rige a las comunidades emberá eyabidá es el gran patrón que está basado en el Jaibaná. Este es la fuerza espiritual, orientadora y el motor que los guía en cada resguardo controlando los jais, las energías y el entorno de la madre tierra.
El Jaibaná es ese guía que vela por el bienestar de la comunidad, da direccionamientos de la cultura como el vestido, la cultura, la alimentación, los rituales, su cosmogonía y es la enciclopedia andante, como lo definirían los mestizos.
Tienen tres rituales: el venecuá, el necuá y el jemené. El necua es cuando el Jaibaná hace un ritual para fortalecer sus poderes, es decir, como cuando entras a estudiar a la universidad para fortalecer tus conocimientos.
El venecuá se hace para curar, luego de formarse, saldría a ejercer y a servir para curar a quienes estén enfermos; el necuá se toma para fortalecer su espíritu, su sabiduría y su relación con la madre tierra y la comunidad.
Entre más se haga, más fuerte y poderoso será el Jaibaná. El jemené es el ritual más representativo en torno a la mujer, cuando esta pasa de niña a mujer, como pueblo Emberá no manejan etapa de niño, joven, adolescente y adulto como los mestizos, solamente niñez y adultez.
Esa es su parte cultural que está en manos del Jaibaná, los parteros, los botánicos y los curanderos. La segunda parte es su forma organizativa y política.
La organización política indígena
Algo que se han cuestionado al interior de las comunidades indígenas, es por qué Dabeiba teniendo la mayor cantidad de población indígena en Antioquia, nunca han tenido un alcalde que los represente. En Dabeiba, la OIA (Organización Indígena de Antioquia) registra un promedio de 7 mil indígenas, 11 resguardos y 37 comunidades. Esta organización surgió en 1985 en este municipio.
De acuerdo con sus líderes, era para tener el cabildo más fuerte en Antioquia, debería ser un cabildo mayor muy bien organizado, pero no saben qué ha pasado. Es un municipio que ha estado distante y dividido por todas partes en las poblaciones étnicas.
Zarra* Domicó cuenta que salió de su comunidad emberá eyabidá, del resguardo monsoromandó, a la edad de 19 años. Emprendió a estudiar en un colegio indígena y empezó a trabajar dentro de la misma OIA; organización que, política y organizativamente, les ha permitido estructurarse, siendo la base y la raíz de su formación. Parte de los profesionales que hay de los resguardos han crecido y se han formado por sus propios recursos. En la organización el único profesional de Dabeiba es él.
“Si tenemos tanta población y podemos poner 1500 votos y no hemos sido capaz de poner un concejal en la actualidad. Cerca de 3 o 4 concejales apenas hemos tenido en la historia, pero ya van cerca de 12 años que no tenemos un concejal porque se han dejado persuadir de los no indígenas y no votan por sus propios comuneros. Un concejal llega en el municipio con cerca de 500 votos y no han sido capaz de unificarlos.
A veces pienso que es la falta de conocimiento académico, de infundir más sobre la importancia de adquirir estos espacios, hemos dejado a nuestros candidatos solos y no somos conscientes de eso, dejándonos llevar por un tamal o una gaseosa. Nuestros comuneros son cortos en el proceso occidental porque no tienen los recursos para ofrecer cosas como lo hacen los mestizos. De nuestro proceso sabemos mucho, pero del proceso occidental no sabemos nada”, asegura Domicó.
El ejemplo más concreto de eso es el homicidio del compañero que se llamaba Reinaldo Domicó, de su comunidad, familiar suyo. Estaban en plenas fiestas de fin de año, en 2012, mientras se abrazaban y festejaban, le dispararon a quien pintaba para ser el líder más representativo que han tenido en Dabeiba los indígenas, con mucha proyección política y con aspiraciones a la Alcaldía.
Él tenía choques porque tenía otra mentalidad organizativa, sería irresponsable señalar a alguien porque todavía no se ha logrado esclarecer. Nunca en el periodo de las FARC pasó un asesinato que no avisaran con tiempo porque lo anunciaban cuando lo iban a hacer.
Domicó asevera que, para él, las FARC no tuvieron nada que ver y ni modo de hablar de las AGC porque no estaban en ese momento, entonces decir que fue este o aquel grupo no se sabe, ni decir que fue alguna persona.
