La violencia en Apartadó tiene otro nombre

La violencia en Apartadó tiene otro nombre

Los homicidios son cada vez más frecuentes en el Urabá. Pero las formas de violencia han cambiado. ¿Por qué es urgente renombrar el mal llamado conflicto juvenil?

Por: John Jairo Jiménez Cuesta
noviembre 03, 2021
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La violencia en Apartadó tiene otro nombre
Foto: Wikimedia

Para la Organización de las Naciones Unidas (en adelante ONU), la naturaleza de los conflictos y la violencia ha cambiado mucho desde que se fundaron las Naciones Unidas el 24 de octubre de 1945. Los conflictos presentan un número menor de muertes, y sus protagonistas son grupos o ejércitos irregulares nacionales en lugar de Estados (ONU, 2017).

En el caso colombiano, los homicidios son cada vez más frecuentes en algunas regiones y se requiere categorizar los nuevos conflictos, cuyas dinámicas son distintas al ya conocido conflicto armado interno con grupos guerrilleros, paramilitares, neoparamilitares y narcotraficantes. Hoy, en nuestro país enfrentamos en regiones como Urabá una nueva modalidad de conflicto armado, se trata del conflicto armado urbano entre grupos de jóvenes pandilleros.

En ese sentido, el municipio de Apartadó, Antioquia, está viviendo un periodo violento causado por grupos de jóvenes que se mueven entre la legalidad y la ilegalidad. Hago referencia a las pandillas que día tras día siembran el miedo en los habitantes de este ente territorial; asimismo, en este municipio se vienen presentando riñas masivas. Cerca de trescientos (300) jóvenes se enfrentan entre sí formando dos grupos o bandos; el encuentro violento tiene como herramienta los machetes, que son utilizados como armas mortales, sin que las autoridades hagan nada o muy poco al respecto. Este conflicto armado urbano entre grupos de jóvenes pandilleros ha sido nombrado de manera equivocada por las administración municipal como “conflicto juvenil”.

Ahora bien, cuando los gobiernos locales hablan de conflicto juvenil no están diciendo mayor cosa, y menos están conceptualizando, ya que el conflicto es inherente al ser humano, y más aún si son jóvenes. El reto tanto del Gobierno nacional como de los gobiernos locales es que este conflicto no se vuelva violento, pero una vez lo hace, la obligación de los mandatarios es nombrarlos como conflicto armado por las magnitudes que este contiene.

Continuando con esa idea, para la Agencia de la ONU para las regiones (ACNUR, por sus siglas en inglés), “un conflicto armado, en sentido estricto, sería un enfrentamiento violento entre dos grupos humanos de tamaño masivo, y que generalmente tendrá como resultado muertes y destrucción material”. Con esta definición podemos iniciar el reconocimiento del conflicto armado urbano entre grupos de jóvenes pandilleros en Apartadó, y de esta manera tratar de buscar solución al flagelo que está cobrando la vida de nuestros jóvenes ante el silencio de las autoridades locales.

Para finalizar ,debemos señalar que dada la complejidad de realidades y escenarios que se presentan en Apartadó, y ante cierta ineficiencia de las políticas aplicadas al bienestar de los jóvenes, se hace importante y necesario abrir los ojos y las mentes, y reinventar desde lo local formas de trabajo colaborativo que contribuyan a vencer la violencias juvenil en todos sus aspectos.

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