Era un líder que tenía una forma de pensar política muy bien estructurada, tanto en lo organizativo indígena como en lo político occidental. Era muy buen orador y por eso creían que tenía muchas posibilidades de llegar a la Alcaldía, eso sucedió luego de una disputa por llegar a la Organización Indígena de Antioquia, porque fue creciendo la organización y surgieron nuevos líderes, como también había muchos que se oponían al proceso.
Incluso, algunos han acusado a algunos líderes o se denominaba a la Junta Directiva en ese entonces; pero enfatiza, en que sería irresponsable señalarlos porque solo son rumores y no se sabe todavía qué pasó.
Lo que ha aprendido como líder y como pueblos indígenas, es que si no se adaptan a la cultura occidental (siendo conscientes de su propia cultura) van a desaparecer, siendo aterrizados y siendo conscientes de lo que son.
Porque en esa medida hay muchos compañeros que se les olvida que pertenecieron a sus comunidades, qué es lo que fueron cuando eran niños y en vez de ser ese apoyo y soporte se vuelven como si fueran enemigos de su propio pueblo. Si los ven, es porque observan al indígena como un negocio para lucrarse, pero no porque le quieran aportar algo y tampoco les importa la situación que están viviendo en su territorio.
La resistencia indígena ante el conflicto armado
“La resistencia como pueblos indígenas, yo que especialmente he vivido la guerra y esa situación de maltrato, por eso saco una conclusión personal de todo esto. En nuestro momento desde el 2015 hacia atrás, en cierto sentido, como comunidades indígenas vivíamos un poco en armonía hasta que las FARC entregaron las armas.
Porque estos actores nos respetaban, nosotros teníamos que dialogar con estos actores armados de la insurgencia y las fuerzas del Estado. Para nosotros los primeros maltratadores fue el Estado, gracias a que Colombia entró el tema de Derechos Humanos cambió un poco el trato”, asevera Domicó.
La primera forma de resistir fue la lengua, esta fue el escudo protector de las comunidades indígenas, porque los actores armados llegaban a sus territorios y como no sabían español no los tocaban, que posiblemente a muchos los amenazaron o los asesinaron por parte de las FARC en su momento, sí.
Pero no con la misma intensidad en que lo están viviendo en este momento. Hoy en día los jóvenes han aprendido mucho el castellano y ya no están tan protegidos como sus ancestros, ya muchos están inmersos en el conflicto porque aprendieron español y están inmersos en un territorio donde los espacios que dejó las FARC, ahora se los están disputando el ELN (Ejército de liberación Nacional) y las AGC (Autodefensas Gaitanistas).
“En mi pueblo hubo como tres tomas guerrilleras, si usted se pone a analizar la historia de Dabeiba, hubo más de cien soldados muertos. La FARC allá era una cosa tremenda, eran como las fuerzas especiales del Estado, eran unas personas sanguinarias que sabían pelear. El mero hecho de tumbar un helicóptero y asesinar cerca de 50 soldados en un solo día era una cosa de locos, pero a pesar de toda esta violencia, ellos con los indígenas no se metían.
A nosotros nos ha ayudado la lengua, el proceso organizativo y el diálogo. Los pueblos indígenas se ven en la obligación de interlocutar, aunque somos conscientes que eso es ilegal porque el Estado nos acusará de criminales, pero si no, deben esperar hasta una semana a que lleguen las organizaciones autorizadas para ello como el Ministerio Público, Cruz Roja o la ONU, mientras ocurren todo tipo de vejámenes en el territorio.
El Estado no tiene en cuenta el riesgo que corre un líder para defender a su comunidad. Como el fallecimiento de Quimmy Pernía en Córdoba, que se opuso a las represas del Aburrá y lo mataron, aunque el Estado sabía lo que iba a pasar, pero posiblemente no le convenía protegerlo porque era la empresa de un magnate”, relata este líder indígena.
Los actores armados sea en estos momentos las AGC o el ELN creen en los líderes y los buscan, porque son ellos, quienes tienen que mediar en el conflicto para la armonía de sus comunidades. Si se dan cuenta de algún error que cometió alguien y se metió a uno de estos grupos y lo van a asesinar, son ellos los llamados a mediar para que esto no le pase y aplicar la autonomía propia para sancionarlo con sus normas; y esto no quiere decir que quien deba establecer el diálogo con un actor armado, pertenezca a algún grupo.
“En nuestro territorio ha habido una disputa entre poderes, desde nuestra autonomía y desde nuestros conocimientos habitar con los actores armados ha sido difícil porque ellos quieren imponer su propia ley. Anteriormente huíamos de los españoles porque nos buscaban para matarnos, hoy estamos en la misma situación, en las ciudades se ve la guerra de pandillas, pero no se ve la situación tan compleja como está en los resguardos indígenas.
Esta semana que venía de Murindó, me preguntaba, a nosotros nos tienen en la selva a 2 o 3 días de camino. La violencia en su momento de la conquista, era porque los territorios urbanos de ahora antes eran de puros indígenas y nos llevaron hasta por allá. Recuerdo que el primer resguardo fue San Carlos de Cañasgordas nombrado así por la corona española, que iba desde Santa Fe de Antioquia hasta Urabá, era el resguardo más antiguo y colonial de Colombia.
Por eso ese filo se llama el alto Katío, a los indígenas les decían los emberás katíos, nos dimos cuenta que nos pusieron dos saludos de sobrenombres el Ka es de nosotros y el tío que era de ellos. Esta gente nos metió hasta cierto punto y ahora los actores armados están en disputa por nuestros territorios.
Que ya como emberá no sabemos para dónde correr, quieren imponer sus propias reglas: matándonos, ofreciéndole dinero a nuestros jóvenes, enamorando a nuestras mujeres, minando nuestros caminos, ordenándonos que no podemos ir a cosechar, pescar o montear. Es una situación abrumadora porque a este paso los emberá en Antioquia y Colombia van a desaparecer, porque por más que como organización queramos fortalecer nuestro proceso e ir a visitar nuestras comunidades, si nos amarran las manos y a nuestros jóvenes les ofrecen plata, esto influirá en la desaparición de nuestra etnia porque estos jóvenes no tienen oportunidades de nada”, cuenta este líder indígena.
Domicó lleva 4 años en la organización recorriendo el departamento y hay momentos donde asegura que le da miedo. Le da miedo de su propia vida, de caminar y a veces dice que ya no va más, que preferiría quedarse en su comunidad sembrando y nada más. Pero luego piensa que, si hace eso, ¿qué esperanza van a tener esos compañeros? Mientras el Estado les cierra las puertas, los actores armados los están conquistando con dinero ofreciendo un millón de pesos a cambio de asesinar y matar a su propia comunidad.
Eso es lo más duro para él, que, viviendo ahí, hay momentos que se trunca el pensamiento y a veces no ve más alternativa. Incluso, en algún momento de su juventud estuvo a punto de caer en manos de actores armados, aunque nunca pasó.
Producto del maltrato del Estado hacia él, estuvo cerca, pero un profesor lo orientó, conversó con él sobre el tema y por esto reaccionó, pero es consciente que quizás muchos emberás aceptan las reglas de esa gente, porque son como el gavilán, siempre están esperando a alguien que se descuide para llevárselos como botín de guerra, como buenas aves de rapiña.
Casualmente han empezado a observar como los actores armados en el territorio son los mismos, después de que las FARC dejaron las armas en el proceso de paz, ¿por qué? Porque los que pertenecían a las FARC que no se desmovilizaron ahora pertenecen a las AGC; es decir, si usted le pregunta a un indígena que si FARC o AGC, te van a decir que son lo mismo.
Haciendo la claridad de que sí hubo gente que estuvo en la zona de concentración, se desmovilizaron y están en su zona trabajando como cualquier tendero o finquero. Personas que eran mandos grandes y que hoy simplemente le están dando trabajo a la gente y ese tipo de actos de construcción de paz, motivan a Domicó y lo llenan de alegría.
Contradictoriamente, quienes no se desmovilizaron y pasaron a las AGC, ahora patrullan por los campos y los resguardos que conocían muy bien las FARC. Si hoy usted le pregunta a un Embera del Atrato, Murindó o Vigía del Fuerte te van a responder que son la misma guerrilla porque ellos vieron al que era uniformado con la guerrilla, ahora con el uniforme de las AGC.
Como lo muestra la alerta de la Defensoría del Pueblo N° 009-19 de 2019, contando como las AGC y las FARC trabajaban en equipo para la cadena productiva del narcotráfico. La insurgencia sacaba la producción por el corredor entre los municipios de Peque, Cañasgordas, Uramita y Dabeiba, la cual se entrega a las Autodefensas Gaitanistas en el Cañón de la Llorona.
Frente al tema de los falsos en Dabeiba, Domicó explica que sí es real, con decirle que el Ejército casi nunca llegó a matar un guerrillero. Recuerda que solo en la segunda toma, mataron a un subversivo, después de dos días de combate, donde murió un actor de cada lado.
Desde pequeño entendió lo ventajosos que son el Ejército para combatir, porque no respetaban las normas internacionales del Derecho Internacional Humanitario, porque la Fuerza Pública cogía a los insurgentes dormidos y no pasaba nada, pero cuando sucedía, al contrario, sí salían los noticieros anunciando que habían sido emboscados.
La imagen más dura de la guerra, la observó cuando a una muchacha que era muy bonita, joven mayor de edad y pertenecía a la guerrilla, la capturan e iba pasando al frente de su resguardo indígena y la pretendían obligar a confesar dónde estaba el campamento de la insurgencia, por lo cual se rebeló, le iba a quitar el revólver a un soldado y la mataron entre más de 200 soldados, siendo una mujer sola.
200 soldados no fueron capaces de controlar a una mujer. La mayoría fueron civiles que no se sabe de dónde los trajeron, todo esto lo empezó a percibir cuando comenzó a formarse como docente, ya que cuando era niño no lo vio directamente, pero escuchaba lo que se comentaba al interior de los resguardos indígenas, por eso insiste que la formación y la preparación educativa es fundamental para entender cualquier contexto.
La precariedad educativa en el contexto indígena
Para huirle a la guerra, considera que la mejor apuesta es la educación, pero el contexto es agreste y tampoco lo facilita. En Antioquia hay una gran tasa de analfabetismo, el 90% la pone la población indígena y de esa tasa la que más pone es Dabeiba porque es donde más población y resguardos hay.
Todo esto tiene que ver porque contraen matrimonio desde muy jovencitos, aunque esta parte cultural es compleja desde ese sentido, pero es diferente su cultura con la normatividad colombiana. Algunas poblaciones los critican porque dicen que se han occidentalizado al querer transformar esto, pero ellos argumentan que es ilógico que una menor críe a otra niña.
Antioquia pese a que es uno de los departamentos más pujantes a nivel nacional económicamente y en infraestructura, también debería centrarse en la población indígena, pero hay docentes indígenas que enseñan debajo de un plástico en pleno siglo XXl.
Hay escuelas donde los niños son tirados en el piso recibiendo clase con tableros que son hojas de esas palmas grandes que las secan para que el profesor pueda escribir ahí con un carbón. En Dabeiba hay escuelas donde no hay restaurante escolar, no hay biblioteca, ni energía, ni libros. Dabeiba solamente de casi 50 escuelas, tiene 4 construidas en material, que son Chever, Carrá, Llanogordo y Pital.
El resto están en techo de zinc, pero ninguna de esas otras cuarenta tienen baños, acueducto ni restaurante escolar. Si nos vamos a Frontino, Vigía del Fuerte o Murindó, es igual o peor, así está en materia indígena Antioquia. Si habláramos de salud, de mejoramiento de vivienda o empleabilidad es aún peor, aseguran sus líderes. Por eso manifiestan, que, a pesar de las buenas relaciones con la institucionalidad, se quedan cortos.
Como educador, Domicó no se siente discriminado como población indígena en Dabeiba. Pero en un municipio como Frontino es donde más los discriminan.
“Eso lo ve uno en el campo educativo, yo soy maestro de profesión y los maestros que deberían dar ejemplo, no se relacionan con los maestros indígenas. En Dabeiba si nos vinculaban a todos. Por ejemplo, en la zona de Murrí se ve la misma discriminación, los indígenas adelante no se pueden sentar, solo en la parte de atrás porque el Emberá va con botas y canasto, mientras que los mestizos deben ir en la parte delantera”, cuenta Domicó.
Incluso, la Gobernación de Antioquia debería aportarle a una política de inclusión, que de hecho la hay, con el plan decenal 2020-2030, pero como suele ocurrir con todas las poblaciones con enfoque diferencial, eso se queda ahí en papeles y leyes, porque para que eso llegue a los municipios, es muy difícil, y más aún, cuando no hay recursos.
Y, sin embargo, este líder aclara: “No toda la culpabilidad es de occidente y del no indígena y es producto de nuestra propia cultura, porque muchas veces la institucionalidad no sabe llegar a nuestras comunidades.
Muchas veces quieren pasar por encima de nuestros líderes, cuando pasan por encima de nuestras autoridades se van a estrellar y ese proceso se irá al suelo. Muchas veces quieren imponer cosas de espaldas a nuestra autoridad, entonces los indígenas no verán eso con sentido de pertenencia, porque fue impuesto y se dejará perder”.
Cómo afectó positivamente y negativamente la religión católica a la población indígena
Ligado al tema educativo y de colonización está lo que ocurrió con la disputa de la colonización y la religión católica que, para este educador, tiene dos miradas: Primero cómo los afectó la religiosidad y el tema católico. Al principio la Madre Laura llegó con una lectura errónea como lo hicieron muchos actores en la conquista. Ella llegó imponiendo el cristianismo en su momento.
En Dabeiba tienen claro que fue una más de las que al comienzo quiso imponer su propio dogma, pero al pasar el tiempo cambiaron y hoy es mejor que al comienzo, para ellos fue triste porque ella llegó quemándole las barras a los Jaibaná y tratando de cambiar ciertas cosas de la cultura.
Las barras son la simbología de los jaibaná para curar y hacer sus rituales, cuando ella llegó, fue a chocar con esto. Como era algo espiritual, no lo entendía y no estaba de acuerdo con lo que ellos hacían: decía que era brujería, les quemaba sus barras, que era del diablo, les trataba de inculcar la biblia y que rezaran el rosario.
Al final lo terminaron aceptando porque las comunidades estaban sumidas en las necesidades y ella llegó a conquistarlos con ropita, con comida, cosas que ellos nunca habían tenido. Así ocurrió con sus abuelos, a Domicó le tocó la parte buena de ahora.
Producto de todo este choque, agradece que parte de ese proceso organizativo, es fruto de esas compañeras religiosas de ahora, porque ellas fueron las primeras maestras de sus líderes, enseñándoles y buscando aliados, a partir de ahí fueron creciendo.
Hoy en día promueven los rituales, les permiten fortalecerse, en su colegio indígena la hermana les exigía hablar Emberá, pintarse, traer comida ancestral y el traje tradicional.
“Si usted va a Dabeiba solo van 3 o 4 indígenas a misa, que son sobre todo los viejitos. Si nosotros tenemos de religión el cristianismo, quizás sí. Porque los padres van a todas las comunidades, los indígenas no tienen mejor convocatoria que cuando estos van, en cambio, uno como líder va a cualquier comunidad y nunca llegan todos, siempre queda faltando algún comunero, pero cuando van las hermanas con los sacerdotes todo el mundo acude allá.
Independientemente de la fe, en cierto sentido, podemos decir que no nos afecta desde el punto de vista católico porque no nos imponen nada. Nos ayudan a caminar hacia Dios desde nuestra cultura.
El cristianismo protestante sí nos afecta, eso nos tiene peleando y nos viene imponiendo que la mujer no se puede pintar o que el hombre tampoco porque eso es diabólico. También dicen que el emberá no puede hacer rituales porque le expresan que eso es del diablo, dado que muchos rituales tienen que ver con bebidas embriagantes. Yo digo que muchas de las cosas que existen en el planeta no son malas, si son llevadas de forma responsable”, explica Domicó.
Además de la guerra… deben resistir a la amenaza minera
La principal amenaza para preservar su cultura ancestral, vendría siendo la guerra, pero hoy en día, también la minería que, según las cifras de la Gobernación de Antioquia, hay 67 títulos mineros, de acuerdo con la publicación del mapa minero del departamento en 2018.
“Prácticamente hoy en día todos los resguardos indígenas en Dabeiba están por licencias ambientales, que aún no hayan iniciado sus proyectos es otra cosa, pero casi todos tienen licencia. En este momento hay una empresa haciendo consulta previa para entrar al cerro Careperro, porque la primera vez los indígenas los sacaron, hoy están llamando a unos líderes de la comunidad.
Estoy casi seguro que los están engañando, el culpable de eso es el Estado, en este caso el Ministerio del Interior, que se hace el de la vista gorda para que vaya y engañe a los indígenas ofreciendo dinero y luego con la firma justificarán el ingreso. El filo sagrado Eburá ha estado dentro de un título minero en el que hemos estado pendientes, hace parte de uno o dos resguardos.
Siempre nos vamos a oponer a la minería porque el día que dañen un filo de esos es acabar con nuestros ríos y montañas. Esperemos tener la fuerza y el coraje, así sea de defender con nuestra propia vida, el territorio, porque es lo único que tenemos; no hay nada más”, asegura Domicó.
Como defensores de la madre tierra, aseguran que lo primero es la vida y si ven que la necesidad es defender la vida de un compañero o el territorio, hasta preferirían ir a la cárcel por defender estos dos valores fundamentales, porque es preferible a quedarse sin hacer nada, solamente porque eso lo prohíbe la ley colombiana siendo una injustica, y no solamente permitir que asesinen a un compañero o perder un territorio, quedando con ese cargo de conciencia.
“Lo que tiene la cultura emberá es que tenemos que meternos en el corazón un pensamiento bueno, como decía nuestro mayor Guzmán Caisamo, yo quiero y nosotros tenemos que ser emberas Sobía, significa embera de buen corazón.
Eso tiene que ver con nuestro pensamiento indígena solidario, con nuestra madre tierra y creería que lo fundamental que tiene que aprender la cultura paisa es el cuidado de la madre tierra, que es la única que nos va servir.
¿Para qué pensar en grandes construcciones, metro y obras sino estamos pensando en proteger nuestro medio ambiente que es el que realmente nos va a dar la vida?
Hoy en día en Antioquia las selvas las tienen las comunidades indígenas, a uno lo indigna que mientras la cultura paisa en general acabó con sus selvas y con sus ríos. Yo tengo ríos grandísimos y se ve la arena, parece que tuviera un vidrio por encima, con el agua tan clara.
Mientras este río Medellín debería ser lo mismo. Lo que más lo indigna a uno es que tras de que destruyeron su entorno, ahora nos están atacando a nosotros allá, se nos meten a nuestros resguardos a sembrar drogas, minas y asesinarnos; eso es lo que no queremos.
En estos días una señora indígena en Murindó me dijo “¿nosotros qué le tenemos a estos grupos armados que se vienen a perseguirnos hasta aquí? Si nosotros vivíamos tranquilos aquí (casi me hace llorar cuenta Domicó), comíamos plátano y pescado, ¿por qué ya no podemos hacer esto?
Si nosotros estamos quietos y nos vinimos para acá y ya nos están diciendo que nos tenemos que ir de acá ¿hasta cuándo? La verdad como líder de la organización me quedé sin palabras, es algo que uno no alcanza a entender el porqué.
A Colombia en general, y a la gente habría que inculcarle que cuidemos nuestro medio y no lo sigamos destruyendo, la invitación a la juventud es en cuidar nuestra madre tierra, que los actores armados están en disputa en nuestro territorio porque en las grandes ciudades están quienes consumen el vicio que ellos siembran allá.
Cuando la humanidad entienda que la droga les hace daño a ellos mismos se nos acaba la droga allá. Mientras haya esa maldita demanda, vamos a vivir las consecuencias en nuestros territorios, pero si la gente no consumiera, ningún actor la sembraría, los únicos territorios productivos son nuestros resguardos, por eso llega gente desde la ciudad a talar para sembrar la droga.
Desde las ciudades llegan las grandes empresas a destruir nuestros territorios porque hay minería. Hay un Estado sinvergüenza que no valora la protección indígena, ahora solo les dan la orden para que vayan allá. Los actores armados están en disputa por droga y minería.
¿Pero quién firma la ley de la minería? El Gobierno ¿Quién está obligado a proteger los resguardos indígenas para que no siembren droga? El Estado y nosotros también estamos obligados a ello, pero no manejamos armas, nos hacen un tiro y nos hacen correr”, concluye este líder emberá eyabida.
Zarra Domicó* Nombre cambiado por solicitud del líder por motivos de seguridad.